CONSTRUYENDO UN SISTEMA ANTIFRAGIL EN LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCION
En otros artículos que escribí en LinKedin, presenté el Árbol de la Realidad Actual (ARA) y la tragedia del terreno común sacando a la luz el círculo vicioso, en el que está inmersa la industria, que degrada su estructura competitiva en forma sostenida.
A decir de Nassim Nicholas Taleb, autor de los libros El Cisne Negro y Antifrágil, entre otros, la industria de la construcción es frágil ya que la incertidumbre y la variabilidad la perjudican.
Si logramos los consensos adecuados entre los distintos actores de la cadena de valor de los proyectos y, una parte representativa de ellos, se focaliza en el largo plazo, mejorando los proyectos, contratando a los más adecuados a los objetivos, desarrollando a subcontratistas y a la mano de obra, se puede revertir el círculo vicioso y lograr una industria más antifrágil que se beneficie de los estresores y de la volatilidad.
Para estar a la altura de este desafío creciente los constructores debemos estar dispuestos a mejorar en forma continua nuestros activos tangibles e intangibles, a integrar cadenas de valor con los comitentes y con los subcontratistas y proveedores, y a participar en las fases tempranas de formulación de los proyectos. Aunque un proyecto resulte frágil, y no se cumplan los objetivos, el sistema de proyectos de la empresa puede ser antifrágil si capitaliza los errores cometidos y logra ser más eficiente en el futuro. Podemos ejercer la opcionalidad de la antifragilidad si gestionamos el negocio de la construcción, en un marco ancho, con una visión de cartera de proyectos.
A modo de recordatorio, un sistema antifrágil es aquel que va mejorando a partir de estresores, de cambios, de crisis, con los que tiene que convivir. O sea, antifrágil es más que resiliente, pues se beneficia con sucesos aleatorios e inciertos, se ve robustecido a partir de su presencia. Mejora y evoluciona con el transcurso del tiempo, ya que los eventos que se van sucediendo a lo largo de este no lo perjudican, sino que lo fortalecen. Aprendemos a partir de la volatilidad y la variabilidad.
Calificar a los proveedores y subcontratistas, desarrollarlos, documentar las lecciones aprendidas, capacitar a nuestros equipos, son acciones que contribuyen a la antifragilidad del sistema de proyectos de las empresas constructoras. Es el efecto de la mejora continua en la cartera de proyectos.
Mediante IPD (Integrated Project Delivery), BIM y el Sistema LTPDS (Lean TOC Project Delivery System) que propongo en mi libro Construyendo Foco 2.0, podemos contribuir enormemente a la antifragilidad de los proyectos por los beneficios de la intervención temprana de los constructores en las etapas embrionarias de los mismos.
Al reducir la incertidumbre al comienzo, superando el desconocimiento inicial sobre el resultado a entregar y la forma y los medios para lograrlo, el proyecto será menos frágil en sus fases de ejecución y operación. De no hacerse así, se estaría transfiriendo una cantidad de incertidumbre inadecuada a las etapas finales, lo cual constituye uno de los riesgos más perjudiciales para los proyectos y para el valor que se espera a su finalización.
IPD y BIM nos permiten manejar la etapa de desarrollo del proyecto como un sistema antifrágil, pues los errores, las variabilidades y aleatoriedades potenciales detectadas a tiempo, nos permiten plantear soluciones, variabilidad mediante, más adecuadas que lo mejoran para beneficio de todas las partes interesadas. Los proyectos, en la fase de ejecución, necesitan de previsibilidad, de cierto orden, de baja aleatoriedad y variabilidad. Los estresores en estas fases tienen significativas consecuencias negativas sobre sus objetivos de costo y plazo. Con IPD y BIM podemos minimizar la probabilidad de ocurrencia y/o el impacto de dichos estresores. Y entendamos que los estresores de la fase de ejecución no sólo afectan al proyecto y sus objetivos, sino que también y como lógica consecuencia, tienen un efecto negativo sobre los resultados esperados durante la vida útil del sistema generado por el proyecto. Por ello, debemos invertir esfuerzos en las fases tempranas de los proyectos. En definitiva, IPD y BIM, nos previenen de trasladar el aprendizaje y la incertidumbre a la etapa frágil.
Reducir el aporte y la contribución de esta etapa, simplemente porque apremia el plazo, porque las presiones por terminar antes son muy grandes, significa en última instancia, desaprovechar todo lo que brinda en términos de conocimiento y aprendizaje. Pero hay algo aún peor y es trasladar dicho aprendizaje, tardío, a las etapas de ejecución, en las cuales es muy caro equivocarse y aprender de los errores, por el mayor impacto que tienen en las inversiones y en los plazos. Incentivemos que el proyecto, en su etapa de formulación, se comporte como sistema antifrágil, dejemos que funcione como tal, que varíe sustancialmente con relación a las ideas y estimaciones previstas en su origen por los comitentes y proyectistas, y que produzca resultados inesperados, sorpresas, con la oportuna intervención de los constructores y subcontratistas. De lo contrario esas sorpresas aparecerán tarde y costarán muchísimo más para todas las partes interesadas.
Para que un proyecto genere valor para las partes interesadas, Pero, reitero, la etapa antifrágil tuvo que haber cumplido adecuadamente su función y quitarle a la etapa más frágil aquellos estresores, previsibles por los constructores con experiencia, que la perjudican sustancialmente. Jamás, debemos privar al proyecto de los estresores adecuados, que sólo pueden aportar los que de verdad conocen de construcción, que lo mejoran en la etapa antifrágil introduciendo variaciones que lo hacen de verdad construible en el plazo que se necesita. De lo contrario, se trasladarán indefectiblemente a la etapa frágil de ejecución.
Construir un sistema antifrágil en la industria requiere, a partir de la visualización del círculo vicioso del ARA, de conversaciones adecuadas entre comitentes, constructores, profesionales, asociaciones gremiales, subcontratistas y proveedores que pongan el foco en el largo plazo para beneficio del común.