Contadores a cero
Llegada esta época del año que lo habitual, tanto en el ámbito profesional como en el personal es hacer balance.
Hábito sano, aunque estéril si no viene acompañado de algo más.
El inicio del nuevo año es un punto de inflexión para todos, es un momento especial donde propuestas, retos, carreras, metas, balances, son conceptos que, acompañados de otros más filantrópicos como solidaridad, equipo, apoyo, fidelidad, respaldo, nos dan el disparo de salida a una nueva fracción de vida laboral y personal que acostumbraremos a llenar de grandes retos, objetivos y sobre todo de muy buenas intenciones.
En esta época del año nos reunimos alrededor de las mesas y las llenamos de compañerismo en el ámbito laboral, de lealtad y afecto en el ámbito personal y de amor y ternura en el ámbito familiar. Siempre alrededor de una mesa, compartiendo comida, compartiendo bebida, que al fin y al cabo son los elementos de supervivencia básicos.
En esta época del año todos somos capaces de compartir las necesidades básicas con nuestros alegados y seres queridos.
Es el espíritu navideño.
Espíritu que como su propio nombre indica dispone de una clara fecha de caducidad temporal y que se ve sustituido por el espíritu individualista, competitivo y egoísta que nos marcara las actitudes del resto del periodo hasta que resurja de nuevo como el ave fénix esta alma interior filantrópica.
A parte de los balances personales que cada uno debe realizar con actitud crítica pero enriquecedora y motivadora, también son muy importantes los balances laborales que deberían tener la misma base de fraternidad y respaldo.
Superadas ya las festividades tocara planificar el año. Y ahora es cuando se cruzan intereses, si es que no viven ya habitualmente, de manera paralela.
Es en esta época del año cuando uno recibe sus objetivos.
Pero, ¿en base a una estrategia clara, demostrable, factible y meditada?
O en contrapartida, ¿a unas necesidades cuantificadas de manera aritmética?
Al final, receptor y emisor de objetivos deberán actuar conjuntamente desde la colaboración, el apoyo, el soporte y la motivación en un intento de comunión espiritual para conseguir la meta individual que llevara al éxito común.
No existirá el éxito común sin alcanzar la meta individual y esta no la podremos vislumbrar si no existe comunión, colaboración y coaching en ambas direcciones.
Ahora que empezamos ciclo intentemos por todas partes “ponernos en los zapatos del otro” ya que solo así podremos intentar caminar un camino conjunto desde senderos diferentes.