Contrato laboral y psicológico
- ¿Por qué tiene esa cara? Lo van a detener en la calle por portación de rostro. Dijo Weltanschaung dando prueba de su buen humor en ese día.
- ¿Tanto se me nota? Vengo de una entrevista de selección con un candidato que me interesa mucho.
- Ah… ¿Y qué le preocupa?
- Es que no soy bueno en las entrevistas de selección. No sé qué tengo que ver. No sé qué tengo que priorizar.
- Bueno pero a usted le pasan un informe los evaluadores, ¿cierto?
- Sí. Pero tampoco sé lo que tengo que decir.
- ¿Cómo que no sabe?
- Claro. Porque todo puesto tiene un perfil formal y ciertos requisitos informales que si los cuento se me van a escapar los candidatos.
- Ah…ya veo. La parte del trabajo sucio y los compromisos ambiguos.
- Claro.
- ¿Y esa táctica es lo que le enseñan en la empresa para elegir candidatos?
- Nooo, doctor. Nadie enseña nada. Hay que aprender a golpes no más.
- Ya veo. Y supongo que usted repite el modelo que aprendió cuando usted mismo fue seleccionado. ¿Cuándo entró en la empresa, Sergio?
- ¡Huy, hace más de diez años! Conté cómo había contactado a la empresa y cómo había sido el proceso de reclutamiento, justo después de salir de la universidad.
- Claro. Weltanschaung hizo silencio mirando al techo buscando las palabras adecuadas para decir algo. Le he dicho otra veces que usted es un ejecutivo que sobresale del promedio, Sergio.
- Sí. Y cada vez que me halaga debo cubrirme porque viene el golpe.
- No no…bueno, tal vez. Dijo Weltanschaung sonriendo. Depende cómo lo vea. (…) Lo que quiero decir es que el mundo ha cambiado sustancialmente en los últimos años y más todavía en las últimas semanas.
- Sí, pero no veo a dónde quiere ir.
- Digo, que lo que era habitual hace unos años hoy es considerado mala práctica, engaño y abuso.
- Ah…usted dice por no contarle todo al candidato desde el principio.
- Exacto.
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- Es que no tiene sentido darle tantos detalles desde el principio.
- Es cierto. Pero debe cuidar que el contrato psicológico sea transparente. Si el candidato se siente engañado luego de aceptar el puesto, tendrá un colaborador suspicaz en lugar de un aliado.
- ¿Usted cree?
- ¿Usted no? ¿Cree que para alguien realmente valioso en el mercado un buen salario aguanta todo? Las contrataciones hoy son mucho más inestables, Sergio.
- Pero es que no hay trabajo, doctor.
- Depende, Sergio. No hay trabajos simples de escaso valor, y al mismo tiempo las empresas no pueden cubrir los trabajos que aportan valor al negocio. No hay stock de profesionales valiosos.
- ¡Por eso mismo no quiero perder a mis candidatos, doctor!
- Lo que quiero decir, Sergio, es que si su candidato siente sus expectativas frustradas a los tres meses de entrar, usted incorporará un problema, no una solución.
- Noooo…. yo necesito personas autónomas que agreguen valor y no estén esperando que les enseñe todo. No puedo darles una inducción de seis meses.
- Estamos de acuerdo. Por eso mismo sería aconsejable que usted aclare sus expectativas al candidato y que considere lo que el candidato espera, cerrando en buena forma el contrato psicológico.
- ¿Cuál es ese contrato psicológico que usted dice?
- En el contrato psicológico hay un acuerdo entre dos partes iguales, donde cada una plantea sus mejores aspectos y sus temas mejorables, para que la otra parte esté sobre aviso y no entre donde no se sentiría cómoda ni le abra la puerta a alguien que no disfrutaría la entrada.
- Algo así como que ¿el que avisa no es traidor?
- Algo así
- ¿Y si en el proceso pierdo a alguien que me interesa?
- Pierde un futuro problema que no logró detectar a tiempo.
- Pero eso exige una seguridad y una templanza que yo no tengo, doctor.
- ¡Bien! ¡Mejor!
- ¿?
- Así las comienza a adquirir. Uno no tiene lo que no se obliga a construir, Sergio. Es la hora. ©