Conversaciones de inicio de sexenio

Cual pitonisas, analistas, opinadores y demás observadores de la vida pública nacional, buscan interpretar cada gesto, cada acción, cada palabra y cada silencio de la presidenta Claudia Sheinbaum, de su gobierno y del grupo en el poder. A todos interesa desentrañar el futuro. No es algo nuevo, pero en este inicio de sexenio parecería acentuado.

La disputa por la influencia tiene varios escenarios. Está la vertiente de quienes ponen lupa en la cercanía o lejanía con el expresidente. Que si Jesús Ramírez está detrás de las Mañaneras, que si los coordinadores parlamentarios son quienes le disputaron la presidencia a la doctora Sheinbaum, que si Andrés Manuel López Beltrán protege o aísla a la mandataria. Es una disputa al interior del grupo gobernante, pues la oposición no pinta. Aquí, el tiempo reglamentario es de un sexenio, con un medio tiempo representado por la revocación de mandato.

En la vertiente económica, la cancha está un poco más balanceada entre integrados y apocalípticos. Los primeros insisten en que todos los indicadores lucen bien, aunque algunos de ellos poca relación tienen ya con lo que sucede localmente, como la paridad cambiaria. Los segundos, observan el deterioro de ciertos fundamentales económicos que, en el mediano y largo plazos, restarán competitividad al país y harán insostenibles los programas sociales. En esta liga se desarrolla la conversación que atiende el exhorto formulado por la presidenta en su toma de posesión de evaluar “con la cabeza fría” al gobierno saliente. Aquí se inscribe el diálogo sostenido por el expresidente Zedillo con la analista Viridiana Ríos sobre el impacto de las remesas, el salario, la pandemia, el acceso a la salud y los programas sociales en la reducción observada en los indicadores de pobreza y de cuán sostenible es esta reducción, donde cada uno privilegió sus datos. Sin duda, un debate que convendría profundizar para una adecuada toma de decisiones. También aparecen en este terreno reflexiones, como la del economista Gerardo Esquivel, quien en el corto plazo del encuentro advierte del rápido y abrupto deterioro del clima de negocios en las encuestas del Banco de México, así como de los retos fiscales que encarará la actual administración hacia 2026. Aquí, las primeras acciones decisivas se verán con la presentación del Paquete Económico, en donde se verá cuánto dinero hay y a qué se va a aplicar.

Y como en cualquier circo que se respete, hay una tercera pista, que tiene que ver con la expresión de la disputa por la influencia en el terreno internacional. Aquí se observan con atención desde las exigencias de disculpas a España, el atento aviso al embajador Salazar para que tramite sus asuntos por la ventanilla de Relaciones Exteriores únicamente, el acercamiento a inversionistas foráneos a través de mecanismos directos como el CEO Dialogue, el stand by ante el fraude en Venezuela, la eliminación de exenciones a las importaciones de autos chinos, la tensa espera ante el resultado de la elección estadunidense y hasta la indefinición de las posturas ante los conflictos entre Rusia y Ucrania o el de Medio Oriente.

Lo único cierto es que no existen bolas de cristal, y que la nueva administración, si bien tiene propósitos y prioridades definidas, va lidiando día a día por abrirse sus propios márgenes de acción frente a los factores reales de poder, incluido el crimen. Por el momento, cabe esperar que cumpla su promesa de gobernar para todos, que privilegiará la atención de los que menos tienen, y que las inversiones estarán garantizadas.