Poner la cara en una crisis
Lo dice cualquier manual: en una crisis, la prioridad son las víctimas.
Esto viene a colación por el lodo y los insultos lanzados en contra del rey de España y su esposa, así como de otras autoridades presentes durante un recorrido por la población damnificada de Paiporta, en la Comunidad Valenciana el domingo 3 de noviembre. “Hay que entender el enfado y la frustración”, dijo Felipe VI.
El cambio climático hará más frecuentes, extremosos y difíciles de pronosticar los fenómenos hidrometereológicos. Otis pasó de categoría 1 a 5 en menos de 24 horas. En el caso de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) -que ha provocado más de 200 decesos en la Comunidad Valenciana -, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) local advirtió del riesgo desde el 25 de octubre. Desde las 8 de la mañana del 29 emitió Alerta Roja. Y emitió otras 4 alertas más en el transcurso de ese fatídico día. Sin embargo, no fue sino hasta las 20:00 horas cuando el gobierno de la Comunidad Valenciana emitió una alerta en SMS a la población -conforme a su protocolo-, cuando el agua y el lodo ya comenzaban su labor destructiva.
Como en tantas tragedias naturales, en España la solidaridad de la población se movilizó antes que la atención institucional y gubernamental. Eso explica en gran parte el enojo y frustración de la población, más allá de los inexorables juegos de poder como telón de fondo.
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En México la lección ha sido repetida innumerables ocasiones a golpes de sismos y huracanes. En ocasiones, hemos aprendido, como cuando la población más vulnerable es trasladada de manera anticipada a refugios, o el personal de CFE o de la Sedena apertrechan maquinaria e insumos de auxilio antes, para entrar en acción tan pronto termina el meteoro, lo que permite que el número de víctimas mortales sea mínimo. Pero hay otras lecciones no aprendidas, como demostró el huracán John, pues una licuadora o una lavadora regaladas meses atrás no solucionaron la situación en que cayó atrapada la gente mucho antes, en manos de la corrupción que permitió asentamientos humanos en laderas de montañas o en zonas inundables.
La moraleja es clara. Toda preparación para afrontar una crisis siempre será preferible a echar a andar todo un aparato burocrático -público o privado- luego de que la fuerza de la naturaleza hace lo que en estricto sentido le corresponde.
Y sí, en cualquier crisis, las víctimas deben ser la prioridad y hay que dar la cara.
Programming & Content Director
2 mesesLa prevención no debería ser una opción, sino una obligación. Con el cambio climático será la constante. Es hora de exigir un cambio real!
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2 mesesAsí es José Manuel, las víctimas son la prioridad. Saludos.