Conversaciones difíciles: algunas ideas
Graffitis en Ljubljana, Eslovenia (Irene Compte, 2019)

Conversaciones difíciles: algunas ideas

Seguimos por el sendero de la comunicación más consciente y compasiva. Quiero cerrar el año tratando un tema central en el desarrollo de nuestras habilidades relacionales: cómo gestionar de la mejor manera posible esas conversaciones difíciles que todos experimentamos en nuestros entornos laborales y personales.

No entraré aquí en los conflictos con personas que desgraciadamente encarnan el lado oscuro, donde la mejor opción quizá será no decir una palabra más y cambiar de carril. Lo que os propongo es explorar los conflictos interpersonales en los que la otra parte es digna de nuestras ganas por mejorar la situación: conflicto con un amigo, un familiar, un compañero de trabajo o un conocido. En definitiva, cómo podemos tener mejores conversaciones difíciles con cualquiera con quien queramos seguir relacionándonos de una manera sana y respetuosa.

Una previa: este artículo me resulta difícil, porque precisamente yo soy un mal ejemplo a seguir en este tema. Durante años, mi característica diplomacia tuvo poco de auténtico y mucho de miedo atávico al conflicto. En una situación dolorosa, y ante la posibilidad de una “simple” conversación con la/s persona/s implicada/s, siempre ganaba el terror anticipado y mi única salida era esa falsa diplomacia. En mi bendita inocencia yo creía que no confrontar me protegía de mayores daños, pero en realidad me ha fastidiado con décadas de silencios mal digeridos.

Además, aprendí que al final mi contención tampoco favorecía a la otra parte, aunque pudiera parecerlo. Así que confieso: por no haber tenido más conversaciones difíciles, he provocado desastres que no creeríais. Y como sigo de aprendiz, sólo me atrevo a titular el artículo como “algunas ideas”. Aquí van.

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