- La condena en segunda instancia (Cámara Federal de Casación Penal) a CFK en la causa “Vialidad” obviamente no es sólo un tema penal sino también político. No sólo por el contenido del fallo ni por el proceso judicial que llevó a él, que (independientemente de si CFK es culpable o inocente de los delitos de los cuales se la acusa) fueron claramente influidos por los vaivenes de la política nacional; sino por sus consecuencias sobre la acción política de quien sigue representando a la minoría más intensa dentro de los espacios opositores a Javier Milei.
- CFK es la flamante presidenta electa del Partido Justicialista, en un proceso partidario que desprendió esquirlas diversas. Ya el hecho de que ella debiese avenirse a presidir un partido del cual renegó durante quince años (al punto de armar un partido propio e “ir por fuera” cuando alguien le disputó la interna) implicaba un cambio de actitud: CFK en el PJ era un intento de consolidar al kirchnerismo en su momento de máxima debilidad histórica, de evitar que cualquier renovación de figuras dejase al kirchnerismo fuera del liderazgo casi monolítico que supo ejercer en estos veinte años. Pero por primera vez, alguien (en este caso bajo la figura de Quintela) se opuso abiertamente a la conducción de CFK. La ex Presidencia mostró efectivamente la potencia de su armado interno y la debilidad del de Quintela, pero la visibilización de una disputa interna a futuro es una novedad para el peronismo actual: quienes se pelearon con ella antes (Randazzo o Massa, por ejemplo) tuvieron que reconstruirse desde fuera del PJ.
- Javier Milei abrazó la misma táctica que le falló a Mauricio Macri hace 8 años: subir al ring a CFK, atacar todo lo que ella simboliza y erigirse como el garante de que el kirchnerismo no vuelva al poder. Huelga decir que a Macri le salió mal. Pero tras el pésimo gobierno de Alberto Fernández, hoy Milei cuenta con la ventaja de que nunca antes el kirchnerismo tuvo tan bajos niveles de aceptación social; y de que muchas de sus banderas políticas quedaron manchadas de problemas y/o delitos. Para buena parte de la sociedad, la inflación es la máxima señal de la ineficacia de los tres Gobiernos Nacionales que precedieron a La Libertad Avanza (CFK, MM, AF); mientras que la corrupción y la falta de autocrítica pública son síntomas de que “la casta” gobernaba para sus propios intereses.
- Quizás ahora sí reditúe exacerbar a CFK como contrincante; evitando que surjan alternativas reales al proyecto de país que está implementando aceleradamente Milei. CFK es sin dudas la política más influyente en lo que va del siglo XXI en Argentina. Pero hace años que no muestra tener un proyecto de país, y se limita en cambio a aggiornar algunas consignas superficiales y dar clases magistrales donde no puede explicar qué falló en los gobiernos que lideró.
- Ahora bien, mientras CFK siga siendo la líder de la minoría política más amplia dentro de la oposición, la posibilidad de que alguien de su espacio vuelva a ganar poder y/o ejercer la Presidencia innegablemente existe. Eso “esperanza” a un segmento de la ciudadanía. También “espanta” a quienes vieron en el abuso de intervención estatal una de las causas de la debacle de la economía argentina (y de sus negocios particulares). Ni siquiera la discusión sobre la ley de “ficha limpia” que impulsan el PRO y LLA zanjará este problema, si CFK retiene capacidad para ser quien defina al candidato del peronismo a futuro.
- Por ahora, Milei está en su mejor momento. No sólo por la nueva condena a CFK, que le permite redoblar la apuesta de confrontar con ella: por ejemplo, al eliminar su jubilación y pensión, en un acto ilegal pero que le da una victoria política. Es además un hito fundacional de un relato que seguramente seguirá aprovechando La Libertad Avanza: el del fin de los abusos del kirchnerismo, como parte constitutiva de su propia identidad política.
- Milei también sonríe por una inflación que se desaceleró más rápido de lo esperado (como analizamos en este informe), porque los partidos opositores siguen en sus internas y no logran legislarle límites a su abuso de los DNU, porque nadie levanta la cabeza para denunciar la violencia política que ejerce desde la Presidencia, porque la victoria de Donald Trump le revalida su discurso liberal (incluso si no coincide con el discurso proteccionista del nuevo Presidente estadounidense) y lo ubica como un aliado clave en América Latina.
- Esta semana se dio a conocer el índice de precios del mes de octubre, con datos muy alentadores para el gobierno: descendió a +2,7% mensual (el menor nivel desde agosto de 2021, cuando fue +2,5% i.m.), y el interanual se ubicó en +193% i.a., por debajo de 200% por primera vez en 10 meses. La inflación de estos primeros 10 meses de 2024 acumula +107%.
- Será difícil y lento perforar este nivel, que se acerca a la tasa de devaluación de +2% mensual. La inflación núcleo fue la más alta (+2,9% i.m.), seguida por la de precios regulados (+2,7% i.m.) y precios estacionales (+1,4% i.m.).
- Una clave: la fuerte heterogeneidad entre divisiones del IPC. Solo 4 de las 12 divisiones se encuentran por debajo de la inflación promedio acumulada: principalmente, servicios.
- El IPC no se calcula a partir de un promedio simple, sino que las distintas divisiones se ponderan en base a la distribución de los gastos. Esos gastos fueron relevados en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004/2005. Esa ponderación no permite ver los cambios en la distribución de los salarios y en el consumo, cuando cambian los precios relativos.
- Por ende, el IPC actual no capta cabalmente cuánto está afectando en términos reales la inflación a los distintos tipos de variables, entre ellas los salarios. Esto alerta sobre el peso que están teniendo entre los sueldos y jubilaciones los bienes y servicios elementales que están aumentando en mayor medida que el IPC promedio, que luego se toma como referencia para negociaciones salariales y actualización de jubilaciones.
- Como venimos analizando hace meses, el atraso cambiario (actual y esperado) es el principal riesgo para el modelo económico de Milei. También retroalimenta problemas como el del resultado fiscal y la depresión económica. De mínima, fomenta las importaciones en un mercado reducido por la caída del poder adquisitivo; algo que además será aún más evidente cuando empiecen a concretarse proyectos de inversión en el marco del RIGI. Pero por ejemplo también desalienta la liquidación de exportaciones agroalimentarias - aunque tras la recomposición de stocks en esta campaña y con la perspectiva de una eventual mejora de precios, este factor podría verse compensado -.
- La estimación que difundimos desde EPyCA Consultores en octubre sobre una demanda de más de USD 3.000 millones durante el verano por viajes y compras en el extranjero aún guarda una duda: quién pondrá esas divisas.
- Mantenemos nuestra perspectiva de que el principal riesgo durante 2025 es el cambiario, mientras la sociedad perciba una mejora en la inflación y siga abrigando esperanzas sobre una recuperación de la actividad, el empleo y los ingresos de PyMEs y familias - aunque sea en un mediano-largo plazo, ya que en el corto apenas habrá un rebote parcial de lo perdido en 2024
- Salir del cepo sin Reservas es un problema; pero esperamos que haya desarmes parciales de regulaciones e intervenciones (ya la eliminación del Impuesto PAIS es un paso en ese sentido) que vayan permitiendo aproximar un precio “de mercado” para el dólar. Nuestras estimaciones (sólo como referencia abstracta, por el momento): en un mercado realmente liberado, hoy el precio de equilibrio del dólar estaría cerca de $ 1.350 (por qué, cómo el Gobierno maneja esta diferencia de cara a 2025, y qué implica respecto de la competitividad de nuestra producción nacional, queda para conversar aparte).