Cuál es el miedo que te impide ser esa persona que sueñas
Por Susana Huerta Orrego - Directora Agentes de Cambio "Global Virtual Village".

Cuál es el miedo que te impide ser esa persona que sueñas

Nuestra vida transcurre entre dos grandes miedos: el miedo a la vida y el miedo a la muerte. Y entre ellos, convivimos habitualmente con innumerables miedos: el miedo a la oscuridad, a sufrir, a la opinión que los demás tengan de nosotros, miedo a perder el trabajo, a la pobreza, a ser rechazado, al fracaso, a la crítica, a que descubran nuestros secretos más íntimos, a perder a un ser querido, a la soledad, a la vejez, al infierno o al castigo divino, miedo a aceptar que tenemos miedo, miedo a estar con nosotros mismos y observar que no estamos siendo esas personas que alguna vez quisimos ser.

Pero no todo es tan malo, el miedo es también la emoción responsable de nuestra sobrevivencia como especie, ya que nos ha permitido detectar e identificar las amenazas del contexto y responder en coherencia para evitar los peligros y así sobrevivir.

Pero a nivel psicológico esta emoción es percibida como altamente perjudicial, toda vez que las situaciones o cosas que juzgamos como amenazantes, no necesariamente son reales, y por ende, es nuestra mente la que nos hace vivir esta especie de espejismo que nos atasca, nos paraliza, esclaviza y nos impide avanzar en nuestro desarrollo personal.

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Ya no nos persigue un tigre dientes de sable, pero para nuestra mente, la crisis económica, la violencia social, los problemas laborales, las relaciones tóxicas y todo aquel estímulo nuevo que nuestro cerebro no relaciona con algo conocido, es considerado por nuestra mente como un peligro mortal. Nuestro cerebro reacciona desde el modo “piloto automático” para mantenernos a salvo y por ende, nos regala todo tipo de argumentos y justificaciones para que nos arriesgarnos y permanezcamos en nuestra zona de confort.

 No somos nuestros pensamientos

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”

Buda Gautama

Nuestra mente no sabe distinguir entre un hecho que está sucediendo efectivamente allá afuera de una situación que está ocurriendo sólo en nuestro pensamiento. La mayoría de los miedos son irreales ya que nacen y habitan solo en nuestros pensamientos.

El problema es que solemos identificarnos con nuestros pensamientos, es decir, creemos que la voz que escuchamos en nuestra mente en realidad somos nosotros y no somos capaces de separarnos del pensamiento del miedo, no logramos observar que la realidad puede ser una infinita gama de posibilidades, muy diferentes a la que nuestro pensamiento repite una y otra vez en nuestra cabeza.

Si mi hijo quedó en llegar a las 24:00 horas, y ya son las 00:30 y me doy cuenta de que aún no ha llegado, mi primer pensamiento es ¿le habrá pasado algo malo? Y esa pregunta en mi mente es un pensamiento de que se abre como ramas de un árbol, a otros pensamientos derivados como: “quizá tuvo un accidente” o “fue asaltado” o “secuestrado”.

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Entonces, ese pensamiento de miedo es identificado por mi cerebro como “la realidad”, y por ende, se activa el sistema nervioso simpático que genera reacciones químicas para preparar al cuerpo para el estado conocido como “de lucha o huida”. Nuestro cerebro entra entonces en este estado de piloto automático en el que comienza a reorganizar el flujo sanguíneo para multiplicar la potencia muscular por cinco, para lo cual deja al cortex prefrontal o sistema racional y a los sistemas digestivo y reproductor, con el mínimo de oxígeno y glucosa, ya que no es tiempo para pensar, para sentir hambre o excitación, solo es tiempo de reaccionar y rápidamente.

Y entonces, reacciono… veo el Whatsapp y me doy cuenta de que no se ha conectado hace más de una hora. Lo llamo y no contesta. Mi pensamiento comienza a ramificarse y ahora, me imagino recorriendo hospitales, veo a mi hijo en una camilla herido, o algo peor. Mi presión arterial se dispara, mi corazón late rápido, mi respiración se entrecorta y siento un peso inmenso en mi pecho…

Pero claro está, que todo esto está sucediendo solo en mi mente, solo son mis pensamientos. En realidad, mi hijo se había quedado sin batería y cuando mi corazón estaba a punto de estallar, siento el reconfortante sonido de la llave en la puerta y la voz de mi hijo diciendo: “llegué mamá, supongo que estás despierta… Lo siento, me vinieron a dejar los papás de mi amigo y pasamos a dejar a otros compañeros antes.”

¿Cuántas veces te ha pasado algo similar?...

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Andrea Díaz Alvarez

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2 años

Tantas veces Susana!! El miedo me aborda y el corazón se acelera… sin embargo ya recuerdo y cada vez más pronto… que puedo confirmar y confiar en el amor ; tomando la decision correcta 😉✨

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