"Brindis, sombras y verdades, ¡Las fiestas sacan realidades!
Las fiestas patrias en Chile están a la vuelta de la esquina, y con ellas, las empanadas, los asados, el baile, y, por supuesto, el buen vino. Por eso he querido traer una frase atribuida a Plinio, militar romano: "In vino veritas", o sea, "en el vino está la verdad", para invitarles a celebrar con un poco de reflexión, no solo para sonar cultos en medio de las fiestas, sino porque la ciencia también tiene algo que aportar a esta afirmación.
Primera verdad: "El vino y el cerebro, una dupla explosiva"
A ver, ¿alguna vez te ha pasado que después de un par de copas te vuelves más sincero? O, como diría tu tía, “más deslenguado que la abuela cuando le pisan el pie...” ¡esto no es casualidad! Cuando tomamos alcohol, impactamos varias áreas del cerebro, especialmente nuestra amiga la corteza prefrontal, que es la encargada de razonar, tomar decisiones y, sobre todo, evitar que mandemos ese WhatsApp que nunca deberíamos haber escrito. Entonces, al bajar esas barreras, nos volvemos como ese perrito simpático que se lanza a la piscina sin pensar si sabe nadar.
¿Conclusión? Con copas encima, puede que creas que eres filósofo o poeta, pero en realidad, lo que pasa es que has dejado a tu cerebro reptiliano (el de la lucha o huida) al mando del timón. ¡Agárrate, porque se vienen curvas!
Segunda verdad: "La sombra que proyectamos (y no es la de la ramada)"
Aquí entra en escena Carl Jung, ese psiquiatra suizo que seguro se tomaría un terremoto si lo invitaran. Según Jung, todos tenemos una sombra, ese lado oscuro de nuestra personalidad que escondemos bien profundo para no asustar al resto (ni a nosotros mismos). En vez de reconocer que, sí, a veces somos un poco celosos, cobardes o, por qué no, agresivos, preferimos proyectar esos sentimientos en otros. Y adivina qué pasa cuando el alcohol se apodera de nosotros: ¡nuestra sombra se sube a la pista de baile!
Así que la próxima vez que estés criticando a ese familiar que criticón o deslenguado, piensa: "¿será que estoy viendo mi propia sombra reflejada en él?". Si la respuesta es sí, ¡salud por el autoconocimiento!
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Tercera verdad: "El cerebro reptiliano también se va de fiesta"
El cerebro reptiliano, ese que evolucionó para salvarnos de los tigres dientes de sable (y de las discusiones familiares), también tiene su momento protagónico en fiestas patrias. Este cerebro primitivo nos activa el modo lucha o huida cuando algo nos amenaza. ¿Pero qué pasa cuando perdemos el control de la corteza prefrontal con un par de copas? Bueno, a veces en vez de huir, decidimos pelear, discutir o lanzarnos con todo, como si estuviéramos defendiendo el último anticucho de la parrilla.
El resultado: decimos cosas de las que nos arrepentimos al día siguiente, cuando el "huaso interior" se ha calmado, pero el daño ya está hecho. Y claro, pedir disculpas con resaca nunca es fácil, sobre todo si no tienes ni recuerdo de por qué estás disculpándote.
Conclusión: "¿Brindamos por la reflexión?"
En resumen, lo que nos dice la ciencia, la psicología y nuestra experiencia en las celebraciones, es que todos llevamos una sombra dentro, y el alcohol tiene una forma peculiar de sacarla a bailar. Somos violentos por naturaleza (gracias, cerebro reptiliano), y aunque el vino pueda aflojar la lengua, es importante que no aflojemos nuestra responsabilidad. Si notas que, después de un terremoto o dos, no eres capaz de detenerte, quizás sea hora de hacer una pausa y observar tu relación con el alcohol.
Porque al final del día, la "verdad" del vino no debe ser una excusa para actuar sin filtro. Si brindas, que sea con autocontrol, y si metes la pata, ¡asume las consecuencias como buen guaso chileno! Que las fiestas patrias sean una celebración de lo mejor de nosotros, no de lo peor de nuestra sombra.
Comercial Manager The Power People
3 mesesExcelente Susana! Vamos por eso, lo mejor de cada uno