¿Cuál es el principal enemigo para la rentabilidad de la empresa?
Quien tiene un negocio funcionando y una estructura que sostener, a menudo siente que está montado sobre una bicicleta en movimiento. La responsabilidad de mantenerse andando y haciendo equilibrio a la vez, en ocasiones lleva a los empresarios a tomar decisiones que ponen en jaque la rentabilidad de la empresa.
¿Qué hace que los líderes empresariales tomen compromisos que luego no pueden afrontar? ¿Qué factores deben considerar cuando los rendimientos organizacionales se estancan? Te lo contamos en esta nota.
El enemigo silencioso de la rentabilidad
La falta de reconocimiento de las propias limitaciones es una de las problemáticas más frecuentes entre los empresarios.
Es habitual que busquen incluir más productos y servicios, introducir nuevos canales de ventas, ejecutar diferentes procesos y atender a una mayor cantidad de exigencias de los clientes, con la esperanza de poder dar respuesta a todas estas nuevas solicitudes.
Sin embargo, lejos de traer beneficios, forzar la capacidad de la compañía y de las personas que forman parte de ella redunda en una progresiva pérdida de dominio.
Recordemos que, como menciona nuestro socio Hernán de la Riva en el libro “Visión Pyme - Potencia tu empresa”, la pérdida de dominio aparece por un desbalance inicial que deviene en una situación de complejidad. A su vez, este desbalance nace de la diferencia que existe entre los recursos o la capacidad que tiene una organización para hacer negocios y lo que el mercado efectivamente solicita.
Al pensar que “más es mejor”, los responsables empresariales no advierten que, en realidad, “más es peor”, porque la complejidad en la que se adentran no aporta ningún valor real, sino que, por el contrario, los empuja a situaciones adversas, llevándolos a trabajar con exigencias financieras, sin el tiempo necesario, con poco espacio o sin planificar la producción.
Tener control sobre una compañía implica comprometerse únicamente con aquello que se puede abordar y renunciar a las iniciativas que, en vez de ampliar los horizontes, minan las oportunidades.
Pensémoslo de esta manera. Cuando un empresario decide hacer todo, aceptando diferentes requerimientos sin dejar de lado ninguno de ellos, debe distribuir los esfuerzos entre diversos proyectos. En consecuencia, los recursos que asigna a cada iniciativa no son suficientes para cubrir todas las necesidades y se genera una dinámica que obliga a correr detrás de urgencias sin priorizar lo importante.
Este camino conduce a resultados escasos, obtenidos en medio de tensiones, apuros, ineficiencias y costos encubiertos.
Por el contrario, cuando renuncia a aquello que no es capaz de abordar (al menos por el momento), sin intentar por encima de su ángulo de vuelo, puede alcanzar sus objetivos y mantener el control sobre lo que asume.
Por eso, la pérdida de dominio es el principal enemigo de la rentabilidad de la empresa. Cuando el control se pierde, la evolución se detiene.
Ahora bien, ¿cómo saber cuál es nuestro nivel de dominio? La clave está en comparar lo planificado con lo conseguido. A mayor distancia entre lo planeado y lo logrado o realizado, menos dominio. En contrapartida, a menor distancia, más dominio.
Como confirmamos cada vez que realizamos una consultoría para pymes, el dominio trae rentabilidad y su pérdida, un marcado deterioro del rendimiento económico.
Es por eso que muchas veces los empresarios dicen que cuando su compañía era más chica y más controlable, ganaban más con mucho menos.
Cuando la rentabilidad se estanca: 3 verdades que debes conocer
En aquellos momentos en los cuales las cosas se complican y la rentabilidad se atasca, muchos líderes organizaciones piensan en achicarse. Sin embargo, hay que tener cuidado porque tomar un rumbo tan complejo puede no traer la solución buscada.
Si comandas una empresa, debes, en primer lugar, recordar que estás al frente de una firma con trayectoria. Este dato no es menor, ya que el camino recorrido indica que la idea, la visión y la manera en la cual se hicieron las cosas fueron valoradas por el mercado. Después de todo, la compañía logró sobrevivir a los cambios de reglas de juego, a la competencia informal, a las demandas de los colaboradores y a las exigencias de los clientes, entre otras variables.
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Pero, si notas que la rentabilidad de la empresa está estancada y que los problemas se van acrecentando, es conveniente que recuerdes 3 cuestiones.
1 - No es la falta de eficiencia lo que genera falta de rentabilidad
Es normal que cuando hay problemas pienses que existe una manera mucho más eficiente de hacer las cosas, una metodología que te llevaría a ganar más. Sin embargo, esto no es así.
La incidencia de la falta de productividad de la gente en la caída de la rentabilidad está sobrevalorada. De hecho, cuando nuestro equipo de consultores aborda el tema de la rentabilidad en una empresa, los casos en que considera que hay que cambiar colaboradores o achicar la estructura son mínimos, estando en una proporción de 1 entre 30. Hay palancas mucho más efectivas y menos traumáticas para impulsar la rentabilidad.
La búsqueda permanente de la eficiencia total es frustrante. Es el camino del mayor esfuerzo para el mínimo resultado.
2 - No puedes cambiar el resultado de una empresa si no cambias como empresario
Tu trayectoria empresarial muestra que fuiste capaz de formar y hacer crecer la compañía por tus propios medios, dirigiendo en cada momento los recursos adecuados para incrementar las ventas, aumentar las ganancias y hacer crecer la estructura.
Sin embargo, seguramente a partir de determinado momento tu manera de gestionar la organización ya no fue suficiente para seguir generando un nivel de rentabilidad proporcional al tamaño y a la complejidad que se fue generando.
Lograr mayor rentabilidad en una empresa que se ha vuelto compleja no requiere más esfuerzo, sino aceptación y decisión.
La clave no reside en hacer más, correr más o controlar más. Por el contrario, para impulsar los beneficios es necesario entender dónde y cómo se origina la rentabilidad y qué provoca su estancamiento, y, al mismo tiempo, tomar la decisión de enfocarse en esos puntos críticos.
3 - La principal señal de que están en la zona de comodidad es el esfuerzo
Para una organización que recién comienza, el esfuerzo es, sin dudas, un valor y un motor del crecimiento. Ahora bien, las cosas son bastante diferentes para una empresa con trayectoria.
Si después de varios años con el negocio en marcha, un empresario sigue en “modo bombero”, apagando incendios, atacando todos los problemas que surgen al mismo tiempo y trabajando largas horas por día, lejos de estar esforzándose, está parado en una zona de confort que no le permite moverse.
“¿Esto es comodidad?”, te estarás preguntando. Déjanos decirte que sí: se trata de la comodidad de conformarse con “lo malo conocido” —y padecerlo— para no aventurarse a “lo bueno por conocer”.
Cuando se alcanza cierta trayectoria, no se necesita avanzar a través del esfuerzo extremo, ni tampoco haciendo malabares para cuidar lo conseguido. El camino no es ese.
Si hay algo de tu compañía que no te gusta, si quieres cambiar los resultados, tener más tiempo, preocuparte menos y volver a sentirte motivado, es importante que te des cuenta de que estás en un buen momento para dar ese paso hacia adelante.
La insatisfacción es una gran maestra porque, cuando las circunstancias no son las esperadas, logramos salir de la zona conocida, dando lugar a que ocurran acontecimientos nuevos.
Dar el próximo paso no significa que la organización debe crecer, sino que tiene que ser más rentable y más allá de quién la comande.
Impulsar la rentabilidad de la empresa implica comprender la importancia de mantener el dominio, ponderar los esfuerzos aplicados y analizar el rol que cumples como líder dentro de la dinámica empresarial. Si necesitas ayuda para potenciar los buenos resultados de tu pyme, contáctanos.
Consultor senior en Quirós Consultores
5 meses"Más es peor" Un aporte valioso para identificar los problemas que ocasiona la complejidad y obstaculiza el camino hacia la rentabilidad en las #pymes y las #empresasfamiliares