¿Cuál es el verdadero desafío?
¿Por qué esperar a que nos desafíen? El planeta, el país, el contexto económico, el trabajo, mi líder, una pandemia, el cierre de año... Si sabemos que desde que nacemos estamos expuestos a desafíos, que además son transversales a toda la humanidad, uno de ellos, por ejemplo, es el aprendizaje, y otro potente e innegable es el cambio.
Y me refiero a ¿por qué no anticiparnos?, hacernos cargo y prepararnos para enfrentarlos de la manera más eficaz y constructiva posible, que nos aporte bienestar en el proceso... ¡suena simple, pero no es tan así! Al menos no, si lo dejamos al azar y lo abordamos de manera reactiva; salir de esa "rueda de hámster" de reactividad, requiere consciencia y acción concreta. Uff tenemos que hablar pronto de Resiliencia Proactiva...
Entonces, podríamos perfectamente enfocarnos en desarrollar competencias y habilidades que nos faciliten abordar desafíos de todo tipo, como la capacidad de aprendizaje, comunicación efectiva, el aprendizaje emocional, gestión de relaciones, compasión, autocuidado etc... Lo cual sin duda, ya constituye un gran desafío y propósito de crecimiento.
Sin embargo, quiero que hablemos de desafíos porque estamos cerrando el año, tenemos el cansancio de todo el 2023 encima, nuestras capacidades al límite, nuestra mente en el futuro: en si cumpliré o no las metas del año, en si quiero continuar en este cargo, o en mi caso, siendo emprendedora, en el verano, las vacaciones, en lo que se viene para el 2024, mi situación financiera, y sus respectivas emociones asociadas, que pueden ser agradables, como la ilusión, la alegría, la ambición o desagradables como el miedo, la incertidumbre, y en el pasado, tanto en las oportunidades que tuvimos, si las aprovechamos o no, o en las dificultades, los obstáculos, con todo lo que implica, emocionalmente por ejemplo, en las frustraciones de no haber logrado lo que queríamos, o en cómo pude haberlo hecho mejor y se nos olvida habitar el PRESENTE, y ese a mi juicio es nuestro gran desafío de cierre de año, que definitivamente nos puede conectar con el bienestar, independientemente del contexto.
Por lo tanto y en concreto, hoy 1 de diciembre, sabemos que se viene un mes intenso, y podemos elegir entre languidecer y rumiar en un estado de agotamiento o diseñar cómo queremos cerrar el año priorizando lo positivo y el autocuidado, definir cómo permanecer más en el presente y apreciarlo y desde ahí proyectar pequeños ajustes que lo faciliten.
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Por ejemplo, puedes reflexionar preguntándote: ¿Qué competencias podría desarrollar para que mi manera de enfrentar los desafíos de este mes, sea positiva?, ¿qué necesito aprender para abordar mis desafíos desde un lugar que aporte a mi bienestar y no simplemente caiga en la posición de resistir y evadir?, ¿Qué haría que pueda disfrutar de los desafíos y no solo temer o estresarme?, y con esto, definir un par de compromisos contigo mismo, que te faciliten establecer acciones que te garanticen que estarás optando a diario por el bienestar. ¡Escríbelas, decláralas y concrétalas!
Y si quieres ir más allá:
¿Puedo entonces gestionar las emociones desagradables en las que pueda estar hoy y empezar a cultivar algunas más conducentes al aprendizaje, al bienestar y que faciliten un cierre de año más exitoso? Por ejemplo, la serenidad, aceptación (que no es resignación) la ambición, la determinación. ¿qué necesito aprender? y ¿quién me puede enseñar?
Espero que estas preguntas te movilicen y si sientes que te estoy hablando en chino, pero te interesa aprender, o, tienes todo el conocimiento, pero a la hora de la práctica no estás concretando, se te dificulta mucho o nunca partes, escríbeme, puedo apoyarte y ¡Sigamos construyendo entre todos está comunidad de personas a las que nos importa el bienestar, ya somos 1191!