¿Cuáles son las lecciones de lo que estamos viviendo?

¿Cuáles son las lecciones de lo que estamos viviendo?

En primer lugar que el escenario de hoy no es causa sino consecuencia, es el resultado de una manera de pensar y vivir principesca y palaciega, donde las barreras sociales son infranqueables, donde el ecosistema al que nos hemos acostumbrado no debe ser aceptado porque sencillamente el resentimiento y rencor social, como el cáncer, se enraíza y cuando nos duele es porque no hay nada que hacer.

La falta de solidaridad, de ayuda, de cooperación entre quienes hemos nacido con privilegios y quienes no, siempre pasa facturas altas. Ser privilegiado en países como los nuestros no implica nacer con millones de dólares o herencias descomunales o pertenecer a la rancia aristocracia, no, ser privilegiado implica el hecho de haber ido a un colegio o universidad privada, haber comido tres veces al día, haber podido viajar de tiempo en tiempo al exterior y haber leído, al menos veinte libros, comprendiéndolo todo, haber podido practicar deportes y haber accedido a medicina privada, tan solo eso.

Si nosotros hubiésemos sido realmente solidarios con nuestros empleados y les hubiéremos dado oportunidades, no los habríamos engañado y más bien, dado ejemplos de honestidad, puntualidad, servicio, sacrificio, trabajo duro y demás, con toda seguridad el ejemplo se hubiera duplicado y tendríamos una mano de obra en general más culta, eficiente y motivada. No es casualidad que la mayoría de las personas en sus sanos cabales busquen trabajar para transnacionales, en vez de hacerlo en empresas locales.

En segundo lugar, hemos aprendido cuán fugaces son las cosas, cómo todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, cómo nuestras vidas pueden ser afectadas por las decisiones de otros que capitalizando odio y rencor pueden quitarnos el trabajo sacrificado de toda una vida. La madurez emocional es el resultado de querer madurar emocionalmente, independientemente de la edad; si no se quiere madurar, no se madurará. La madurez emocional es la que hacer prosperar de verdad, no el dinero.

En tercer lugar, hemos aprendido que así como en lo personal tener una fuente de ingresos es altamente peligroso porque todo puede revertirse súbitamente, en lo empresarial depender de un mercado puede ser catastrófico, de manera que la clave para atomizar riesgos es desarrollar otros mercados, esto implica desarrollar una visión estratégica y agresiva simultáneamente, con visión global; hoy, gracias a internet eso es posible a una fracción del costo de lo que hace solo treinta años costaba.

En cuarto lugar, hemos aprendido a agradecer a Dios por el día de vida, uno solo a la vez; un día vivido correctamente y con temor a Él da como resultado muchos días de una vida que vale la pena, que no se avergonzará y que será luz y hasta fuente de inspiración a otros.

En quinto lugar, hemos aprendido que la comodidad y la rutina mata las iniciativas, y cuando vienen momentos de shock sencillamente nos conmocionamos y no reaccionamos.

Y hay muchas razones más, muchas. Si los malos ratos no nos hacen madurar socialmente y no aprendemos, estaremos condenados. Las grandes claves de la sobrevivencia se circunscriben al respeto al prójimo y sus derechos, al trabajo duro y sacrificado, a cumplir las leyes, nos gusten o no, a vivir el día, al deseo de permanente superación de nosotros mismos y a la solidaridad, pero a la verdadera, no a la súbita. No necesitamos sextuplicar nuestras exportaciones para prosperar como nación, todo eso es resutado de lo anteriormente expuesto. Una vez más, nuestro destino está en nuestras propias manos.


Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Carlos Jurado Peralta

Otros usuarios han visto

Ver temas