Cuándo el dinero no es suficiente.

Cuándo el dinero no es suficiente.

¿Alguna vez sentiste un vacío justo después de alcanzar lo que tanto deseabas?

No necesitas tener un negocio para sentirlo.

Quiero decir, puedes tenerlo, pero también puedes ser un ser humano de la tierra terrenal con una vida distinta.

Eso es lo de menos.

Lo importante es tener una vida y vivirla.

Por cierto, me gustará saber cómo lo has sentido tú.

Verás.

Creo que esto es algo que, en mayor o menor medida, nos ha pasado a todos.

Trabajas como un cabronazo, incansablemente, en la búsqueda de un objetivo.

En el camino pierdes mucho. Es normal, todo objetivo requiere sacrificios, a veces más grandes de los que jamás llegaste a imaginar.

Entonces, tras constancia y esfuerzo, lo consigues.

Puta madre.

¿Y ahora?

No, en serio. No es una pregunta retórica.

¿Y ahora qué?

Insisto, no necesitas tener un negocio y facturar a lo bestia para sentirlo.

Puedes haber llegado dónde tanto deseabas en tu carrera profesional por cuenta ajena.

O en tu vida personal.

No importa.

Lo verdaderamente relevante es esa sensación.

La sensación de “lo he conseguido, ¿y ahora qué”?

La sensación de “¿eso era todo?”

La sensación de “¿ya está?“

Es jodido eso.

Tanto tiempo focalizado en llegar.

En conseguir. En alcanzar.

Entonces llegas y lo único que te encuentras es:

El más absoluto vacío.

Creo sinceramente que de nada sirve alcanzar un objetivo si ese objetivo no está alineado con tu propósito.

Absolutamente de nada.

A ver, no me malinterpretes. Servir, sirve para demostrarte a ti mismo que puedes lograrlo.

Y, si me apuras, para cerrarle el boquino a todo tu ejército de haters, cuyo único propósito vital es demostrar sus nulas dosis de testosterona en sangre insultando a desconocidos por internet mientras ingieren altas cantidades de carbohidratos tumbados en el sofá.

Sin embargo, esa sensación de vacío, nada ni nadie te lo llenará si no eres capaz de vincular objetivo con propósito.

De ahí nace todo.

No sé si te ha pasado.

A mí, sí.

Porque mi objetivo siempre fue la libertad.

Por encima del dinero, del reconocimiento o del prestigio,

La libertad.

Entonces, cuándo consigues todo eso y sientes un jodido vacío dentro de ti…

Bueno, en ese momento puedes hacer dos cosas:

Mirar hacia afuera, culpando al mundo (esto sería lo que la mayoría, sin pizca de responsabilidad, haría ahí afuera).

O mirar hacia adentro, rascando dónde más duele, buscando la raíz y tratando de ser emocionalmente consciente para ponerle remedio.

Y no, no es algo precisamente cómodo o agradable, lo sé bien.

Sin embargo, si algo aprendí en estos 40 años de vida, es que la incomodidad es el precio a pagar por el éxito sostenido.

Como te decía al principio, me gustará saber si tú también lo sentiste.

Cuéntamelo, y cómo lo superaste.

Te leo, te respondo y nos ayudamos.

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Ingrid Traslaviña

Asistente Virtual Administrativa y Especialista en Marketing Digital | Optimización de Procesos, Estrategias de Contenidos y Crecimiento Personal | Experta en Transformar Ideas en Resultados

4 meses

Después de alcanzar un gran objetivo, es común sentir un vacío inesperado. Este sentimiento puede surgir porque, al enfocarse únicamente en el destino, a menudo se pasa por alto la importancia del proceso. Ese vacío puede ser una señal para reconectar con uno mismo. El verdadero crecimiento ocurre en cada paso del camino, no solo al "llegar". Vivir cada momento del viaje con propósito y atención puede transformar el vacío en una oportunidad para el desarrollo personal continuo. No se trata solo de alcanzar metas, sino de cómo se vive el proceso hacia ellas.

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