Cuánto duele cuando duele México
A propósito del sismo del 19 de septiembre de 2017
Regreso del centro de acopio de recursos para ayudar a las víctimas y rescatistas del sismo, montado en el Parque Pombo de San Pedro de los Pinos, y leo el espléndido artículo de hoy de Jorge F. Hernández titulado “Cuando duele México” y pienso: cuánto duele cuando duele. Mientras la dimensión de la tragedia nos sumerge en la tristeza y nos hace buscar brazos que nos consuelen sólo para descubrir que todos necesitamos apapacho, por otro lado se yergue ese ejército de voluntarios sin descanso que sacan fuerzas de su nobleza para dedicar su tiempo y entusiasmo a ayudar a los demás.
Quizás es en estos momentos de grandes tragedias cuando nos percatamos de la grandeza de la gente que habita nuestro país y, por tanto, cuando más duele saber que la escoria de narcos y políticos nos tienen desde hace décadas sepultados en el desastre. Mientras miles se movilizan para llevar alivio a los que luchan por la vida, hay miserables que asaltan casas y automovilistas aprovechando el caos. Sorprende, una y otra vez, darse cuenta de la capacidad de los pocos para hacerle insufrible la vida a la inmensa mayoría.
Hoy, mientras unos sufren, otros ayudan, y muchos trabajan sacudiéndose sus penas. En el aire se respira el dolor por los niños sepultados bajo los escombros de las escuelas; por las costureras nuevamente sacrificadas —como treinta y dos años atrás— en aras de la avaricia de sus explotadores sin escrúpulos; por los estudiantes muertos y heridos en el lugar más improbable, su universidad de élite; por padres, madres, hijos que no salieron a tiempo de sus casas o lugares de trabajo. Pero también se respira el espíritu de lucha inquebrantable del mexicano que sabe reírse de sí mismo aún en medio de la tragedia. Sólo la educación y la cultura, reflexionaba yo semanas atrás, nos puede sacar adelante. Sigo convencido de eso. Y tenemos miles de semillas que hoy se manifiestan incansables y que pueden ser la base para cultivar un país de virtudes y dejar atrás este presente, que esperemos pronto quede en el pasado, de injusticias, sangre, violencia y tragedia, mucha, infinita tragedia.