Cuando la Vulnerabilidad es una Fortaleza

Hoy quiero compartir uno de los temas que conversamos en esencia en mi primer LinkedIn Live de #MujeresGenuinas y particularmente me conmueve y conecta profundamente.

 En el mundo de las organizaciones multinacionales en las que estuve brindando y desarrollando mi talento por algunos años, aprendí tanto de líderes como de los sistemas: ¨lo que no se mide no se puede mejorar¨ y ¨lo que no se mide no existe¨. 

Además, en los roles que he desempeñado en HR en estas compañías, profundicé que, con una estrategia se alcanza el KPI deseado, por ejemplo al liderar los procesos de performance y talento se realizaban conversaciones en distintos niveles para poner en algún orden o ranking a los colaboradores, en la utopía de predecir, controlar y hacer seguimiento del resultado esperado 

En estos espacios, la intención y el foco era reconocer tanto el ¨Qué¨ (objetivos logrados) y el ¨Cómo¨ (habilidades que permiten conseguir esos objetivos), y lo que terminaba siendo priorizada y más valorado era el qué vs el cómo.

Y es ahí, en el cómo,  donde aparece para mí el mundo de las habilidades blandas, las relaciones y la conexión de unos con otros, que es lo que da sentido a nuestra vida.

Esta distinción que muestro entre lo racional y lo emocional, me invito a la evolución espiritual como ser humano, me mostro por un lado que la estrategia tiene como luz la conquista de los resultados, mientras que la conexión emocional con otros me trajo la magia del vinculo en la relación, la cercanía, la empatía, competencias absolutamente valoradas en el rol del líder post pandemia.

Esta magia a la que hago mención, llego a mi vida de dos maneras: la primera, a través de mi rol de ¨Coach¨, que simboliza el vivir mi propósito de servir y acompañar a otros, y es al mismo tiempo una invitación preciosa y desafiante a mirarme cada día, a sumergirme en mi mundo emocional, en la fragilidad y la vulnerabilidad en toda su sabiduría.  

Y, la segunda, cuando mi madre fue diagnosticada con un cáncer de pulmón, en donde tras un proceso de aceptación decidí entregarme a la fe, y a la vida en su completitud. 

En estos dos momentos de gran movimiento y crecimiento en mi vida, descubrí:

1.    La luz de la compasión con otros, acompañando en las historias y legitimando su sentir y para eso aprendí a ser compasiva conmigo misma, a verme y tratarme con amabilidad, pues en este devenir estaba siendo lo mejor que podía ser.

2.    A mostrarme auténtica, como soy, y aquí comparto una confesión y es que estoy siendo capaz de renunciar a lo que pensaba que debía ser para ser yo, ese ser perfecto que habita en mi.

3.    El camino de la aceptación, dándome el permiso de sentir mi tristeza, mis miedos, reconociéndome en ese espacio pues no era ajeno a mí, y ahí también encontré belleza.

4.    Soltar mi disposición a generar estrategia y a proponer que me lleva de alguna manera a lo predecible y al control, para entregarme al despertar espiritual, al asombro donde sucede la vida misma.

5.    No es posible desconectarnos de la vulnerabilidad y dejar de sentir emociones como el miedo, la tristeza, la vergüenza, sin desconectar también el disfrute, la plenitud, la felicidad e incluso la gratitud.

Cuando descubrí estas perlas en mi vida me di cuenta que mostrarse vulnerable, frágil tiene su luz y su poder, y elegí dejar de mostrarme como la mujer guerrera que es capaz de cualquier conquista, porque aunque sea capaz, sabe cuidarse y escucharse.

Como dice Brene Brown, les invito a ser ustedes mismos, genuinos y reales, a vernos vulnerables los unos a los otros aunque no haya garantías.

Ser vulnerable es sentirnos vivos y algo que me encanta: es ser suficientes.