Cuando las emociones hacen que perdamos de vista el profesionalismo

Recientemente, escuché a un alto ejecutivo decir que es mejor contar con un mal plan bien ejecutado, que un buen plan no ejecutado. Sugirió además que es mejor tener una relación entre los participantes de la gestión administrativa y directiva, que una organización aplicando sus procesos con el mayor profesionalismo.

Cuando tienes todo el dinero del mundo, no importa si tienes el mejor plan, al final, si la bolsa alcanza, pues… ¡hagámoslo!  

Eso no es profesionalismo, sino las emociones llevándonos a perder de vista lo que se debe hacer, cómo hacerlo y cuándo.

Uno de los problemas que suceden al tener este tipo de pensamiento, es que nosotros mismos aceptamos esta verdad, como la verdad absoluta en el proceso de administración.

No podemos separar el hecho que, lo que pensamos, es lo mismo que hacemos. Es así como se forman los hábitos. Pero para tener credibilidad, para que nuestros mensajes tengan el impacto que deseamos, para trabajar en equipo, para alcanzar las metas propuestas y para ser líderes positivos, debemos realizar un análisis de nuestros pensamientos para lograr que estos sean los correctos, así lograr congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. En una ocasión leí qué significa integridad: "hacer lo que se dice, decir lo que se piensa y creer en lo que se hace".

Pero debemos tomar en consideración que nuestros pensamientos toman una forma específica, frecuentemente guiados por nuestras emociones. Una vez estos se forman y se consolidan, estos pensamientos vienen a crear en nosotros actitudes y acciones que se repetirán una y otra vez. Esta es la explicación que nos da la Neurociencia aplicada al aprendizaje y el comportamiento. Pero si el origen del pensamiento no es objetivo, sino emotivo, puede haber una distorsión.

Es por ello, que las empresas no logran salir adelante o requieren de asesores y gerentes que tengan el conocimiento y respaldo de sus resultados para presentarse ante las juntas directivas y presenten lo que está sucediendo, proponiendo una ruta correcta.

Es por esta razón, que algunas las empresas familiares deben buscar afuera y logran encontrar a los equipos ejecutivos ideales para que los lleven al siguiente nivel.

Una empresa no exitosa puede no tener claro por qué no lo es. Puede tener excelentes productos, con buenos precios, con una muy buena calidad. Estas son las áreas que normalmente son revisadas y en donde se buscan los errores o las limitaciones. Lo que no se toma en cuenta, es que las principales decisiones, las que se hacen en la cima de la dirección de esta, pueden ser las que están deteniendo el crecimiento y desarrollo, pues se han tomado con base en emociones que nos hacen perder de vista el profesionalismo.

 DECISIONES

Nuestros caminos son pavimentados por decisiones. Si el destino es el incorrecto es porque hemos tomado las decisiones incorrectas. Cuando el destino es el que deseábamos alcanzar, es porque se tomaron las decisiones correctas en el momento correcto.

Entre más analizadas y con más información se toman las decisiones, más certeros serán los resultados. Por supuesto, también podemos tomar decisiones con otro sistema o proceso distinto, pues muchas de ellas las tomamos no con un análisis, sino con las emociones y de ahí se derivan los problemas organizacionales.

Cuando las decisiones las tomamos basados en las emociones, lo hacemos con sesgo. Este puede no ser medido en países latinoamericanos, pero en los EE.UU., en donde las malas decisiones logran que las acciones pierden valor y no entregar ganancias correctas, el sesgo es responsable por pérdidas millonarias, según lo relata un artículo publicado por McKensey en el año 2019.

PROCESO DE ALINEACIÓN

Administrar una empresa no se trata de “cómo me siento al respecto de un gerente o de mis equipos de trabajo”. Por supuesto que ayuda tener una buena relación con las personas que laboran en nuestras empresas.

Sin embargo, administrar una empresa o presidir una organización requiere que equipe efectivamente cada departamento con el personal más profesional y con los recursos necesarios para alcanzar los mejores resultados posibles. Requiere que lidere a estos equipos a buscar mejorar sus procesos constantemente, poniendo como referencia organizaciones más exitosas y más grandes que la nuestra y, particularmente, marcando brecha y elevando los estándares.

Administrar una empresa requiere no estar satisfecho con los resultados que hemos adquirido, cuando sabemos que tenemos todos los elementos para ser mejor.

¿Cómo saber si lo que mi operación produce es la capacidad que tengo instalada en los departamentos? Será difícil que lo averigüemos haciendo lo mismo que hemos hecho hasta el día de hoy. Pero será posible, si logramos traer a nuestra organización un asesor externo que nos lleve a un proceso de análisis y que los resultados nos digan si hemos tomado las mejores decisiones o no, teniendo la oportunidad de traer un proceso de alineación que lleve a nuestra organización a los niveles que puede llegar. 

Esa es una decisión importante, tomemosla con el pensamiento y no con las emociones.