Cuba: cuándo el Gobierno pide amor y unión.
Esteban Rodriguez salió a caminar con su teléfono, reproduciendo una canción que en ese momento estaba sonando fuerte en las redes sociales. Faltó poco tiempo para que una patrulla de la policía se le acercara y le ordenara quitar su música. Como se negó a hacerlo, fue detenido. Mientras era conducido a la estación policial las autoridades insistían en que quitara el audio. Esteban es un miembro del Movimiento San Isidro, opositor al régimen comunista, y la canción se titula “Patria y Vida”.
El tema, compuesto por artistas de afuera y adentro de la isla en pocas horas se viralizó, es un llamado al cambio y a la libertad del pueblo cubano. La canción representa la oposición a la consigna revolucionaria “Patria o Muerte” y se convirtió en un himno de esperanza para muchos. Otros dicen que es un instrumento para dividir y la alternativa es la unión entre todos los cubanos, y el amor.
Parece políticamente incorrecto oponerse al amor si no se conoce lo que significa en este contexto. Por eso es el eje de la propaganda del gobierno cubano. ¿Cómo puedes oponerte al amor, a la unión, a la paz?
Personalmente, lo veo diferente. Desde mi perspectiva el pueblo de Cuba, su gente, el ciudadano trabajador humilde, es como una esposa ama de casa, madre y enfermera, en total servicio a los demás, muchas veces invisibilizado. El gobierno, en esta relación, es el esposo abusador.
La esposa es abofeteada desde la mañana, cuando ni desayuno tiene para sí y para sus hijos. El hambre, la escases, la miseria impuesta por más de seis décadas, es el primer acto de violencia revolucionaria. Luego sale a trabajar, y primero enfrenta la misión casi imposible de encontrar un transporte para llegar al Hospital, donde ejerce, y es como una patada a su pantorrilla. Allí su esposo le pide absolutos sacrificios, total abnegación y entrega, y al final de mes le paga un salario que no alcanza para nada; es ahí donde la viola, brutalmente.
Y si eso fuera poco, entendiendo el buen negocio, habla con sus amigos vecinos –esos del socialismo del siglo XXI- y la ofrece por un buen precio. Le dice “Ahí la tienes, haz con ella lo que quieras” y el vecino la lleva a los lugares más intrincados, aquellos donde se cosecha mejor el voto electoral. El proxeneta recibe el buen pago, y le da una migaja a su esposa. Un día llega a la casa con una porción de pollo, y un poco de detergente, como productos de lujo. La toma por el cabello y le grita en la cara “¡Qué sería de ti sin mi! Comes gracias a mí, tienes salud por mí, tienes la educación por mí, vives por mí, ¡te lo he dado todo! Deberías estar orgullosa. ¡Nadie tiene lo que tú!”.
Y sí, cierra las ventanas, para que no vea a las vecinas, y le trae cuentos de cómo le va mal a Fulana y Mengana. Selecciona las amistades, las naciones más miserables del universo, porque las otras, las prósperas, son “una mala influencia”.
Mientras el Gobierno esposo sabe qué hacer con su dinero. Una parte es para pagarle a su amigo el Abogado, a quien adoctrinó mientras lo titulaba. Él escribió la ley que los mantiene juntos, así que grita “¡todo es legal, lo ampara la Ley!”, y la amarra. Y lo hace porque si no, no recibe su mísera recompensa. También toca pagar a su amigo el Policía, que le dice “solo casada así puede estar”, y le pega con su tolete en el riñón. De paso le pide al Policía que pase por la oficina del Periodista, que el mismo esposo nombró, pero que, por precaución, mejor es tenerlo amordazado.
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Una parte de los beneficios queda para la Vecina, con quien engaña a su esposa. Ella se hace pasar por amiga de la enfermera, con el único fin de escudriñar sus pensamientos, y percibir cómo se siente, no para defender al esposo -eso puede ser sospechoso- sino para decirle a él, y alertarlo de cualquier sedición. Para la acción está el Abogado y el Policía.
Y claro guarda un poco para si. No compra ropa cara, ni nada a la vista. En su cuarto cerrado con llave, su “cueva” de hombre, guarda su licor fino, sus tabaco caro, y la comida exquisita.
Entonces, ¿qué pasa si algún buen vecino denuncia una relación tóxica? Pues la Vecina sale a gritar que no todos los matrimonios son iguales, que el de ellos es diferente, y que hay que respetar la libertad de elegir el matrimonio que sea mejor. El Abogado dice que todo es legal y el Periodista hace un reportaje sobre la entrega del pollo. Y el esposo grita que hay que respetarse entre vecinos, porque así lo ha dispuesto el vecindario, cada quien puede hacer lo que quiera en su casa, ¡para eso es su casa!
Y si hay algo que resolver, según el esposo, pues debe ser desde la perspectiva del amor. Pero no del amor del esposo a la esposa, es el amor de la esposa al esposo, esto es de la víctima al victimario. Y si, hay que buscar la unión, pero no la unión en la búsqueda de un matrimonio sano, en democracia, es la unión con el fin de cantar un coro de loas a las relaciones tóxicas de tiranía. Y claro, buscan la paz, pero no la paz que significa detener la violencia del abusador, es la paz que significa no acusar al violador sistémico.
Esteban al salir de su detención arbitraria recibió un mensaje en su Facebook. Decía “Te estamos velando y tú mismo vas a pedir llorando que no te rompamos la vida”, “ya sé dónde vives y por dónde transmites, que pena unos palos en medio de una transmisión y se acaba la historia del barrio, mi bate se llama Esteban Rodríguez”. Pues esta amenaza de muerte no parece muy amorosa.
El amor, la unión y la paz que quiere el gobierno cubano es una muy selectiva. Aceptarla es como tener el Síndrome de Estocolmo.