¡CUIDADO, NO ME TOMES!

Ring, ring…

- ¿Hola?

- Hola hijo, soy mamá. Me parece que me puse otra gota para el ojo, y ahora me arde mucho.

- ¡Nooooo!, ¿cómo pasó? ¿no te fijaste el envase antes?

OK, hagamos un parate. Mi mamá tenía en ese momento 77 años, vivía con mi papá (de otros 77 años), y estaba recién operada de un ojo por glaucoma. Del otro ojo, ya había perdido la visión.

Por si sonó mal, mi pregunta no fue un reto, ni una llamada de atención, sino la falta de comprensión ante la gravedad del hecho.

¿Cómo alguien podía equivocarse de caja y/o frasco, en una situación que implicaba nada más y nada menos, que el cuidado de su único ojo sano?

Más adelante, después de haber ido a una clínica médica de guardia a media noche, y comprobar que todo estaba más o menos bien, me dispuse a ver qué gotas y medicamentos tenía a su alcance mi mamá, y si llegaba a comprender las diferencias entre una y otra.

¡VAYA SORPRESA!

En una caja muy bien acomodada, había no menos de 10 packs de gotas diferentes. Y digo diferentes porque me tomé el trabajo de leer uno por uno cada envase. Claro, muchos de ellos eran del mismo laboratorio, pero medicamentos distintos.

No hizo falta indagar más, saltó a la luz el problema. A SIMPLE VISTA TODAS LAS CAJAS ERAN IGUALES.

Mi asombro fue descomunal, al no entender por qué gotas oftálmicas, (entendamos que las personas que se colocan este tipo de medicamentos, posiblemente no estén disfrutando con total plenitud del sentido de la vista), tengan envases casi sin un elemento diferenciador notable.

Foto de ejemplo. Cajas de gotas oftálmicas de diferentes medicamentos del laboratorio Poen.

Parecía el juego de los 7 errores, donde hay que concentrarse para poder ver las diferencias de unas y otras.

En este derrotero de falta de diferenciación, fui a ver las cajas de medicamentos que tenía en una bolsa dentro de un mueble… Creo que no hacen falta más comentarios para el lector.

Foto de ejemplo: Cajas de medicamentos del laboratoio Roemmers.

Enconces... comencé a preguntarme:

¿Es esto el máximo esfuerzo que podemos aportar desde nuestra profesión como diseñadores gráficos? ¿Por qué los laboratorios resuelven la identidad de sus diferentes medicamentos de forma tan homogénea? ¿hay algún secreto oculto que ignoramos? ¿hay alguna regulación desde el Estado que establece que deban ser así?

Esta última pregunta, fue en parte respondida cuando después de indagar di con el texto de la disposición que regula “cómo debe ser el tipo de presentación de las cajas de medicamentos en Argentina”.

Imagen escaneada de la Disposición Nro 8277 de 2011 de la ANMAT.

En ésta, queda en evidencia la falta de parámetros concretos recomendados por parte del Estado, hacia las compañías que producen y comercializan los medicamentos.

Es aquí donde me gustaría hacer énfasis. Si tuviéramos una regulación más puntual, que piense más en las personas, que se ponga en el lugar del otro. Obtendremos seguramente un acceso más seguro a la utilización de los medicamentos.

Las cajas, el blíster (o frasco en el caso de líquidos); los comprimidos y hasta el prospecto, son barreras de accesibilidad que pueden ser saneadas.

Somos diseñadores gráficos, y en mayor o menor medida, nuestro trabajo exige que seamos creativos. A través de la generación de ideas, provocamos discusiones e interpelamos a la sociedad. Estas herramientas, son las que nos permitirán hacer que las personas cambien su mirada. Quizá busquemos respuestas para problemas como estos, y eventualmente no las encontremos. Pero nuestra obligación es plantear los interrogantes, sobre todo si queremos tener un mundo más accesible e inclusivo.

Dejar el debate abierto, nos va a permitir mejorar como sociedad.

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