Día de muertos.
Algunas necrópolis reflejan lo que ocurre en la ciudad de los vivos. Es muy probable que muchos de los que siempre han habitado en los tugurios, o en la estrechez de las viviendas ancladas sobre las laderas, pasen a la eternidad minúscula de las bóvedas. Unas sobre otras, apretujadas, tan abigarradas y casi inaccesibles como las vacilantes casas de las lomas allá en la periferia.
Mientras que algunos, los menos, han pretendido estar en el más allá con la opulencia de sus vidas en el más acá. Amplias moradas apuntan al cielo con ángeles y crucifijos que engalanan el abolengo en busca de indulgencias. Como faraones modernos en una ciudad andina, generan su propia monumentalidad mortuoria para dejar en claro el lugar que ocupaban en la eterna jerarquía que gobierna en la urbe.
Docente Pontificia Universidad Javeriana, Cali
5 añosQue grato es leerte Oscarin! Un abrazo!