¿De qué hablamos cuando decimos "Consumo Responsable"?
Es muy probable que al comenzar a leer éste texto no tengas consciencia de los datos que revela. Y más aún, quizás no tengas consciencia de los daños que provoca su consumo irresponsable en la Salud humana y en la salud Ambiental. Partimos de un interrogante: ¿Alguna vez te preguntaste cuántas veces por día tocas el celular?
Para aproximarse a esa respuesta la compañía HMD Global, una empresa finlandesa especializada en la fabricación y comercialización de dispositivos móviles de la marca Nokia, reveló mediante un estudio que en los últimos 10 años ha aumentado en un 90 % el uso de los dispositivos móviles. La respuesta fue categóricamente alarmante. En promedio, buscamos tocar/mirar/interactuar con el dispositivo móvil 142 veces al día, y pasamos 18 horas y 12 minutos a la semana viendo la pantalla.
No hay dudas que la tecnología móvil se ha adueñado de nuestras vidas, hoy en día no existe alguna persona que no posea un celular. Somos, definitivamente, seres sociales y la comunicación y el lenguaje son la columna vertebral de las relaciones y de las sociedades. Pero la vertiginosa transformación digital, internet y la globalización de las (Tics) han amputado y re configurado las relaciones humanas. A punto tal de apropiarse de nuestro tiempo y nuestra atención. Es cierto que la necesidad de sociabilizar es una condición humana, sin embargo, el desarrollo de los algoritmos de preferencia y la captación psicológica que producen las redes sociales, hacen que estemos continuamente conectados, a través de internet, mediante un dispositivo móvil que nos informara en tiempo real miles de variables que se suceden al instante a nuestro alrededor. Este fenómeno puede denominarse como Hiper-conectividad: El termino conceptualiza el momento que vivimos con relación a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y su impacto económico y social.
Consumo: Adicciones, hiper-conectividad y Salud mental
¿Es posible alcanzar un desapego del teléfono móvil? La pregunta general dependerá de cada uno. Estamos presenciando el surgimiento de un individuo, híper-conectado e hiper-dependiente de la tecnología, con el peligro que eso implica. No estamos creando un hombre más libre, sino un hombre más esclavo de la tecnología y de los dispositivos en línea. Esta hiper-conectividad tiene severos impactos en la salud mental, visual y física. En los estudios referidos al uso del dispositivo móvil se detallan los constructos psicológicos tales como: dependencia, comportamiento adictivo, abstinencia, ansiedad, dimensiones de impulsividad, personalidad, variables de sociabilización, y depresión.
Adam Alter afirma en “Irresistible” que “La adicción nace de un apego profundo a una experiencia perjudicial de la que nos cuesta prescindir. Los comportamientos adictivos no tienen que ver con comer, beber, inyectarse o fumar sustancias, sino que aparecen cuando la persona no es capaz de resistirse a ese comportamiento, el cual, a pesar de proporcionar una respuesta a una necesidad psicológica profunda a corto plazo, causa un daño considerable a largo plazo.” A. Alter (2018)
Estas adicciones pueden tener un efecto negativo en la conexión social. Con frecuencia algunas personas demuestran tener niveles más altos de aislamiento, soledad y ansiedad. La soledad observada es consecuencia de reemplazar la interacción -real- por otra de formato virtual donde el lenguaje corporal y otras señales no pueden interpretarse. Por otro lado, las personas que utilizan en exceso los celulares acostumbran realizar múltiples tareas casi al instante. Esta actividad constante deja poco tiempo para que nuestro cuerpo y cerebro se relajen como es debido y sanamente adecuado. (Multitasking digital)
En consecuencia, asumir el riesgo que existe en el abuso compulsivo de dispositivos móviles es perjudicial para nuestra Salud. Cuidar de nuestro tiempo y actividades en el -mundo real- es, un imperativo moral para concientizar sobre su uso y Consumo Responsable de la tecnología.
“En promedio, los argentinos esperan dos años para adquirir otro Smartphone y sólo el 22,6% conserva su teléfono más de tres años. Sin embargo, la inmensa mayoría (94,3%) sostiene que le gustaría conservar su equipo durante más tiempo. Mientras que el 62,3% aseguró que tuvo que comprar otro porque disminuyó el rendimiento…”
Hacia un Consumo Responsable y los ODS
El sistema actual de producción y consumo de estos productos también representa una amenaza. En todas las fases de la cadena de ese sistema, la extracción de materias primas, la fabricación, el transporte, la venta al por menor, el consumo y la disposición final. Existe una gran cantidad de recursos desperdiciados que tienen un impacto negativo en el planeta y nuestra salud. El 80% de los residuos no se reporta, y la mayoría termina enterrado bajo el suelo. Cabe destacar que los residuos electrónicos no son biodegradables y a la falta de reciclaje adecuado se le suma que cada vez los dispositivos son más pequeños y complejos, haciendo de la recuperación de sus materiales, un proceso costoso. También existe confusión y desinformación entre los consumidores, en términos de cómo se deben manejar estos desechos. En muchos casos se tiran a la basura “normal” materiales que deberían ser separados tales como los teléfonos inteligentes, etc. La falta de conciencia sobre cómo reciclar y la preocupación sobre la seguridad de los datos de los consumidores significa que hay grandes cantidades de residuos sentados en cajones, garajes, dormitorios y oficinas en todo el mundo esperando a ser atendidos.
Si se fomenta, educa e institucionaliza por medio de políticas públicas la aplicación de un enfoque puesto en la Economía Circular, los desechos eléctricos y electrónicos podrían considerarse un recurso que, adecuadamente gestionado, podría promover la obtención de medios de subsistencia, generar empleo, proporcionar acceso a la tecnología, facilitar la modernización tecnológica, propiciar la transferencia de conocimientos y competencias, y crear capital para fabricar productos y recuperar materiales mediante la Economía Circular y el Consumo Responsable.
La -Responsabilidad Social- tiene como objetivo lograr una conciencia social enfocada en la responsabilidad de los daños derivados del consumo sobre el Ambiente. Una de las causas de los problemas ambientales es producto de la cultura y el estilo de vida de las personas, y de su consumo exacerbado e indiscriminado. Es decir, el Consumo Responsable tiene en cuenta la decisión de compra del consumidor de productos de tecnología y su implicancia con el daño ambiental. Es necesario fomentar la concientización y garantizar el acceso al consumo y a la producción de bienes sostenibles con un triple impacto positivo; económico, social y ambiental. Los Objetivos del Desarrollo Sostenible, obligan y exigen el re- diseño de nuestros hábitos de consumo y de producción, hacia una relación más armónica con la naturaleza y tomando como principio ético la Responsabilidad Social Ambiental (RSA) y el Consumo Responsable. Solo así, podremos alcanzar una sociedad más justa, una producción más sustentable, y un mundo más saludable.
Obsolescencias programadas y Economía Circular
Podemos definir a la Economía Circular como el imperativo ético de la restauración y regeneración, y qué, como tal, trata de prolongar el -ciclo de vida útil- de los productos, asimilando homeostáticamente, los ciclos técnicos, a los biológicos.
La Economía Circular es de cierto modo la antítesis del modelo lineal. Es el contra efecto de la obsolescencia programada. Es, conceptualmente, un modelo “holístico”, “restaurador” y “regenerativo”. Propicia que productos se conserven duraderos a lo largo del tiempo, optimizando recursos desde el diseño y adoptando componentes y materiales que mantengan su valor y su utilidad de modo permanente a lo largo de todo el ciclo de vida, desde su diseño, producción y uso y disposición final. Genera enormes ventajas ambientales, beneficios sociales y valor añadido para las empresas, además de crear aspectos necesarios para garantizar la sostenibilidad de los recursos y la conservar la bio-diversidad ecológica en un contexto de globalización y un mercado asimétrico.
El objetivo de la Economía Circular es romper con el paradigma lineal de (extraer-producir-usar y descartar) que resulta ser, el caldo de cultivo de profundos y trasversales problemas ambientales. La Economía Circular propone un modelo que respete los límites biofísicos de la biosfera y genere cambios radicales de paradigmas en los ámbitos, cultural, social, político y económico. El propósito es introducir alternativas orientadas a la inteligencia social de las organizaciones productivas para alcanzar, un total y definitivo, rechazo de la cultura del despilfarro y del descarte encarnado en las sociedades postmodernas.
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¿De que hablamos cuando hablamos?
Hay 100 veces más oro en un kilo de celulares que en un kilo del mineral que se extrae en una mina. Un dispositivo móvil de última generación está compuesto por elementos que provienen de actividades primarias y extractivas. Todos estos elementos se encuentran dispersos en otros elementos, complicando significativamente su extracción y haciendo del proceso un costoso entramado de externalidades negativas para el Ambiente y un factor de contaminación en los recursos de uso común, como son los cursos de agua, la atmosfera y los suelos, entre otros. Lejos estamos de comprender los problemas socioambientales que se suceden en los territorios cada vez que tocamos un teléfono celular.
El Consumo Responsable implica concientizar sobre el hecho que interpela:
¿De qué están hechas las cosas que cotidianamente usamos? Para responder a esa pregunta es necesario educar sobre el -fin de la vida útil- de los productos, (en este caso un teléfono móvil). Estos pueden ser enviados a centros de reciclaje donde es posible reacondicionarlos, para que estos productos no terminen en el ambiente sin un tratamiento previo que garantice su seguridad y minimice los impactos en el ambiente. Generalmente son reducidos a trozos en máquinas trituradoras y pasan a la eternidad como polvo de compuestos contaminantes en los rellenos sanitarios con la consecuente contaminación de los suelos, la emisión de gases contaminantes por combustión y la degradación de los suelos.
La chatarra electrónica y el Ciclo de Vida de un producto
Una de las grandes ventajas de la Economía Circular es la implementación de “los sistemas circulares” que tienden a maximizar el número de ciclos consecutivos y/o el tiempo empleado en cada ciclo, aumentado la vida útil de los productos y favoreciendo la reutilización. A su vez, compartir recursos incrementa el grado de utilización de productos y de reutilización de los subproductos y la re valorización de los residuos en nuevos elementos constitutivos de la producción. Los sistemas circulares promueven que los nutrientes biológicos vuelvan a entrar en la biosfera de forma segura, para que su descomposición genere materias valiosas susceptibles de ser incorporadas a un nuevo ciclo.
Es importante incorporar la consciencia sobre el Consumo Responsable y la circularidad, dado que ese celular que nos ha acompañado algunos años de nuestra vida no puede, ni debe terminar en un simple basural.
Los RAEE y la Economía Circular
Los desechos electrónicos se denominan como RAEE (Residuos de aparatos eléctricos y electrónicos). Una vez en desuso, estos aparatos son peligrosos porque contienen metales pesados y otras sustancias contaminantes que no deben ser manipulados sin las precauciones requeridas. Además, si quedan expuestos en basureros informales o en los rellenos sanitarios, sus componentes pueden contaminar el ambiente, el suelo y el agua.
Según la ONU cada año se producen aproximadamente 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos, los llamados “desechos electrónicos”. De todo esto, solo se recicla correctamente el 20%. Si no se toman medidas, la cantidad de residuos se duplicará con creces para 2050, llegando a 120 millones de toneladas anuales.
“Si se diseñan productos que duren más tiempo, y si se recupera, reutiliza y recicla una mayor cantidad de desechos a lo largo del ciclo de vida de esos productos, habrá menos demanda de materiales vírgenes y se generarán menos residuos de la extracción de materias primas y de los procesos de embalaje y transporte de los productos”, afirma un informe de la OIT.
Este tipo de residuos son considerados Residuos Sólidos Urbanos Sujetos a Manejo Especial (RME), en los términos de la Ley 1854 conocida como Ley de Basura Cero, que por características de potencial peligrosidad, nocividad o toxicidad, deben sujetarse a programas y planes de manejo específicos.
Es necesario garantizar su correcta gestión debido a que en su composición cuentan con:
Esta última porción de residuos peligrosos está sujeta a un sistema de gestión ambientalmente adecuado, en los términos de la ley 2214.
Escrito por Gabriel Acevedo y publicado por Ecología Activa
Excelente artículo!!!!👏