Dejen una salida a Rusia

‘Cuando rodeas a un ejército, déjale una salida libre. No presiones demasiado a un enemigo desesperado”.

Sun Tzu. El arte de la guerra

Seguramente es muy acertada la metáfora que ve a un enemigo fuerte, parcialmente derrotado en la contienda militar, como una bestia -pongamos un oso- herida y arrinconada a la que no conviene presionar y sí antes dejar huir debido a su potencial, a pesar de sus heridas. Ahora imaginen a un oso con arsenal nuclear. 4.500 ojivas.

Un enemigo con armamento nuclear (simplifiquemos el debate, más allá del ‘no convencional’) y con voluntad estimada de usarlo es prácticamente invencible, ya que es casi imposible lograr su rendición en el sentido clásico del término. No es algo fuera del tablero, pero además de lograr su reducción en los territorios en los que se haya desplegado, deben anularse sus capacidades nucleares desde dentro y he ahí lo complicado. Ejemplo histórico: es posible que Hitler, de haber tenido capacidades balísticas nucleares, hubiera lanzado algunas bombas antes de quitarse la vida en su búnker de Berlín. Adolf Hitler no tenía capacidad nuclear, pero Vladimir Vladimirovich Putin sí.

Antes de continuar, un apunte: este autor considera que la invasión de Ucrania por parte de Rusia es ilegal e injusta; que las tropas rusas, regulares e irregulares han cometido adicionalmente atrocidades contrarias al derecho internacional; y que existen indicios verificados por fuentes independientes (algunas basadas en imágenes de tácticas militares de difícil explicación táctica por mi parte) de la comisión de crímenes de guerra y contra los derechos humanos por parte de las fuerzas comandadas desde Moscú. La guerra debe acabar y los responsables de tales crímenes deben ser juzgados y condenados, en su caso.

Dicho lo cual, volvemos: el oso tiene armas nucleares. Nadie se ha creído esa supuesta intención inicial de asegurar para los intereses rusos el Donbás, atacando el sur y lanzando otra pinza desde el norte sobre Kiev. Los 200.000 efectivos, en números redondos, las ineficientes y pobremente planeadas cadenas de suministro y las inexplicables tácticas militares vistas sobre el terreno tenían un único objetivo: descabezar el Gobierno de Kiev y someter a Ucrania. La bravura ucraniana, la asistencia (inteligencia y material) occidental y el inesperadamente ‘cutre’ despliegue ruso lo impidieron. Y a pesar de ello, la Rusia actual, con un Putin apunto de cumplir 70 años, debe tener una salida que pueda vender como digna.

¿Eso significa olvidar los casi seguros crímenes contra la Humanidad cometidos en Bucha y otros parajes del teatro de guerra ucraniano? No. ¿Significa dar marcha atrás en la intención de Kiev de ingresar en la OTAN y retener Crimea? Zelensky ya ha dicho que estaría de acuerdo ¿Quiere decir que los oblasti de Donetsk y Lugansk deben ser reconocidos como repúblicas independientes? Kiev, Bruselas, Washington y otras capitales lo dirán. ¿Quiere decir asentir cuando los rusos declaran serios que sus objetivos eran distintos a los que todo el mundo conoce? No me cabe duda. “Por supuesto, camarada. Y buen viaje de vuelta”. Y aquí paz. Y después gloria.

Todo significa que Rusia es una potencia nuclear y, por razones muy parecidas a las que describe Wendy Sherman en alguno de sus escritos, y que los exsoviéticos comparten con Corea del Norte (¿nadie se ha preguntado por qué el Mundo no se quita ese amenazante quiste, molesto -con matices- incluso para la propia China?), no puede ser vencida totalmente así como así. La doctrina nuclear actual rusa faculta al Kremlin para emplear armamento nuclear si ve amenazada “la existencia misma del Estado”. Cual Hitler en su búnker.

Y más: disguste a quien disguste, creo que la posible prevención de la Guerra de Ucrania se escapaba a la diplomacia y sus necesarias habilidades complementarias melifluas; la posible solución, en cambio, pasa por ella de manera ineludible.

Hasta ahora hemos evitado que Irán pueda desarrollar capacidad nuclear. Evitar eso en Rusia necesitaría un viaje en el tiempo de 70 años atrás. Decir que alguien con armamento nuclear, que actúa fuera de los márgenes de lo internacionalmente admisible, sólo fanfarronea y no está dispuesto a usar sus ojivas es un juicio que yo no me atrevo a firmar. ¿Y usted? Ya ha perdido la guerra. Dejen una salida a Rusia.

Francisco J. Girao es el director del Departamento de Defensa, Seguridad y Aeroespacial de ATREVIA