No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha
Todos decimos ser tremendamente generosos. Somos ejemplares a la hora de compartir. Al menos eso creemos, aunque sea por tanto pregonarlo a los cuatro vientos. Socialmente está bien visto y hace sentirnos genial. De hecho, lo único que cambiaríamos de nuestro sistema fiscal progresivo (mayores impuestos para los más ricos), sería radicalizar el tipo máximo: "¡Que lo eleven al 99%!¡Que los ricos aflojen panoja!". Nuestra moral es tan justa y dadivosa como la de cualquier nórdico.
Cambiemos el foco: de la persona nos vamos a la región; de los impuestos individuales a los comunitarios. Mágicamente el egoísmo empieza a florecer como un campo de amapolas en primavera (en especial en determinadas regiones). Si añadimos a nuestros cabales y "súper preparados" políticos, como resultado obtenemos uno de los debates más candentes y recurrentes del panorama nacional: la equidad del reparto territorial del gasto público y de las cargas tributarias que lo financian.
Parece que la borrachera marxista sólo se aplica en el plano individual, donde nuestro imaginario nos coloca como gente obrera y humilde, muy alejados de los ricos que nos oprimen y explotan. Miramos siempre hacia la gente que tenemos por arriba, pero nunca a los que tenemos por debajo. Resulta que el 61,28% de los asalariados españoles ganan menos de 21.000€ brutos anuales. Porcentaje que sube hasta el 78,66% si elevamos el salario bruto anual a 30.000€ (FUENTE: AEAT. Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). ¿Cuántas personas tienes por debajo? ¿Cuánta tienes por encima?
Sin embargo, tal vez vivamos en una región prospera y que por tanto deba ayudar a otras regiones más limitadas. Automáticamente cambiamos de bando. Ya no somos pobres, ahora somos ricos que deben repartir su suerte. Es en este momento cuando nos rasgamos las vestiduras y clamamos igualdad: "¡España nos roba!".
El que piense de esta manera, que abandone inmediatamente sus discursos socialistas moralmente aceptados y abrace con fuerza al más puro capitalismo. No hay nada de malo en ello, pero no seamos hipócritas, por favor.
No perdamos el foco y retomemos nuestro tema: la equidad del reparto territorial del gasto público y de las cargas tributarias que lo financian. En este debate han jugado un papel importante los estudios sobre las llamadas balanzas fiscales regionales, en los que se cuantifican los flujos fiscales entre distintos territorios y la Administración Central.
¿Qué es una balanza fiscal regional?
Se trata del saldo resultante de restar los impuestos que una comunidad aporta al conjunto del Estado de la inversión del gobierno en dicha región. Es decir: lo que te dan, menos lo que aportas. Este saldo puede ser positivo (ganancia) o negativo (aportación).
La construcción de balanzas fiscales regionales es una tarea tremendamente tediosa y complicada que está muy lejos de ser una ciencia exacta (Por ejemplo: las competencias atribuidas a unas comunidades y otras son diferentes) para la que existen varios enfoques, por lo que queda fuera de este artículo. Esta complejidad se agrava cuando nuestros queridos políticos, enarbolando la bandera del populismo, realizan análisis superficiales y los utilizan para excitar sentimientos de agravio comparativo con la esperanza de obtener rendimientos electorales.
Es por lo que el Ministerio de Hacienda ha adoptado el Sistema de Cuentas Públicas Territorializadas (SCPT). Esta herramienta estadística pone especial interés en la construcción de un agregado homogéneo de financiación autonómica a competencias idénticas e igual esfuerzo fiscal. Esto permite realizar comparaciones válidas entre todas las regiones.
Entre sus partidas existen dos grupos que se distribuyen con una lógica territorial: el gasto territorializable (financiación regional, infraestructuras y transporte, ayudas regionales, sanidad, educación y seguridad ciudadana) y la regulación y promoción económica (rebajas fiscales que pueden considerarse ayudas regionales).
¡Ya está bien de tanta palabrería! Una imagen vale más que mil palabras, así que vamos a ello.
Analicemos con calma toda la información que incluye el gráfico:
- En la primera columna se encuentran las comunidades autónomas ordenadas por su PIB per cápita. Es cierto que este indicador no muestra la riqueza real de los habitantes de una región, pero es sencillo de entender, está ampliamente aceptado y se utiliza en múltiples comparativas. Se muestra el valor para algunas regiones a modo orientativo.
- En la segunda columna se encuentran las comunidades autónomas ordenadas por el saldo territorializable per cápita (resultante de sumar las dos partidas comentadas anteriormente). Se muestra el valor para algunas regiones a modo orientativo.
- En la parte central del gráfico existen unas líneas (dibujadas a mano alzada con tremenda precisión) que unen ambas columnas. El color de las líneas muestra la ganancia (verde) o pérdida (rojo) de posiciones de un ranking a otro.
- En la primera columna sería lógico presuponer que todas aquellas regiones con un PIB per cápita superior a la media de España (25,9K€) pierdan posiciones, es decir CONTRIBUYAN (en mayor o menor medida). Vemos que en gran parte se cumple ya que de la mayoría de ellas parte una línea roja.
- De forma opuesta, también sería lógico presuponer que todas aquellas regiones con un PIB per cápita inferior a la media de España ganen posiciones, es decir RECIBAN (en mayor o menor medida). Vemos que en gran parte se cumple ya que de la mayoría de ellas parte una línea verde.
- Los triangulitos que acompañan a la segunda columna muestran las posiciones que sube o baja una región de un ranking al otro (a todos nos gusta el morbo).
- La gráfica muestra cierta coherencia: el saldo fiscal tiende a empeorar según aumenta la renta per cápita, de forma que los territorios más ricos generalmente presentan déficits fiscales mientras que los de menor renta suelen disfrutar de superávits.
- Existen casos muy llamativos que disfrutan de un tratamiento beneficioso ya sea por su deslocalización (Canarias sube 10, Ceuta y Melilla suben 15), promoción del desarrollo (Extremadura sube 12) o regímenes fiscales forales (País Vasco y Navarra deberían bajar varias posiciones y en cambio se mantienen).
- En el lado opuesto existen casos inexplicables, regiones especialmente maltratadas: Comunidad Valenciana, Murcia e incluso Andalucía.
¿Conclusiones?
Parece lógico que en un país como España con un sistema fiscal progresivo (esto es, que debe pagar más el que más tiene), las regiones en las que residen las personas y empresas con más recursos sean las que más aporten al conjunto (redistribución de la renta) y, por lo tanto, registren una balanza fiscal negativa.
La solidaridad entre regiones es algo habitual a todos los niveles. Por ejemplo, la Unión Europea destina gran cantidad de ayudas a los países menos favorecidos, incluso que no forman parte de la Unión. Me sorprende que regiones españolas detesten ayudar a sus compatriotas, pero abracen la idea de solidarizarse con culturas y países situados a miles de kilómetros, con los que no existe ningún nexo de unión.
Muy significativo es el caso de los regímenes fiscales que disfrutan País Vasco y Navarra. Zonas en las que existe un fuerte sentimiento nacionalista y de abandono del sistema actual. Tal vez deberían echar cuentas y ver el atraco a mano armada que cometen año tras año. Esa necesidad imperiosa de ruptura seguramente se quedase en un sueño romántico sin sentido.
Finalmente comentar que está demostrado que las ayudas monetarias suelen diluirse, principalmente porque no existen buenos gestores. Tapar los problemas con palés de billetes no suele funcionar (por ejemplo: el caso de Alemania con su parte oriental, o las décadas de ayudas monetarias a África). Siempre he pensado que es mejor fomentar el desarrollo y crecimiento propio. Enseñar a pescar en lugar de dar un pescado. Seguramente los habitantes de Extremadura o Castilla y León agradezcan la creación de tejido empresarial que fije población en su comunidad, por encima de subvenciones y descuentos.
Desde luego unas regiones, por su ubicación, son infinitamente más atractivas que otras para alojar empresas. No podemos obligar a una empresa que se instale donde nos apetezca. Así que hay que buscar otras soluciones. ¿Podría ser la irrupción del teletrabajo la fórmula para repartir riqueza entre los más de 8.300 municipios españoles en lugar de concentrarse en las grandes capitales? Yo quiero pensar que sí.
¿Qué opinas tú?
Data Science & Analytics
4 añosEl gráfico es buenísimo, Mario. El artículo me ha hecho ponerme a investigar más sobre el tema. Espero que vengan más.
Senior Data Engineer | Python & SQL | AWS & GCP | Freelance Professional
4 añosMuy interesante tu reflexión Mario. Pero yo opino justamente lo contrario, creo que donde ves el problema yo veo la solución. En mi opinión, habría que descentralizar no sólo el gasto, si no también el ingreso por parte de las Comunidades Autónomas. Así si Andalucía, por poner un ejemplo, quiere atraer capital tanto financiero como humano para bajar su paro, podría aplicar rebajas considerables en el impuesto de sociedades, IVA o IRPF. Y no esperar a recibir transferencias para subsidiar a su población. He puesto el ejemplo de Andalucía, pero lo mismo aplica a la dialéctica en la Unión Europea con las inyecciones de capital, que los países del Mediterráneo quieren sin condiciones y los países del Norte exigen condiciones. Enhorabuena de nuevo por lo bien documentado de tu artículo.
Arquitecto en SHAR ARQUITECTURA
4 añosLa solidaridad ha de ser voluntaria, y via impuestos es tergiversar deliberadamente la verdad. Me ha encantado el gráfico. Grande Mario!
Social Media Strategist | Marketing Digital | Social Ads
4 añosTe felicito, Mario, por exponer de un modo tan divulgativo y basado en datos un tema tan complejo y controvertido. Me ha sorprendido mucho el tema de Murcia o Comunidad Valenciana. ¡Es un escándalo! Ojalá el teletrabajo fuese una medida más para redistribuir la riqueza y, poco a poco, el talento dejaría ser propiedad de unos pocos.