DEL SUJETO EDUCADO AL EDUCANDO SUJETO V
Así fue como la contrarrevolución neoliberal marcó el paso de una educación disciplinaria a una educación de control por medio de la desterritorialización, territorialización, reterritorialización del espacio educativo (Deleuze, 2015). Si el aula reflejaba un mapa de la realidad de los alumnos (Foucault, 2009), ahora nos encontramos que el aula física se transforma de acuerdo a unos patrones y una estética multifuncional y polivalente al estilo de las grandes multinacionales como Google y Apple, donde hay distintos espacios diferenciados para realizar funciones específicas y concretas. Y no sólo eso. La implementación del aula virtual, deviene en tal pluralidad individualizada que no es posible diferenciar nada distinto, nada singular. Roto el espacio y el tiempo de aprendizaje al hacerlo ubicuo y asíncrono, la cartografía se rompe, pues ya no hay ningún tipo de coordenadas.
Tan solo es posible la volatilidad de una web que hace emerger una nube de sujetos aprendices controlados por la información que consumen y producen. Son los nómadas digitales que aparecen, desaparecen y reaparecen. Unos agotados, esos sí, por una oferta de contenidos educativos capaz de saciar y desbordar los más voraces apetitos, mientras que otros alienados quedan sumidos en la desmotivación y la desidia ante las abrumadoras posibilidades de elección. Los primeros aspirantes a guardianes de la sociedad del conocimiento, mientras que los segundos aspirantes a la sociedad de la ignorancia. Todo ello ante la abrumadora paradoja que los mismos mecanismos de control que se introducen para mejorar la calidad de la educación son los que la acaban degradando. ¿Serán capaces algunos de encontrar el punto de fuga para aspirar a la sociedad del pensamiento?
Antes, al terminar las clases por la tarde, ibas a casa dejando la escuela con todas sus problemas y relaciones con los compañeros hasta el día siguiente. Llegabas a casa y estabas en otro entorno, un entorno familiar e íntimo que ningún móvil u ordenador podría interrumpir. ¿Por qué? Porque todavía no existían esas distracciones. Hoy en día sí. Los niños y adolescentes de hoy en día traen consigo la escuela y todo su bagaje las 24 horas del día. No pueden escapar de ello. Antes, las escuelas eran un encierro y el examen uno de sus principales mecanismos de poder o control. El régimen disciplinario utilizaba todo un abanico de exámenes y preguntas que generaba información que luego se utilizaba en los juicios normalizantes, De esta forma los mecanismos del poder disciplinario moldeaban al individuo y el poder se aplicaba de forma analógica, pero discontinua. (Foucault, 2009).
En cambio, ahora la formación permanente tiende a sustituir la escuela, y el control continuo tiende a sustituir al examen. En la sociedad del control, nosotros somos dividuos, un flujo constante de datos cuantificables que se varían o se modulan constantemente, estés en la escuela, en casa o donde sea. (Deleuze, 1995). Por un lado, este tipo de control nos libera de los encierros permitiéndonos la libertad de estudiar donde queramos. Sin embargo, uno ya no se puede esconder o desconectarse. Hay que estar siempre pendiente, responder correos, y asumir una responsabilidad a toda hora. A diferencia del panóptico ubicado en el centro con su vista, real o imaginada, radiando hacia fuera, la vigilancia en la sociedad del control está dispersa, esparcida entre los códigos y contraseñas que regulan acceso a la información. Este rastreo es continuo y automático, generando información muy codiciada.
En la sociedad del control, los mecanismos del control son variaciones inseparables. ¿Qué quiere decir eso? Pues que en vez de encierros cuyos mecanismos moldean individuos, lo que propone Deleuze es un entorno generalizado de control que opera con modulaciones y variaciones. No moldea individuos, sino que modula segmentos o fragmentos de individuos, lo que Deleuze llama dividuos. Estos segmentos o fragmentos no son las partes del cuerpo, cómo pueden ser el brazo y la pierna, que la disciplina moldea, sino información o datos que pueden ser modulados y variados con mucha fineza, información, que, en el caso de la educación, puede ser la inteligencia, talento, hábitos, calificación, emociones, etc.
En fin, ésta es la cuestión que enfrentamos, el carácter de nuestra realidad a futuro. ¿Será de mayor vigilancia y control, conduciendo a un escenario distópico o podemos ver este control ejercido de forma positiva en el ámbito de la educación del ser humano? En una entrevista en 1983, Foucault, hablando de su perspectiva política, dijo: “El punto no es que todo es malo, sino que todo es peligroso, lo cual no es exactamente lo mismo. Si todo es peligroso, entonces siempre tenemos algo que hacer”. Por otro lado, en una conferencia de Deleuze titulada ¿Qué es el acto de creación? en 1987 dijo: “Solo el acto de resistencia resiste a la muerte bajo la forma de una obra de arte o bajo la forma de una lucha de los hombres. Esta es la relación más estrecha y misteriosa”. Bajo estas premisas, quizás debamos concebir la educación como aquellos flujos de disciplinas y afectos capaces de devenir en un acontecimiento en el que los sujetos se vayan transformando y hagan lo único que merece la pena ser hecho. Aprender a convertir su vida y la de los demás en una obra de arte. Y, eso, como dijo Raimon Panikkar, no se enseña. Se contagia.
Bibliografía
CARR, Nicholas. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Madrid: Ediciones Santillana, 2011.
DELEUZE, Gilles. Post-scriptum de las Sociedades del Control, en Conversaciones. Valencia: Pre-Textos, 1995.
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DELEUZE, Gilles, GUATTARI, Félix. Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-Textos, 2015.
DOMÈNECH, Joan. Elogi de l’educació lenta. Barcelona: Editorial Graó, 2010.
FOUCAULT, Michel. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI, 2009.
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PRENSKY, Marc. Enseñar a nativos digitales. Madrid: Ediciones SM, 2011.
ZOHAR, Danah. Rewiring the Corporate Brain. Oakland: Berrett-Koehler, 1997.
VINAGRE, Margarita. Teoría y práctica del aprendizaje asistido por ordenador. Madrid: Editorial Síntesis, 2010.