Del tingo al tango.
Cuando la vida te sacude, el propósito te encuentra
La vida tiene formas curiosas de ponernos a prueba, de cuestionar lo que somos y lo que hacemos. Mi historia no es diferente, pero sí única en la forma en que me ha llevado a descubrir mi propósito, ese motor interno que nos impulsa a dar lo mejor de nosotros y dejar un legado. Hoy quiero compartir contigo ese camino, con la esperanza de que en mis vivencias encuentres una chispa que encienda la búsqueda o el fortalecimiento de tu propio propósito.
El terremoto que cambió mi vida
Era un día común, sin nada especial que lo anticipara. La tierra se movió con tal fuerza que transformó todo lo que conocía. Decidí salir y enfrentar el caos que mis ojos no podían comprender. En medio de la polvareda y el desconcierto, vi algo que encendió en mí una necesidad irreprimible: hacer algo.
Con 16 años y más voluntad que recursos, convoqué a mis compañeros de colegio. En cuestión de horas, nuestro pequeño grupo había crecido hasta convertirse en una brigada organizada que movía escombros, ofrecía consuelo y llevaba ayuda donde más se necesitaba. Habíamos descubierto el poder de la acción colectiva, y con ello, un propósito en común. La vida no podía regresar a la normalidad, no después de haber probado el impacto que se puede tener cuando actuamos con determinación y un objetivo claro.
Lecciones desde la vulnerabilidad
Años después, la vida me sacudió de nuevo, pero esta vez no fue un terremoto externo, sino uno interno. Un problema de salud me dejó postrado, impotente y dependiente. Perder la movilidad fue un golpe devastador, pero la verdadera enseñanza no vino de mi incapacidad para moverme, sino de descubrir que mi fuerza estaba en mi voluntad.
Cada esfuerzo por levantarme, aunque no siempre exitoso, era un recordatorio de que había algo más grande que mis limitaciones físicas. Esa fuerza invisible que nos empuja cuando creemos no tener nada más. Descubrí que la resiliencia no es solo soportar, es adaptarse, es transformar el dolor en un escalón hacia algo mejor.
El poder de compartir experiencias
En mi trayectoria profesional, otro momento clave llegó cuando comencé a ver el impacto de mis palabras y acciones. En reuniones con empresas, mis sugerencias, muchas veces espontáneas, se convertían en cambios reales en sus programas. No tenía que estar en todas partes ni hacer todo yo mismo; compartir experiencias y guiar a otros se volvió una herramienta poderosa para multiplicar el impacto.
Esa fue otra revelación: el propósito no siempre está en lo que haces directamente, sino en cómo inspiras y empoderas a otros para que ellos también actúen.
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Cuando todo parece perdido, la vida te redirige
El punto más crítico llegó cuando, después de un crítico problema de salud, perdí mi trabajo, esa institución que había sido mi casa durante 20 años. En ese momento sentí que la vida me daba otro golpe bajo. Aunque muy difícil, pero no podía rendirme, decidí verlo como una oportunidad para redescubrirme, entendiendo que todos somos más que un título o el membrete de nuestra empresa. No fue fácil, pero entendí algo esencial: el propósito no está en lo que haces, sino en por qué lo haces.
Lo que cambia no es tu esencia, sino los caminos que eliges para seguir adelante. Mi propósito permanecía intacto, aunque mi entorno se transformara. Me tocaba reinventar mi forma de contribuir al mundo, pero con la certeza de que el legado que quiero dejar seguirá siendo el mismo.
El propósito como brújula
Descubrí que el propósito no está en las adversidades que enfrentamos, sino en lo que decidimos hacer después de ellas. Cada experiencia, por más difícil que parezca, nos da una lección que nos permite crecer, redefinir nuestras prioridades y avanzar con mayor claridad hacia lo que queremos lograr.
Hoy entiendo que mi propósito es inspirar, guiar y multiplicar acciones que transformen positivamente nuestro entorno. Es un propósito que se alimenta de cada experiencia, de cada tropiezo, y que sigue evolucionando mientras camino hacia nuevas metas.
Claves para encontrar tu propósito
Hoy, te invito a reflexionar: ¿qué propósito guía tu vida?
Si aún no lo has encontrado, no te preocupes, a veces las respuestas llegan cuando menos lo esperas. Y cuando lo encuentres, permítele guiar cada una de tus acciones. Te aseguro que transformará no solo tu vida, sino también la de quienes te rodean.
La vida me ha enseñado que el propósito no es un destino, es el camino. Y mientras lo recorremos, vamos dejando huellas que inspiran a otros a buscar el suyo.