Delegar, ¿es difícil?

Delegar, ¿es difícil?

Delegar es una práctica sumamente eficaz cuando lideramos un equipo... Pero qué difícil que se torna en algunas ocasiones.

En este artículo te voy a contar todo aquello que a mi me sirvió para pasar de no delegar nada, a delegar responsabilidades de manera efectiva. El camino no fue sencillo, sin embargo fue necesario.

Mi experiencia a lo largo de los años

Primero el contexto. Desde los veinticinco  años trabajo liderando equipos. Desde ese momento al día de hoy, noté como he cambiado la manera de ver el delegar.

Cuando era más chica realmente no podía hacerlo. Creía que solo yo podía hacer las cosas de la manera adecuada, que si no me metía en el más mínimo detalle, entonces las cosas estarían mal hechas, que tardaría más en explicarlo que hacerlo… ¡Que error!

¡Hasta me ponía a sacar fotocopias!

En una ocasión, por ejemplo, me pasaba con una colaboradora especialista en administración y finanzas, que lógicamente estaba más capacitada que yo en estos temas. Sin embargo, decidía meterme  hasta en el mínimo detalle, obstruyendo aquello que esa persona podía hacer mucho mejor que yo.

Ya lo dije. Yo creía que solo yo podía hacerlo.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el darme cuenta de lo necesario de delegar, ya no me pasa. Sino que todo lo contrario, ahora escucho un montón. 

¿Una confesión? Ahora hasta cambio mis decisiones por opiniones que me da mi equipo de trabajo.

Pero, ¿por qué? ¿Cuáles son las causas psicológicas de esto?

Primero que nada, debo aclarar para quienes no me conocen que mi profesión es la psicología. Profesión que ejercí por un corto período de tiempo, mientras desarrollé un par de empresas.

En cuanto al aspecto psicológico, hay dos cosas que nos juegan en contra en este sentido: Primero la necesidad de control, y por otro lado el ego.

Necesitamos controlar todo por la sencilla razón de que tenemos la necesidad de hacerlo. Esto no solo ocurre en el aspecto laboral, sino que puede llegar a alcanzar cualquier ámbito de la vida: En nuestras familias, nuestras casas, nuestro trabajo, etc.

El control es una necesidad inminente, que no podemos controlar y que puede estar acompañada de pensar que cosas malas pueden ocurrir si no las controlamos. Suele estar asociada a la ansiedad, al poder y al miedo a la incertidumbre (que siempre existe).

En mi caso, por ejemplo, al crear una empresa y sentir que es como un bebé, podemos llegar a sentir miedo de que alguien la tome, la lleve mal y eso afecte todo. A veces, nos creemos imprescindibles. 

Además, voy a contarte otra experiencia que he tenido. Allá, por mis veinticinco, me dí cuenta de que tenía la necesidad de estar en absolutamente todo, tal vez para demostrar que era capaz, que “yo sola puedo”... Dicho de otro modo, para enmascarar una serie de inseguridades. 

Allí es donde el ego aparece y nos juega una mala pasada. Aquello de pensar en que “Yo puedo todo”, “A mi me sale mejor”, “Si no estoy ahí, entonces no va a salir”... puede tener resultados nefastos.

No tenemos la verdad absoluta, ni tampoco podemos manejar la incertidumbre, sólo podemos aprender a vivir con ello. 

Nadie niega ni discute que queremos, imperiosamente, que nuestro negocio funcione y, a veces, creemos que solo funcionará si estamos en todo. ¿Pero esto realmente es así? La verdad es que no creo que esto sea real o sostenible en el tiempo.

¿Y cómo afecta o cómo afectan los líderes? En ocasiones, algunos líderes esperan que los colaboradores sean un calco de ellos mismos, guiados por la idea del “yo lo hago mejor”. 

El micromanagement no es una manera eficaz de llevar adelante el liderazgo.

¿Y entonces qué? ¿Cómo delegar?

Es importante que el líder sea inspirador y que demos a nuestro equipo un propósito común y la motivación necesaria para conseguirlo. También es importante empoderarlos y permitirles que fallen.

En mi caso concreto, hoy me rodeo de personas calificadas y especializadas en distintas áreas. Claro está que yo no poseo conocimiento sobre todas esas especializaciones, y es por eso que confío en mi equipo para ello. ¿Quién mejor que ellos para poder llevar adelante los planes que la empresa necesita según su especialización?

Creo que un CEO tiene que entender que para esto tiene equipo y no quedarse en el micromanagement, ya que se trata de un proceso que desgasta a los colaboradores y les impide crecer o lograr objetivos.

Además nos deja tiempo para todas las demás tareas y decisiones que debemos tomar día a día, incidiendo directamente en el aumento de la satisfacción de los colaboradores, fomentando la eficiencia, la iniciativa, la creatividad y el trabajo en equipo.

Bien, Caro, comprendo. ¿Y a nivel psicológico?

Delegar es beneficioso para ambas partes: Para nosotros, que evitamos desgastarnos innecesariamente y, así ser capaces de llevar una vida equilibrada y con menos estrés; y para los colaboradores, a quienes les damos un voto de confianza que alimenta su motivación y sentido de utilidad en la organización.

Cómo darte cuenta de que una tarea tiene que ser delegada. 

Cada persona tiene una misión, tanto dentro de la empresa, como fuera de ella. Allí es importante que cada persona agregue valor en el área que ocupa. Si yo no agrego valor en determinada tarea, ¿por qué hacerla?

Hay especialistas que saben más sobre determinadas cosas y, por tanto, son los que  pueden realizar mejor la tarea delegada a que lo haga uno.  Incluso cuando se siente que uno sabe al respecto.

¿Y qué ocurre con las tareas operativas? ¿Realmente tenemos que estar en eso? Aunque puede parecer que el CEO o líder debe estar en todo, lo cierto es que este rol debe estar orientado a ver el cuadro completo, a tomar decisiones, a liderar… Las tareas operativas, necesarias por supuesto, solo distraen de los asuntos verdaderamente importantes.

A continuación, te dejo una serie de tips para comenzar a delegar:

  1. Proponé objetivos claros.
  2. Mantené una comunicación clara y asertiva.
  3. Aprendé a soportar la frustración cuando las cosas no salen bien.
  4. Dale tiempo a los colaboradores para que produzcan resultados
  5. Tené en cada puesto a la persona indicada.
  6. Transmití confianza y empoderá a tus colabraodores.
  7. Si no es imprescindible que lo haga uno, no lo hagas. 
  8. Dale a cada persona lo que le corresponde según su nivel de expertise. Es decir, no quieras ocupar el lugar de un especialista, si no sos especialista en ese tema. 
  9. Aprendé que el error y la falla es parte del proceso.
  10. Aprendé a escuchar.
  11. Conocé a las personas para saber qué delegarles.

Considero que se trata de entender que no sabemos todo, que para eso tenemos especialistas en cada área para que nos aseguren los objetivos que planteamos.

Y ustedes, ¿delegan? Y ¿cómo?

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