“Desarrollad vuestra legítima rareza"
Busqué entre mis antiguas libretas repletas de pensamientos. Algunos eran locos, otros casi cuerdos pasados por el tamiz del tiempo y la experiencia. No había ninguno que pudiera parecerme sensato al mundo que me miraba con ojos de búho, con la mirada atenta de un juez que todo lo sabe, que todo lo enmienda. Siempre he sido distinta. Si no lo era mi cabello de oro, lo era mi forma de peinarlo. Si no eran mis ojos casi grises, lo eran mis miradas inquietas, mi forma de mecerme en la vida ansiando devorarla… Mis palabras irónicas y la cadencia que tenía al hablar que hacía estremecer al más cauto de los cuerdos. Siempre había buscado algo que otros siquiera intuían. Siempre con una sed inmensa que no sofocaba nada ni nadie. Con unas ganas desbordantes de ser corriente, de pasar por un lugar sin levantar sospecha de ser la que piensa demasiado, la que busca sin tregua, la que lleva la contraria, la más insaciable de las criaturas con la que toparse. Siempre pidiendo perdón por no ser como debía. Por mi impertinencia casi amable y mi ironía desmedida. Había suplicado ser otra. Vestirme con otro caparazón y llevar otros ojos, de color más común, de mirada mate y dócil. Que mis manos no lo quisieran acariciar todo y mis afirmaciones sobre la vida no despertasen burla. Había soñado ser corriente, ser mansa y andar como una fiera domesticada que no trae conflicto, que dirá que sí y caminará por la senda señalada. Nunca pude, mis ojos peregrinos saltaban las baldosas, corrían más que mis pies, que tampoco sabían andar si no era con el paso cambiado. No sabía no preguntar por qué. No sabía no decir que no. No podía mirar a otro lado y saber que mi tiempo se consumía sin tocar mi objeto de deseo. Nunca supe acostumbrarme a la jaula. Mi cabeza meditabunda siempre estaba lejos. Mi mente viajaba más allá de los barrotes y saltaba muros, derribaba fortalezas y acababa enamorándome de ojos desconocidos y lugares que no sabía si nunca iba a pisar. Siempre amé lo que se suponía que no debía. Gracias a mis inquietas neuronas apasionadas había sobrevivido a tanto intento de reverencia, a tanta disciplina burda y sin sentido. El poder imaginar me había ayudado a soportar estar encerrada al reiterado intento de dejar de ser medio salvaje y conseguir sólo disfrazar unas ganas que me consumían por dentro…Echo un nuevo vistazo y supe que la batalla contra mi naturaleza y mi irreverencia estaba perdida, lo había estado siempre. Mi necesidad de sentir era más fuerte que la vergüenza de que me observaran haciéndolo a mi modo. Mi sed era implacable, mi sueño tan hipnótico, tan enorme, tan absorbente que no podría nunca dejar de buscarlo. Lo conseguiría, me abalanzaría sobre él como la fiera que era y no lo soltaría jamás. Poco importaba ya que otros pensaran que me estaba vetado. La decisión era mía, el poder era mío. Mi vida era mía. No sabía vivir a sorbos, yo devoraba. Era presa de mi necesidad de sentir, de mis ansias de almacenar sentimiento… No sabía vivir sin imaginar, sin buscar locuras y darles tantas vueltas que acabaran pareciendo sensateces. Era el resto del mundo el que estaba loco si no salía a la calle a buscar y se negaba a sí mismo el deseo y el sueño… ¿Morirían sin apenas nacer? ¿vivirían sin latir por dentro y gozar del intento? ¿pasarían por este camino sin sentir? … ¿Eso era cordura?… Eso era miedo, mezquindad, atrocidad, cobardía. Yo era vida. Y la vida no se mete en una botella, ni se oculta bajo un colchón, ni se reprime, ni cesa nunca de dar vueltas. No se oculta, de nada sirve. Sale por los poros y echa a correr. Y si me quedo dormida cien años, reviento. Siempre fue así. Distinta. Movida por la angustia de no poder ser quien era por si molestaba. Asustada de mis propios deseos y mis ideas extrañas. Y ahora, saliendo de la burbuja de mediocridad, deseando respirar aire puro… Camino esta noche pensando que el tiempo de ocultarme ha terminado. La vida no espera. Yo tampoco.
“Desarrollad vuestra legítima rareza"
HRBP, Talent Acquisition & Development, Salud Laboral Psicosocial y Responsabilidad Social Corporativa
5 añosLa Legitima libertad de vivir y sentir, respetar nuestras propias ideas sin autocensurarnos, de salir de uno mismo a través de la imaginación, de pensar que seremos capaces y llegar a serlo...., porque la vida misma, aquella que primero se desea, luego se disfruta. Y en cambio, la que se reprime y acalla, luego se añora y se lamenta. Coraje y valentia para dar por legítimas ideas descabelladas, quizás sin sentido, pero que permiten movernos con sentido en este, nuestro incierto mundo.