Desastre anunciado

La noticia sobre la crítica situación de más del 54% de los colegios públicos en Perú refleja la triste realidad de una gestión pública desastrosa. Desde la perspectiva liberal clásica, este panorama no es sorpresa, ya que el gobierno, al emplear la fuerza, monopolizar, formalizar, homogeneizar y centralizar, condena inevitablemente a instituciones clave como la educación a la decadencia.

El uso de la fuerza y el monopolio estatal en la gestión educativa genera ineficiencia y desatención de las verdaderas necesidades. La centralización gubernamental impide la adaptabilidad y la respuesta ágil a los desafíos locales, creando un sistema burocrático lento y desconectado de la realidad en el terreno. Esta concentración de poder limita la capacidad de innovación y mejora continua, elementos esenciales para proporcionar una educación de calidad.

La formalización excesiva impuesta por el gobierno ha llevado a la pérdida de flexibilidad y creatividad en la educación. El sistema educativo se ve atrapado en una maraña de reglamentaciones, que muchas veces son irrelevantes o ineficaces. La homogeneidad impuesta por estas normas uniformes ignora las diferencias y necesidades específicas de las comunidades locales, perpetuando así las desigualdades.

La respuesta liberal clásica a este escenario es clara: la educación debe ser privatizada y desregulada completamente. Al liberarla de las cadenas gubernamentales, se fomenta la competencia y la innovación. Los mercados educativos, tanto directos como indirectos, deben abrirse a la diversidad de enfoques pedagógicos y adaptarse a las particularidades locales.

Privatización

La privatización de la educación no significa exclusión, sino inclusión real y una mejora sustancial en la calidad del servicio. La competencia entre instituciones educativas estimula la eficiencia y la excelencia, proporcionando a los padres y estudiantes opciones significativas. Además, al descentralizar la toma de decisiones, se logra una mayor flexibilidad y capacidad de adaptación a las necesidades cambiantes de cada región.

La inversión de 80 mil millones de soles urgida para la recuperación de colegios en estado crítico refleja las consecuencias inevitables de una gestión centralizada. La cifra de 164 mil millones de soles para la mejora general de todos los centros públicos evidencia la magnitud del desafío que enfrentan las autoridades. Este panorama también destaca que el gobierno, al asumir un papel dominante en la educación, ha fallado rotundamente en garantizar infraestructuras adecuadas para el aprendizaje y desarrollo integral de los estudiantes.

Las desigualdades geográficas y estructurales resaltadas en el informe de Infobae subrayan la urgencia de una reforma educativa basada en principios liberales clásicos. Estos desafíos no son solo económicos, sino también éticos, ya que afectan la calidad del aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes en zonas más afectadas.

En resumen, la crisis educativa en Perú es una consecuencia directa de la intervención excesiva del gobierno. La solución está en la privatización, apertura de mercados y desregulación total en el marco de las 5 reformas liberales. Solo así se liberará el potencial de la educación para brindar una enseñanza de calidad e infraestructuras adecuadas, rompiendo las cadenas de un modelo educativo estatal fallido. Es hora de abrazar la libertad en la educación para forjar un futuro brillante para las generaciones venideras.