Descubriendo Cusco & Perú (1) (Recorrido Fotográfico)

La ciudad de Cusco guarda aún hoy cientos de rincones que nos trasladan a los días del Imperio Inca. Recorriendo sus calles, no es difícil imaginar como era la ciudad justo antes de la llegada de los españoles. Aunque éstos trataron de barrer lo que consideraban una cultura pagana, la simplicidad y solidez de la arquitectura incaica, el turismo y, paradójicamente, algunos desastres naturales, han hecho que con los años el conjunto incaico tome su lugar en importancia por encima de lo que los españoles construyeron.

De cualquier modo, Cusco es quizá uno de los pocos lugares del mundo donde dos estilos tan marcadamente diferentes, se mezclan para dar lugar a un conjunto totalmente armónico, donde las historias de cada pueblo se unen creando una sola línea diferente y única, que hacen de la antigua capital quechua algo más que una suerte de Roma sudamericana. Un lugar donde a veces el tiempo pierde su significado y es posible trasladarse a otra época doblando una esquina, mirando su cielo, escuchando su música, o tocando sus muros.

 Esta pintura, que podemos disfrutar en el interior del templo Qorikancha, representa la división del Imperio Inca, el Tahuantinsuyo, en cuatro reinos o Suyos (Collasuyo al sureste, Chinchaysuyo al noroeste, Antisuyo al noreste, Contisuyo al oeste). El punto de origen de estos Suyos representa a la ciudad de Cusco, cuyo nombre deriva de “Qosqo” (ombligo). Las líneas y sus puntos detallan el emplazamiento de diferentes templos, altares y rocas sagradas (wakas).

El estilo arquitectónico Inca Imperial tiene su máximo exponente en el templo Qorikancha. La perfección en el ajuste de los sillares es tal, que podemos encontrar colocadas y talladas pequeñas piedras de un centímetro de diámetro. Este ajuste “imposible” se obtenía a base de diversas técnicas (como frotación, ajuste cóncavo – convexo, y otras) a través de las expertas manos de los canteros quechua, siendo los mejores los procedentes del pueblo Colla, actual Bolivia).

En el Qorikancha existe una representación (réplica de otra que debió existir en tiempos incaicos, y elaborada a partir de testimonios hablados) de la cosmovisión andina. Se basa en las interpretaciones que realizaban de la naturaleza, del cielo y de lo que sucedía a su alrededor. Toda esta visión se ordenaba en forma dual (hombre y mujer, Sol y Luna, Pacha Mama y Mama Kucha) en un universo compuesto por tres mundos (representados por el la serpiente, el puma y el cóndor, o inframundo, mundo terrenal y mundo divino). La visión de dualidad que tenían los incas, con un opuesto complementario, se ajusta al concepto taoista de Ying y Yang, pero que ellos llamaban Yanantin. Los tres mundos, representados como tres escalones, también tenían su opuesto dual, al lado y bajo ellos, representando de este modo una figura cruciforme escalonada (conocida como Chakana, o cruz andina). Dentro de la Chakana se incluía un círculo, que no era otra cosa que el Qosco (ombligo). Toda esta visión del universo la plasmaron en su imperio, con cuatro reinos o suyos con el ombligo (Cusco) en su centro.

Representación completa de la cosmovisión andina.

La textilería fue una actividad desarrollada intensamente por el pueblo Inca, siendo parte importante de su sistema de reciprocidad, en el ámbito religioso, y en su uso diario. Mediante instrumentos de poca sofisticación, y con la ayuda de diversos productos naturales, se obtenían distintos tipos de acabados y colores, dando lugar a todo tipo de prendas. En la actualidad, la venta de estos productos, mayormente procedentes de lana de alpaca, un camélido emparentado con las vicuñas, es parte de la actividad económica del comercio cusqueño. En el centro de la ciudad se pueden encontrar infinidad de tiendas y pequeños comercios en el que encontrar estos textiles, con calidades para todos los bolsillos.

Pachacutec fue el noveno Inca, y es considerado históricamente como el más importante de los gobernantes andinos. Su nombre significa “el que transforma el mundo”, y fue dado cuando siendo hijo del Inca Wirakocha, doblegó contra pronóstico al pueblo Chanka en el momento en que éste se encontraba en una campaña de conquista del Curacazgo Cusqueño. De éste modo dio comienzo el Imperio que, dirigido por la mano de Pachacutec, iniciaría su gran expansión política, económica y territorial. Entre sus mayores logros se encuentran la construcción de numerosas infraestructuras (templos, puentes, canales, depósitos), la reordenación y embellecimiento de Cusco, la reconstrucción del templo del Sol (Qorikancha), la administración de leyes y gestión de jerarquías y funcionarios, y probablemente dictó el inicio de la construcción de Machu Picchu.

La piedra de los doce ángulos, es un bloque de piedra que forma parte de la sede del palacio arzobispal de Cusco, en la calle Hatun Rumiyoc (anteriormente residencia de Inca Roca, sexto soberano del Curacazgo del Cusco). Constituye una muestra muy visual de aparejo inca (existen otros más toscos y también otros más finos, existiendo rocas con más ángulos en otras construcciones). Para conseguir ajustes de este tipo, utilizaban técnicas cómo fricción, moldes, y pruebas con sucesivos ajustes. En muchos casos las piezas eran acopladas mediante salientes y huecos practicados en la zona de contacto (método cóncavo – convexo), de manera que quedaban fijadas entre sí, sin argamasa. De cualquier modo, gran parte de las edificaciones incaicas fueron construidas en adobe, dejando la roca para estructuras de mayor importancia (y cuanto más importante, mejor acabado). La roca de los doce ángulos se encuentra en pleno centro histórico, a la vista de cualquier visitante.

La catedral de Cusco fue construida a lo largo de 94 años, siendo terminada en 1654, utilizando piedras del Kiswarkancha (templo que se encontraba en el lugar) y de Saqsaywaman. En su interior pueden disfrutarse obras de arte de la Escuela Cusqueña, entre los que destaca “La última cena” de Marcos Zapata, donde Jesús y sus discípulos en vez de compartir pan dan cuenta de un plato de Cuy o conejillo de indias, típico de la gastronomía peruana. Realizando este tipo de modificaciones a la iconografía tradicional, muchos artistas cusqueños aceptaban la nueva cultura y religión impuesta por los españoles, pero manteniendo de algún modo vivas las tradiciones incaicas.

Detalle de “La última cena” de Marcos Zapata, con un plato de Cuy presidiendo la mesa.

La “noche” cusqueña (es posible ir de fiesta desde primera hora de la tarde hasta altas horas de la mañana) es de las más animadas de Perú. En parte por la afluencia de turistas, y en parte por la población local, cualquier día del año es posible tomar copas en algún sitio de los cientos que existen. Eso sí, es conveniente conocer donde se mete uno, ya que existen algunos locales de dudosa reputación donde es posible perder la cabeza, el dinero y hasta el alma (aparte de lo que lleves encima de valor).

La curiosidad de los niños es igual de natural aquí que en cualquier otra parte del mundo. Cualquier momento es bueno para mirar sin vergüenza que andas haciendo poniendo un cacharro en tu cara (los más pequeños), o pedirte un par de soles por robarles una imagen. El precio merece la pena y un buen momento de “pelea” por meterse en el encuadre.

Panorámica de Cusco desde Saqsaywaman. En la antiguedad, y tras la reforma iniciada por Pachacutec, la ciudad tenía forma de puma, siendo la cabeza Saqsaywaman, y la cola la confluencia de los ríos Saphi y Tullumayo. De su plaza, Waqaypata (la actual plaza de armas), salían los caminos principales hacia los cuatro suyos. Su organización (según Inca Garcilaso de la Vega) estaba distribuida en barrios poblados por gente de las diferentes etnias sometidas al Imperio, los cuales estaban colocados en la ciudad según su disposición geográfica en el mismo.

Antiguo mapa donde se puede apreciar la extensión que mantenía la ciudad en la época de Pachacutec, con su característica forma, intentando imitar la silueta de un puma.