Descubriendo la Resiliencia: Una Historia de Transformación y Liderazgo

En un mundo corporativo lleno de competencia, resultados exigentes y métricas por doquier, he renacido como una líder que desafía todas las expectativas. Es cierto que, desafortunadamente, son las crisis y las experiencias dolorosas las que nos enseñan lecciones valiosas.

 Hoy, quiero compartir este artículo porque conocí a una persona que, estoy segura, necesita escuchar que, a pesar de las dificultades, todo vuelve a encajar después de la tormenta. Una vez que pase la marea alta, se presentará la oportunidad de soltar y comprender que las experiencias vividas nos ayudan a crecer y mejorar.

 No suelo escribir sobre temas tan personales, pero ya me siento cómoda y mas aun, el poder hacerlo en este espacio. He compartido mi historia en foros de ayuda, hablando sobre la resiliencia y la fortaleza adquirida. También lo hice cuando apoyé a familias que atraviesan el mismo duelo que mi esposo y yo experimentamos hace nueve años. Siempre he buscado hacerlo desde el deseo de ayudar, evitando la posición de víctima.

 En uno de los momentos más exitosos de mi carrera profesional, decidimos dar el paso y formar una familia. Pensamos que nada podría salir mal; teníamos casi todo resuelto y éramos personas que planeaban cada segundo de sus vidas. Sin embargo, la vida tiene una manera extraña de enseñarnos a través de la adversidad. En mi caso, la lección más profunda llegó con la pérdida devastadora de mi hija, justo cuando ella se acercaba a sus cuatro años, tras años de tratamientos clínicos intensos.

 Este doloroso golpe me obligó a cuestionar el significado de mi contribución a la sociedad y el propósito de mi trabajo en el ámbito empresarial. En lugar de dejarme consumir por la catástrofe y el inmenso dolor, encontré en la adversidad la fuerza para reinventarme y redescubrir mi propósito de vida.

 Decidí tomar un año sabático para reconstruirme, junto a mi esposo, como familia y como pareja. Cuando retomé mi carrera en una gran empresa, me di cuenta de que había cambiado. Mi pasión por las ventas, las cifras y el ritmo acelerado de trabajo seguía intacta, pero ahora lo veía desde un enfoque más empático hacia la humanidad.

 Reconocí que el verdadero éxito no se mide únicamente en cifras, sino en el impacto positivo que podemos tener en la vida de los demás. Comencé a preocuparme más por el individuo detrás del número, entendiendo que todos enfrentamos desafíos personales que a menudo no se expresan en el ámbito laboral. Como dice un amigo: “Nadie sabe la gotera que tiene el vecino”. Esta frase quedó grabada en mi corazón.

 Sin mucho esfuerzo, mi enfoque de liderazgo se volvió más compasivo y auténtico. Decidí ser yo misma y quitarme las máscaras corporativas. Mi intención era ser conocida por quien realmente soy, no por el título o la posición que ocupaba. Esta decisión me liberó y me permitió abrir mi corazón para ser la mejor versión de mí misma, con toda la vulnerabilidad que ello implicaba. Esta transformación facilitó un entorno donde cada miembro del equipo se sentía valorado, promoviendo la colaboración y el crecimiento mutuo.

 Hoy, tras haber colaborado en diversas empresas en roles significativos, he podido generar espacios donde el amor y la dedicación coexisten con los resultados. Espacios donde la capacidad de reinvención se vive día a día y donde cada experiencia, ya sea dolorosa, emocionante, feliz o frustrante, se convierte en una guía en nuestro camino.

 En la vida, al igual que en los negocios, lo que realmente importa es el impacto que dejamos en el corazón de los demás.

Hoy vivo tranquila y realizada. Somos padres de una hija que es el amor de nuestras vidas. Por ella, por mi familia, por los que ya no están y, sobre todo, por mí, decidí honrar su memoria y vivir una vida apasionante y plena.

 La mayor lección que me ha dejado esta experiencia es cómo convertirme en una persona resiliente. Ahora puedo afirmar, con total certeza, que la resiliencia, tanto en el ámbito familiar como en el corporativo, se transforma en un activo invaluable que nos permite adaptarnos, crecer y destacar.

 Mi invitación hoy es a seguir siendo arquitectos de nuestras nuevas realidades, apoyándonos y acompañando nuestros procesos de crecimiento. ¡Hagamos de la resiliencia una guía en nuestro camino hacia el éxito!