“Descubriendo Palabras” - Capítulo 4-
Disfrutando de la absoluta presencia de los momentos, que se suceden y continúan al igual que los compases musicales...conjunción armoniosa puesta al servicio de todos nuestros sentidos. Sentidos que se replican espontáneamente revitalizando las emociones, apaciguando la prisa nuestra de cada día, atendiendo lo singular de estos instantes en los que somos cautivos voluntarios de la sutileza de los grandes acontecimientos.
Desprovista de toda intención, la música, esgrime un sin número de figuras melodiosas con la enjundia de su potencia, haciéndonos vibrar nuestros más escondidos secretos. Iluminando con sus acordes, todo un recorrido de temores y de dudas. Acariciándonos siempre con sus notas, que al decir de los latidos, se asemejan a la fecunda y vigorosa primavera, no así, al blanco, cristalino y gélido invierno del aburrimiento, del no decir, del especulado y amargo compromiso, del sin sentido de las dudas cuando un sólido y fecundo sentimiento toca la puerta de nuestros corazones.
Aclarando significados. Componiendo desde la más sentida soledad, cada frase que argumente este propósito. Buscando y encontrando las palabras que conformen el verso preciso para cada situación, para todo momento, para cada instante musical compartido, para todo roce intencional de las emociones vividas, para cada tiempo transcurrido, para todo gesto apropiado por el ánimo y por la gracia de sabernos buenos en el gusto y totalmente sabios en el juicio de querernos.
Sabiduría que se siente como el canto tibio de cada amanecer. Amanecer espejo del nuevo día en el que reflejaremos todo el ímpetu de cada paso realizado por la basta superficie de la realidad. Un canto que se acentúa con la viva presencia de nuestros sentidos. En ellos, los sentidos, se conjugan: la inmediatez, que no nos permite ver todo el amplio recorrido del camino, la cautela, que nos conduce por el sendero genuino y muy particular de la prudencia y el noble propósito, la espera, siempre tan dispuesta a entendernos y acompañarnos, la duda, la gran inquisidora de las aciagas miradas, de las demoras inoportunas y de las ausencias injustificadas.
Y con el nuevo amanecer ya en todo su esplendor, qué nuevos objetivos nos plantearemos con el fin de mejorar aquellos comportamientos desajustados por el apuro que solo nos conducen al error y a las equivocadas miradas. Qué dirán nuestras manos al sentir el aire puro de la mañana en la que fuimos presa de un encantamiento superior que nos condujo a la inacción, al no pronunciar nada, al sentir todo y de todo, al intentar explicar algo que nos enmudeció y cambió por completo los sentidos en nuestra vida.
Y aún permaneciendo el encantamiento, qué haremos para que no se esfume o desaparezca. Cómo actuaremos en este nuevo presente para que la magia de los momentos y la gracia de lo compartido no se tornen en pasado. Ampliaremos nuestras percepciones para sentir plenamente los verdaderos impulsos de cada instante. Seremos capaces de llevar adelante esta carga emocional que nos permite ser otros en el mismo cuerpo, que nos conduce desde el silencio y que se comunica potentemente con nuestra voz interior y nos guía.
No es un desafío. Tampoco una prueba. Ni mucho menos una cuesta por subir. Tan solo es, vivir lo que llevamos dentro sintiéndonos puros, auténticos y siempre bien dispuestos al encuentro, a nuevas miradas, a no emitir juicio alguno, al escuchar todo lo que podamos escuchar para poder con claridad comprender y ayudar de ser preciso.
Aquí la música de la vida adquiere dimensiones desproporcionadas. Son tan elevadas sus notas, que se confunden en el inmenso espacio de los sentimientos. Son tan variados sus acordes que nos otorgan la inigualable oportunidad de entre todos armar la más increíble orquesta jamás alcanzada. Solo oyendo nuestra voz, solo... siendo nosotros mismos.
“Descubriendo Palabras”
...compendio musical, entrelazado, por la presencia de la palabra, y el afecto del momento