Desempeño
Boletín de Notas
Matemáticas: 8,5
Lengua Castellana: 7,8
Lengua Inglesa: 8,2
Biologia:7,2
Física y Química: 8
Educación Física: 8,5
Dibujo Técnico: 7,7
Francés: 7,2
TIC: 9,5
Sorpresa.
Contención de la respiración.
Lectura rápida del boletín….
Uf… Bien. Menos mal.
Evaluación mental del esfuerzo. Comparación con el beneficio…. Y, entonces, sentimiento de: euforia, tristeza, frustración u orgullo.
Esta situación nos persigue toda nuestra vida.
A pesar de ser un adulto, responsable de una familia o un equipo de trabajo. A pesar de tener la apariencia de seguridad. Aplomo. Autoridad. Profesionalidad.
Recuerdo cada evaluación del desempeño o performance review. En consultoría funcionaba así: cada año el mentor se juntaba en una reunión donde se revisaban los logros del año fiscal. Y te valoraban con una nota. En forma de letra. Para que no se notara mucho que en realidad te estaban puntuando.
Al principio, acudía con actitud inocente, inmadura e ingenua. Con la confianza absoluta en las personas que “cuidaban de mi carrera profesional”.
Pensaba: “Tendrán en cuenta las horas extra, la dedicación, la complejidad del proyecto, lo poco que sabía de esto y cómo lo he sacado adelante”.
No tengo claro si era así. En los primeros años se trataba de crecer como fuera en la empresa y de generar carrera para las nuevas incorporaciones. Dar ejemplo de progresión.
Y se progresaba.
Recomendado por LinkedIn
A medida que pasaban los años, la competencia crecía y el ambiente, dependiendo del proyecto, se recrudecía. Recuerdo con especial dolor un proyecto en el que yo era la única mujer. Incluso me atrevo a decir la “chica”. Era muy joven e inexperta en esto de los cuchillos y las traiciones. Se peleaba a muerte por ser el mejor.
Reunión de cierre de proyecto. Asistieron cinco compañeros, a los cuales, por entonces, yo no sabia que tenia que rendir cuentas. Despacho pequeño, calor asfixiante. Y todos sentados en una mesa diminuta. Me leyeron punto a punto cada uno de los aspectos en los que había suspendido. Uno a uno. Sin parar. Sin darme tiempo a asimilar. Sin opción a responder. Sin poder presentar mis alegaciones.
Rabia. Tristeza. Inmensa. Apenas pude hablar. Tenía veinticinco años. Saqué fuerzas para reivindicar lo sola y perdida que me había sentido.
Desde la distancia, resulta fácil. Aprendí que no podía ir a una reunión a hablar de mis logros sin tener yo misma claro lo que había conseguido. No podía confiar en aquellos que velaban por mi carrera. Claramente, no supe pedir ayuda. No me habían enseñado a apoyarme en el equipo y, sobre todo, no tenía la capacidad de buscarme la vida. Ojalá poder decir: no me volvió a pasar. Tú y yo sabemos que no es verdad. Eso sí, estaba mas preparada y, la siguiente vez, tuve las agallas de contestar. De pedir mi turno y expresar punto a punto mi absoluto desacuerdo.
En tales reuniones, se enseñan los puntos a desarrollar:
Entendido. Y, ahora, ¿qué?
No estoy diciendo que no hay que poner objetivos a las personas. Exigirles. Soñar que pueden embarcarse en grandes proyectos. En absoluto. Hay que personalizar los sueños.
Mi amiga Carolina, competente, organizada, excelente gestora, comprometida y con una empatía fuera de lo común, no va a enfrentarse nunca a un compañero. Simplemente porque no es ella.
Mi amigo David. Extrovertido, original, apasionado, impulsivo, divertido y con un discurso entretenido. Le falta organización y no dejarlo todo para el final. Claramente no es la persona adecuada para gestionar un proyecto difícil con tareas complejas. Sin embargo, como gestor de equipos es excelente. Es motivador y cuando hay que hacer un esfuerzo, todo su equipo se compromete al máximo. Porque tienen a su lado a una persona que les facilita su día a día y ha generado un sentido de pertenencia enorme a su empresa.
Habrá quien piense que a David habría que mandarle a un curso de gestión de proyectos y a Carolina a uno de asertividad.
Yo creo que no. Creo firmemente en potenciar los talentos. No en parchear nuestros puntos débiles.
¿Cómo detectar los talentos? Empecemos por mirar hacia dentro. Volvamos la mirada hacia nuestro yo infantil. A todo aquello que hacíamos bien y no lo sabíamos.
Aquellos dones que hacían que nuestros amigos nos eligieran al hacer equipos.
Desterremos de nuestra mente las frases vacías: “Tienes que estudiar mas” “Ser mas responsable” “Organizarse mejor”
Desde la distancia podemos ponernos en la piel de las personas que nos lo decían y detectar sus carencias.
Liberémonos de esas creencias.
Reconozcamos que éramos maravillosos. Que lo seguimos siendo.
Digamos: Gracias, todo eso ha hecho que sea la persona que soy.
Cambiemos nuestra percepción del pasado para cambiar nuestro presente y proyectar el futuro.
Así nos convertiremos en los dueños de nuestro destino, los capitanes de nuestra alma.
Te acompaño en la transición, en tu empresa, emprendimiento o en la vida | Coaching ejecutivo | Coaching de equipos | Life coaching | Facilitación | Formación | Consultoría Estratégica para Emprendedores y Pymes
2 añosTodavía le doy vueltas a cómo se cambia un sector completo… Yo “aguanté”, conseguí encontrar mi fórmula del equilibrio durante unos años hasta que ya no me funcionó. Intenté que cambiaran, cambiar yo, pero ya sabes cómo termina esto… ROTA
Equipo de Misión y Titularidad - Pastoral y Acción Social - Colegios Corazonistas
2 añosMuy bueno Vir. Gracias. Como la vida misma... ¡Descubramos y potenciemos nuestros talentos! Pero tampoco está de más conocer bien nuestras debilidades y tratar paliarlas...