Desescalar el confinamiento...
Desescalada, confinamiento. Dos palabras que escuchamos cada día cientos de veces en la última semana.
Las competiciones nacionales de futbol parece que se terminarán sin público (pero con TV de pago) y pueden empezar la próxima temporada de la misma forma.
Hay países que ya están pensando en la vuelta al colegio progresiva y con estricto respeto a medidas de protección y otras que han dado, o pensando en dar, el curso por acabado.
En USA, el Presidente manda cheques a los ciudadanos y en Europa no hay acuerdo sobre cómo dotar o recuperar los recursos financieros a aplicar para ayudar a superar la crisis económica.
En estados tan similares como el español y el italiano en los que se ha cebado de forma pareja el coronavirus, se van a desconfinar a los niños con posturas contradictorias sobre si los pequeños, para empezar a salir de casa, pueden o no ir a los supermercados con sus padres.
Hay quien reclama una rápida vuelta a la “normalidad”, o sea, a la situación anterior y quien cree que debe aprovecharse esta disrupción para, al menos, corregir el rumbo.
Hay hipótesis diversas sobre las causas de la aparición del bautizado COVID-19 y no hay acuerdo ni en eso. Y, si no sabemos las causas, ¿cómo evitaremos que eso ocurra de nuevo? ¿Interesa realmente evitarlo?
Parece que no aprendemos, los humanos, como especie, ni como sociedades, ni como estructuras supraestatales, ni como estados, ni como estados dentro de estados, ni como regiones ni autonomías.
Y digo que no aprendemos porque, a pesar del duro castigo, nadie se está planteando un cambio de paradigma, en serio.
Vivimos inmersos en un mundo capitalista liberal en el que hemos hecho de la globalización y de la circulación libre de capitales (no de personas que precisan en la mayoría de los casos de pasaportes, visados, invitaciones, etc.) el paradigma carismático por el que se reconoce como más exitoso y más feliz al que más riqueza acumula. No importa cómo…
Con este ADN sintetizado por la manipulación de masas inyectado en la sociedad occidental dominante, hasta no hace mucho, las guerras ya son económicas. Quizás lo han sido siempre, aunque es indudable que el capitalismo liberal rampante de las últimas décadas ha acelerado el proceso de deterioro y destrucción de muchos ecosistemas, y con ello, la puesta en duda, ya para muchos, de la propia supervivencia de la vida animal sobre la faz de la Tierra, de no corregir el tiro.
El grave problema es que, como ocurre con un buque cuando entra sin control en puerto y trata de evitar el desastre girando las hélices en sentido inverso y acaba chocando y destrozándose contra el muelle, quizás el Planeta ya no aguante más.
Pero, ¿y si aprovechamos el aprendizaje de las pérdidas humanas, económicas y sociales que ha producido el coronavirus, cambiamos el sentido de la marcha, volvemos hacia atrás, años, décadas quizás y retomamos un nuevo camino en una dirección distinta donde salvar el Planeta y la especie humana sean los objetivos y donde la Ecología sea el nuevo paradigma?
Ecología entre los Humanos, Ecología Social, Ecología con el Planeta, Ecología con el Universo: con actividades económicas todas basadas en los fundamentos anteriores, donde el dinero y la riqueza material sean el medio, que no el fin, para un mundo distinto.
¿Porqué ha de volver a ser cómo era hasta ahora?
¿Porqué hemos de gastar fortunas para limpiar lo que antes ensuciamos?
¿Porqué hemos de gastar fortunas para sanar a los que hemos intoxicado?
¿Porqué condenamos a las próximas generaciones a la asfixia vivencial de un aire contaminado, aguas corrompidas y alimentación intoxicada?
Si desescalamos el confinamiento para volver al mes de octubre del 2019 cuando en China no había coronavirus, y seguir dando opacidad y libertad de movimiento a los capitales y confinar y monitorizar los movimientos de las personas, donde el haber nacido a cien metros de distancia, a un lado u otro de una frontera puede significar la vida o la muerte, donde nos medicamos para ser intoxicados por la propia medicina y con otra más curarnos de la nueva intoxicación en un círculo infernal, mientras un balompédico héroe sea más reconocido que un científico… no habrá valido la pena tantos muertos, tanto desastre económico y social.
Pero si desescalamos el confinamiento para desmontar toda la industria que no sea de “residuos cero” o que no sea de economía circular, para desmontar toda la tecnología peligrosa para los seres vivos (que recordemos, estamos formados en mayor o menor medida, por agua), para desmontar las fronteras que estigmatizan a las personas y se ponen en circulación los recursos acaparados al servicio y cuidado del medio ambiente y de los seres vivos…
Sin duda, inicialmente, igual en varias generaciones, habríamos de renunciar a algunos bienes materiales que hoy creemos imprescindibles…y que nos han cegado evitando disfrutar de experiencias mucho más enriquecedoras y que dieran un contenido más completo a nuestra propia existencia. ¿Cuáles son estas experiencias? Nunca lo sabremos si seguimos instalados en el capitalismo liberal actual.