DIFERENCIANDO EL PAPEL DE LOS INFLUENCERS DEL DE LOS MICRO-INFLUENCERS
De un tiempo para aquí la industria de la influencia, y en líneas generales la del marketing, ha ido mutando de la figura de los influencers a los micro-influencers. Incluso algunos expertos, como Èlia Guardiola, ya hablan de los nano-influencers, dividiendo por tanto en dos subgrupos la micro-influencia.
La razón por supuesto se debe a criterios puramente económicos. En todo este tiempo hemos vivido casos más que de sobra para darnos cuenta de que no siempre una campaña de marketing con influencers ha tenido un ROI (retorno de la inversión) adecuado. Y en algunos casos, de hecho, ha sido hasta negativo.
¿Que por qué? Pues porque los números, per sé, no son un criterio de negocio.
El que a alguien le sigan en su cuenta de Instagram varios millones de supuestas personas no asegura que, en efecto, un producto que enseña dicha cuenta se vaya a vender bien. A lo sumo, y presuponiendo que esos seguidores se hayan obtenido de forma orgánica y no comprándolos al por mayor (cosa que lamentablemente pasa más de lo que piensas), lo que podemos asegurar es que ese contenido le llegue a mucha gente.
Pero de ahí a que se venda, o en definitiva genere un retorno de la inversión palpable a nivel de negocio, hay un largo trecho.
Y esto mismo se aplica tanto a los diferentes sectores, como a las diferentes plataformas. Que, de nuevo, no es lo mismo un seguidor en TikTok que uno en Instagram, o que un suscriptor en un blog o un lector en esa misma página.
Cada entorno tiene un impacto mayor, en líneas generales, directamente proporcional al interés real que tenga el seguidor/suscriptor en el contenido que publica el influencer o micro-influencer, y de forma inversamente proporcional a la dificultad que tiene el hacerse seguidor (para seguir a una cuenta en una red social basta con darle a un botón, para suscribirte al contenido de una página tienes que rellenar un formulario, ir a tu email y verificar que en efecto quieres suscribirte).
Que los KPIs básicos del entorno digital, sin tratar, no representan como decía nada. En la agencia hemos trabajado con varios perfiles que tenían muchísimos seguidores, que a todas luces podemos considerar influencers, y que pese a todo eran incapaces de monetizar su negocio ya que atacaban a una audiencia falsa o que realmente no estaba interesada más que en verlos a ellos.
Y sin embargo, otros pequeños negocios con una presencia digital más recatada (la última la de un neurocirujano con el que estamos trabajando ahora) son claros ejemplos de micro-influencers cuyo modelo de negocio sí funciona.