Discusiones sobre medicamentos
Como farmacéutica, cada vez que se tocan temas de salud paro la oreja. Y si se trata de medicamentos, precios, acceso a ellos o condiciones de venta, dejo lo que estoy haciendo y escucho con atención.
El problema es que pareciera que los QFs (como nos gusta llamarnos entre farmacéuticos) somos los únicos hablando de estas cosas, junto con algunos políticos que, por lo general, son ignorantes en la materia.
Entre los años 2011 y 2012, era común oir al ministro Mañalich hablar sobre los beneficios que traería la implementación de la bioequivalencia (BE) en Chile: los previos bajarían y mejoraría el acceso a éstos. Seis años después no sólo nos encontramos con que los precios subieron, sino que también tenemos alternativas que salieron del mercado, porque sus fabricantes no estuvieron dispuestos a hacer los estudios correspondientes.
Por favor, no me malinterpreten, soy una ferviente defensora de la BE, creo que debería haberse implementado muchos años antes y ser exigible a aún más fármacos, pero creo que hay que hacerlo por los motivos correctos y sin generar falsas expectativas en la población: el principal beneficio que traen los medicamentos BE es que se asegura la efectividad de éstos en relación al original; es decir, se garantiza la calidad del tratamiento.
Hoy, el tema que me preocupa es la propuesta, otra vez, para vender medicamentos en supermercados. Porque, de nuevo, se habla de que, con medidas como esta, disminuirán los precios de los fármacos y mejorará su acceso. Y me inquieta en dos sentidos: el primero es que nadie puede asegurar que los remedios bajarán sus precios; no olvidemos que, igual como existe el oligopolio de 3 cadenas de farmacias, el de los supermercado es un sector con sólo 3 actores relevantes, con la misma capacidad de manipular los precios y las cuotas de mercado, como lo han demostrado en los casos del pollo, el confort y los detergentes (que es lo que conocemos de momento); no existe evidencia que permita mantener este argumento.
El segundo aspecto que me interesa, y a mi entender el más relevante, es cómo repercutirá este libre acceso en la automedicación y las intoxicaciones asociadas. Justo cuando en Chile nos poníamos a debatir sobre esta liberalización del mercado, en Argentina iban en sentido contrario, prohibiendo la venta de medicamentos sin receta en kioscos y supermercados; precisamente porque en aquel país la segunda causa de ingresos hospitalarios por intoxicaciones, después de las bebidas alcohólicas, es la asociada a los fármacos.
Me gusta que estén en el tapete materias farmacéuticas, creo que es la forma en que se educa a la población, generando debates y consensos, pero me gustaría que estuvieran por los argumentos correctos, y no todo el debate estuviera reducido a términos economicistas, que, por lo demás, carecen de respaldo.