Educación y Currículo: una confrontación absurda
Luego de tres años encargado de la Dirección de Currículo en la Universidad de La Sabana (dirección que en otras partes se denomina académica) me resulta cada vez más evidente, que la mayor dificultad que se encuentra para realizar una gestión curricular óptima está en la separación que nos obstinamos por plantear entre educación y currículo. Al respecto planteaba Angel Díaz Barriga que el origen del conflicto tiene que ver con que la educación es connatural al ser humano mientras que el currículo es un invento de los estados, asociado muchas veces con la formación de trabajadores para un sistema económico previamente establecido.
La confrontación de la que hablo se vive día a día en este trabajo y muchas veces se dispara por los requerimientos que Currículo tiene que trasladar a los encargados de los diferentes programas respondiendo a los requerimientos legales que se establecen. No considero sin embargo que sea una intromisión del estado, como muchos lo quieren hacer ver, mi punto de vista personal es que se trata de definir e ir perfeccionando un marco normativo que nos permita encontrar una forma de funcionar que favorezca a los actores del proceso educativo. Favorecerá a los alumnos en la medida en que garantice su movilidad tanto horizontal como vertical en el sistema (como hace años quedó consignado en la Declaración de Bolonia) pero también favorecerá a quienes no han hecho parte del sistema formal pero que no por eso han dejado de aprender a lo largo de su vida (como durante mucho tiempo lo ha venido intentando la propuesta del SNET) permitiéndoles convalidar lo que ya saben y articulándolos con un nivel de educación formal que les permita mejorar sus condiciones de vida. También favorecerá a los profesores, pues en la medida en que todos tengamos claro que se debe enseñar y que se espera que el estudiante aprenda, resultará cada vez más transparente el ejercicio de evaluación de programas y de instituciones y la sociedad contará con instrumentos de fácil manejo para decidir de manera informada acerca de las instituciones a las que confía la formación de sus ciudadanos.
El conflicto se dispara en otras ocasiones a causa de la mal entendida "autonomía del profesor" o "libertad de cátedra" la cual es utilizada de manera artificiosa como la excusa para evadir cualquier rendición de cuentas relacionada con los resultados que pueden exigírsele a todo proceso formativo por definición. De esta manera no es extraño encontrar profesionales que se dedican a la enseñanza en diferentes sectores que manifiestan que "lo que ocurre en el aula una vez cierro la puerta es asunto mío". En realidad no es asunto de ellos, es asunto de todos, la educación nos atañe a todos, debe dolernos a todos y un proceso formativo que no termina de comprenderse por parte de quienes lo desarrollan resulta cuando menos una pérdida de tiempo y de recursos.
La Dirección de Currículo realiza una función de sinapsis en las instituciones que deciden contar con una, pues permite conectar a las diferentes neuronas que la conforman, dando inicio al necesario diálogo entre ellas para garantizar que los fines para los que se ha diseñado un proceso formativo se alcancen de la mejor manera, respetando la naturaleza de cada uno de los actores, apoyándoles en donde lo requieran y haciéndose cargo de sus dificultades para llevarlos a todos a la meta establecida. No se trata de una oficina en la que se radican documentos para presentar al MEN y otros órganos de control, supera esta función por mucho y en realidad los documentos que presenten deben ser el resultado natural del trabajo que se realice al interior de la universidad. Una Dirección de Currículo no existe para hacer tortuoso el trabajo de los demás integrantes de la comunidad universitaria, por el contrario debe desplegar todos los medios a su alcance para facilitar su trabajo, brindar las orientaciones necesarias para que cada uno comprenda de que manera realizar mejor su trabajo en el proceso educativo que han decidido abordar y debe propiciar las discusiones necesarias para que todos, al interior de este complejo mundo que son las universidades, comprendan que es indispensable formar a las personas que la sociedad nos confía siendo fieles a los ideales con los que ha sido fundada cada institución pero respondiendo a las necesidades que la sociedad tiene, dando respuesta a los problemas que plantea, encarando los retos que día a día nos ofrece.
El conflicto que se busca perpetuar entre educación y currículo no solo es vacuo sino que resulta en detrimento de las propias instituciones pues las desgasta y debilita.