El acuerdo tan temido (2): El Génesis

El acuerdo tan temido (2): El Génesis

El tratado ambiental más polémico de la historia, el Acuerdo de Escazú, se abrió a la firma en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 27 de septiembre de 2018. Pero no nació el día en que lo firmaron... en realidad, ya venía pidiendo pista desde antes.

En la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, aprobada en la segunda Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro en 1992, se proclamaron 27 principios fundamentales. Entre ellos, el número 10 establecía que “El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población, poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes”.

El Acuerdo de Escazú se originó como resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, por retomar la filosofía de la Cumbre de la Tierra realizada en Rio de Janeiro veinte años antes. Río+20 se realizó también en la “cidade maravilhosa”, entre el 20 y el 22 de junio de 2012. ¿El resultado? Un documento con medidas claras para la implementación del desarrollo sostenible, enfocado en 2 temas principales: la economía verde y la erradicación de la pobreza. 

Poniéndose objetivos

Los Estados Miembros acordaron iniciar un proceso para desarrollar lo que denominaron los “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM). ¿El resultado? Más de 700 compromisos voluntarios y la creación de nuevas alianzas para promover el desarrollo sostenible. Los ODM son 8 propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. Estos objetivos trataban problemas de la vida cotidiana que se consideraban graves. En 2015 se evaluaron los progresos realizados y se extendió la lista de objetivos a 17, que ahora se conocen como los “Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Buscando lograr un mundo más justo, los ODM se dividían en 28 metas, cuantificables mediante 48 indicadores concretos. Por primera vez, la agenda internacional del desarrollo ponía fechas para lograr acuerdos concretos, cuyos resultados se pudieran medir. 

Pero… ¿Cuáles eran los ODM y sus metas? Aquí están, éstos son…

Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre

Metas: Reducir al 50%, entre 1990 y 2020, la proporción de personas que sufren hambre; Reducir al 50%, entre 1990 y 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a 1,25 dólares diarios; Conseguir pleno empleo productivo y trabajo digno para adultos y jóvenes, rechazando el trabajo infantil.

Objetivo 2: Lograr la enseñanza primaria universal

Meta: Asegurar que, en 2021, los adultos de cualquier parte del mundo fueran capaces de completar un ciclo completo de enseñanza.

Objetivo 3: Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer

Metas: Igualdad de modos en la enseñanza terciaria y cuaternaria, para el año 2020, así como en todos los niveles mínimos que pudieran existir; Equidad entre personas y trato igualitario en empleos o actividades diarias.

Objetivo 4: Reducir la mortalidad infantil

Meta: Reducir en 2/3 partes, entre 1990 y 2015, la tasa de mortalidad en menores de 5 años.

Objetivo 5: Mejorar la salud materna

Metas: Reducir en 3/4 partes, entre 1990 y 2015, la mortalidad materna; Lograr el acceso universal a la salud reproductiva; Reducir la tasa de mortalidad materna; Mayor proporción de partos con asistencia de personal sanitario especializado; Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar.

Objetivo 6: Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades

Metas: Haber detenido y comenzado a reducir la propagación del VIH/SIDA en 2015; Lograr, para 2010, el acceso universal al tratamiento del VIH/Sida para todas las personas que lo necesiten; Haber detenido y comenzado a reducir, en 2015, la incidencia de la malaria y otras enfermedades graves.

Objetivo 7: Garantizar la sostenibilidad ambiental

Metas: Incorporar los principios del desarrollo sostenible en políticas y programas nacionales para reducir las pérdidas ambientales; Haber reducido y ralentizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010; Reducir al 50%, para 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento; Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales.

Objetivo 8: Fomentar una asociación mundial para el desarrollo (sin plazos establecidos) 

Metas: Desarrollar un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio; Atender las necesidades especiales de los países menos adelantados, de los países en desarrollo sin litoral y de los pequeños Estados insulares en desarrollo; Encarar de manera integral los problemas de deuda externa de los países en desarrollo; En cooperación con las empresas farmacéuticas, proporcionar acceso a los medicamentos esenciales en los países en desarrollo, a precios accesibles; En cooperación con el sector privado, dar acceso a los beneficios de las nuevas tecnologías, especialmente las de la información y las comunicaciones.

¿Y después?

A estos objetivos y metas enunciados, sólo muy pocos países lograron cumplirlos, y muchos menos países lograron cumplir con todos en el mismo caso. Ni siquiera todos los países desarrollados han podido (o querido) hacerlo. Y no hay que olvidar algo importante: quienes miden son los gobiernos, y la tendencia de los gobiernos a las estadísticas fiables es - al menos por estos lados - dudosa.

Años después del vencimiento de algunos plazos, los indicadores no mejoraron… incluso, en una gran cantidad de casos, están peor. Algunos califican a las metas fijadas en el objetivo 8 como simplemente delirantes: ni el tratamiento de la deuda externa de los países menos desarrollados por parte de los organismos financieros, ni el comportamiento de las empresas farmacéuticas ni el accionar de los conglomerados tecnológicos fue en esa dirección. Para muestra, basta ver lo que ocurrió desde la pandemia global de coronavirus. 

Y entre lo que empeoró a nivel global está, sin dudas, el ambiente. Especialmente en lo referente a la pérdida de biodiversidad… a tal punto, que muchos científicos relacionan con ese deterioro la ocurrencia cada vez más frecuente de plagas, enfermedades y, más cerca en el tiempo, pandemias (que, por si todo esto fuera poco, se pronostican en aumento) y fenómenos meteorológicos ligados a sequías, inundaciones y otros desastres naturales.

Río+20 no logró los resultados esperados. Pero el partido no había acabado... y llegaría el segundo tiempo.

Esta historia continuará.

(En la próxima: La Agenda 2030)    

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