EL ADULTO ES UN NIÑO MODELADO POR EL TIEMPO
Cuadro de Celestino Mesa en relación a "El tiempo que no está"

EL ADULTO ES UN NIÑO MODELADO POR EL TIEMPO

Cuadro que el autor llama "El apuro"

EL ADULTO ES UN NIÑO MODELADO POR EL TIEMPO

LA OBRA PICTÓRICA DE CELESTINO MESA

   En la obra de Celestino Mesa que, he admirado hoy en la sala de exposiciones “La Recova” de Santa Cruz de Tenerife, he observado la realidad de nuestra infancia que se mira al espejo del pasado para explayarse en todo un presente e incluso proyectarse al futuro. Se intuye como una mirada furtiva donde parece reconocer que nuestra vida en las islas era una vida infantil sencilla y hasta cierto punto ingenua -desde creer en los Reyes Magos hasta enramar con hojas, flores y frutos la silla por el día del santo u otras celebraciones-. Era algo muy común en las zonas rurales donde no suponía grandes costes a las familias y valoraban nuestros productos del campo y sus exquisiteces, mientras se participaba en ello con mucho entusiasmo y esmero. No en vano, el mejor trato que seguimos dando al otro/a es llamarlo niño/a. Si bien es un tiempo físico que no está, como bien decía el filósofo francés Bergson, de mediados del siglo XX. No está el tiempo físico, la duración, la medida del reloj o el calendario, pero sí está el tiempo psíquico, el niño que fui, los momentos felices, los pequeños traumas, el zambullido en mi actuación, la vinculación con mis padres, la familia, mis vecinos, el olor de las flores o los sabores que me traen gratos recuerdos como los de las magdalenas del malogrado Marcel Proust.

     Al igual que Óscar Domínguez que, con la corriente surrealista nos acercó a las raíces de un pueblo como el guanche, nos hace estar pregonando que nuestros orígenes no han muerto. Tampoco para el realismo de las pinturas de Celestino Mesa, que nos conducen a representar lo más puro de nuestra tierra, como es el caso de la luz y el color, incluso con técnicas tan complejas como la acuarela y ciertos rasgos impresionistas en sus trazos. Sin embargo, frente a la mirada inquisidora del psicoanálisis que interpreta la infancia como hace Óscar Domínguez o Salvador Dalí, nuestro tinerfeño que hoy nos ocupa, se recrea en la fase más cautivadora que vivió, la infancia. Lo más vivencial, espontáneo y vitalista es el juego porque conjuga desde la relación con los otros/as los roles de los mayores: ganar o perder, intentarlo, conseguirlo o no, sumergirnos en el tiempo de forma gozosa y, sobre todo, juegos a los que la postmodernidad ha dejado languidecer en pos del artificio de la máquina y sus videojuegos. En alguna de sus obras descubrí al niño y al joven que desafía las leyes físicas y naturales, aunque siempre midiendo bien las distancias que superen posibles peligros y les supongan vulnerables a cualquier tipo de tragedia. Los juegos de los niños de Celestino Mesa no son los estrictos de hoy, son más bien juegos que él recuerda como formas casi sublimes para sentirnos autorrealizados y ser felices. Es la evocación que muchos compartimos hoy sobre el "deber ser", frente a las relaciones malsanas del encuentro con juegos violentos que permiten eliminar a muchos contrincantes para quedar sólo yo, "vivito y coleando", dentro de un goce fingido de subjetividad.

      Pero en las pinturas de Celestino Mesa, no aparece nada relacionado con la adicción a los móviles y al laconismo sordo de no ver a nadie a su lado. En ninguno de sus juegos plasmados en el lienzo se vislumbra la soledad. Tampoco los infantes buscan lugares recónditos o extraños, las viviendas próximas y los adultos aparecen reales o sugeridos en sus cuadros. El calor del pueblo donde todos se conocen. Eso sí, me hubiera gustado ver también el trompo, junto a los boliches o canicas que si estaban presentes, asomando la metáfora de una música divina. Desahogos, diversiones y travesuras que también tienen sus reglas y que adivinan el adulto que queremos ser. Su luz y color entran por todos los rincones como símbolo de su constante viajar y su diversa formación en distintos países. Al fin y al cabo todos los artistas de todos los pueblos tienen mucho que transmitirse, conscientes de la diversidad cultural y artística.



En Santa Cruz de Tenerife, a 16 de mayo de 2019


Marcelino Díaz Rodríguez

Marcelino Díaz Rodríguez

Nivel medio en Inglés en Babel

4 años

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