El Aguante

El Aguante

Hay un viejo dicho que menciona que “el combate no lo gana necesariamente el mejor, sino el que resiste más”. En épocas de crisis, seguramente este proverbio cobra mayor sentido: mientras muchos pisan el freno, en todas las actividades y en todos los campos, algunos, inclusive, invierten aún más para superarse, exprimiendo al máximo esfuerzo y creatividad. Es como si calzaran las “botas de las siete leguas”: mientras los otros se van deteniendo, ellos avanzan aún más en términos relativos. Y al ver como el resto va quedando en el camino, eso genera una retroalimentación muy entusiasmante; como decía William Shakespeare, poeta inglés que vivió entre 1564 y 1616, “La perserverancia mantiene el brillo del honor”.

Esos individuos que no se detienen, cuentan con dos capacidades esenciales: tenacidad y resiliencia.

La tenacidad es la calidad de tenaz, que se aplica a la persona que no desiste con facilidad de sus propósitos o convicciones. Su origen se encuentra, justamente, en la palabra “Tener”, pues la persona tenaz se aferra, se tiene a un objetivo, y es dificultoso separarla del mismo.

En mineralogía la tenacidad es una medida de la cohesión de un mineral.

La tenacidad de un material es su capacidad para absorber energía, que implica la calidad de soportar esfuerzos superiores, propiedad de gran valor en piezas que sirven de acoplamiento y enganche, por ejemplo, en vagones, engranajes, grúas, etcétera.

La tenacidad es un concepto difícil de medir y definir, pero está claro que involucra la resistencia y la ductilidad.

La tenacidad de una persona indica la firmeza en un propósito, su constancia, estabilidad y fortaleza.

La otra capacidad esencial es la resiliencia. En mecánica, la resiliencia es el índice de resistencia al choque de un material.

Mientras que la tenacidad se relaciona con un esfuerzo progresivo, la resiliencia se relaciona con un impacto.

En psicología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a tragedias, al dolor emocional, al sufrimiento psicológico. Cuando un sujeto o grupo humano es capaz de hacerlo, se dice que tiene resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos e, incluso, resultar fortalecido por los mismos.

Una persona o grupo resiliente es aquél que logra seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores y de condiciones de vida difíciles. Esto requiere flexibilidad, capacidad de adaptación a nuevas situaciones, y muchas, muchas ganas de seguir adelante, pase lo que pase.

Las cadenas de emails y whatsapps, la inseguridad, la crisis financiera, las jubilaciones, las elecciones, la invación extraterrestre, en fin, en los tiempos que corren es fácil darse manija y dejarse llevar por la psicosis general, pero eso no sirve. Si finalmente la situación no hubiere de ponerse tan mal, nos habremos preocupado en vano. Si, por el contrario, la situación hubiere de ponerse bien fea, hay que preparse entonces para sobreponerse a ella: que la construcción le gane a la destrucción, que la vida no es un crucero de placer, pero es un viaje que realmente vale pena vivirlo hasta el fondo.

Muchas personas y sociedades exitosas, lo han sido a partir de la superación de situaciones desgraciadas y muy graves. Ténganlo presente, hagan el esfuerzo de recordar este concepto, cuando se encuentren en dificultades. 

Como decía el maestro y poeta argentino Pedro Bonifacio Palacios, que vivió entre 1854 y 1917, y que bajo el pseudónimo de Almafuerte escribió: "Si te caes diez veces, te levantas; otras diez, otras cien, otras quinientas: no han de ser tus caídas tan violentas, ni tampoco, por ley, han de ser tantas".


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(Este artículo se basa en un capítulo del libro "Alimento para pensar, pequeñas reflexiones para prevenir la anorexia cognitiva").

Steven Orr

Profesional en los asuntos internationals

4 años

No de das por vencido!

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