El arte de escribir
Elegí el título para asegurarme de tu atención. Quería hacerlo-como-el camión -que -vende -fruta -con -el -megáfono (¡hueeeevooo de campooooo!). Ahora bien, pongámonos serios. ¿Qué ves en las imágenes? ¿Personas escribiendo? ¡Correcto! Vamos bien. Están trabajando relajadas y sin pensar demasiado; hacen un ejercicio, lo que se le vino a la mente y respondieron consignas. Mmm ¿Pero cómo, no piensan? Si lo hacen. Hacer es. Haber hecho no es nada. El resultado: nada supera a la creatividad. Y sale en cualquier momento, por eso aca aprendemos a encontrarla.
¿Cual es la recompensa de todo esto? Cuando alguien nos alcanza con cara de franqueza y nos dice: ¡ Tu cuento estuvo genial! Pero (siempre hay un pero) ¿cómo se puede crear sin ponerse nervioso? Y yo les digo que se puede. Todos los días de todos meses de todo el año alguien lo hace. Deportistas, artistas, científicos y muchos etc. Propóngase una meta por ejemplo ^ escribir mucho^ como el maratonista que llega a correr diez mil kilómetros para prepararse a los cien metros. ¿Es diferente un escritor? Me parece que no. El escritor debe hacer que sus biromes desplieguen historias y que se larguen a correr.
Si trabajaron bien se aprende. Si les salió mal se aprende mejor. El único fracaso es detenerse. No trabajar daña el proceso creativo. Nos quedamos duros, estáticos y nos apagamos. Circunnaveguen (¡qué tremenda palabra) en cada célula de su cerebro para encontrar material, cada molécula o gota dentro suyo que valga la pena examinar.
Los animo a que no aflojen, es un camino duro pero con un resultado sorprendente. Guardense los temblores e irrumpan a mansalva para meterte dentro de la jungla de la escritura. Por eso cuando sientan en sus mentes aire de catacumbas y todo lo que hicieron les parezca una porquería ¡no se levanten! ¡No! Sigan escribiendo.