EL CAMBIO NO PIDE PERMISO
¿Has notado que el cambio siempre llega cuando menos lo esperas? Lo curioso es que, a pesar de su naturaleza impredecible, seguimos queriendo controlarlo. Nos obsesionamos con el “momento perfecto” para actuar, como si pudiéramos negociar con el caos. Pero, como bien dice Seth Godin, “el cambio no esperará a que estés listo. Cambiar antes de que sea necesario es lo que diferencia a los líderes de los seguidores.”
La gestión del cambio, ese término que usamos en reuniones estratégicas y manuales corporativos, no es solo un proceso; es una habilidad humana. Sin embargo, sigue habiendo una resistencia generalizada a aceptarlo como tal. Tal vez porque enfrentarlo significa soltar la ilusión de control, y eso nos asusta más que cualquier disrupción externa.
La ilusión del control
En 1979, Ellen Langer, psicóloga de Harvard, acuñó el término “ilusión de control” para describir cómo las personas sobreestiman su capacidad de influir en eventos que son esencialmente aleatorios. Su investigación sigue siendo tan relevante hoy como lo fue entonces. En la gestión organizacional, este sesgo se refleja en estrategias que buscan controlar lo incontrolable: el comportamiento humano frente al cambio.
El problema no es que planifiquemos; es que nos aferramos tanto al plan que olvidamos adaptarnos a la realidad.
Aquí entra una de las grandes lecciones de John Kotter, experto en liderazgo y cambio organizacional: “El cambio necesita más que un plan; necesita un sentido de urgencia y una acción constante.”
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¿Cómo enfrentarlo?
Mi reflexión final
El cambio no pide permiso, pero sí exige coraje. Coraje para aceptar la incertidumbre, para dejar atrás la ilusión de control y, sobre todo, para liderar con propósito. Como decía Charles Darwin: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio.”
¿Y tú, estás liderando el cambio o esperando a que sea cómodo?
Un abrazo
Maca