"El Camino Hacia un Liderazgo Auténtico: Superando la Brecha entre Inversión e Impacto"
En el panorama empresarial actual, se observa una tendencia creciente en la inversión de millones de dólares por parte de las empresas en programas de formación en liderazgo organizacional. De acuerdo con un informe del 13 de diciembre del 2023 de Fortune Business Insights™ sobre el “Mercado de formación de liderazgo corporativo”, se espera que el 2023 cierre en unos 35.5 billones de dólares y la proyección del mercado global a 2030 se estima en 63.2 billones de dólares, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 8.58% durante el período de 2023 a 2027. Esta expansión monetaria refleja el reconocimiento generalizado de la importancia del liderazgo sólido en el éxito y la salud financiera de las organizaciones.
No obstante, esta inversión monumental no parece traducirse directamente en un liderazgo efectivo, según indican diversas encuestas realizadas por consultoras y observatorios internacionales como Deloitte, McKinsey y Bain. Estos informes revelan consistentemente que, a pesar de la creciente inversión en programas de formación en liderazgo, son muchos los colaboradores que expresan su descontento y falta de confianza en el liderazgo de sus superiores.
La paradoja entre la inversión financiera y la percepción negativa de los empleados sugiere que algo está fallando en la implementación y enfoque de los programas de formación en liderazgo. Algunas empresas parecen reacias a invertir en estos programas, otras lo hacen de manera superficial, por moda, y algunas buscan soluciones rápidas con el único propósito de demostrar una inversión en el desarrollo de sus líderes, sin un compromiso genuino.
La raíz del problema radica en la percepción del liderazgo como un mero rol transaccional, centrado exclusivamente en los resultados empresariales, en lugar de entenderlo como un compromiso continuo con los individuos y la cultura organizacional. Muchas organizaciones abordan la formación en liderazgo como algo aislado, sin integrarlo de manera profunda en la cultura y estructura organizacional. Por lo que es crucial comprender que el liderazgo efectivo va más allá de un evento o curso puntual, debe ser un proceso continuo que permita a los líderes evolucionar de la etapa del "HACER" a la excelencia del "HACER – HACER".
Una de las falencias más significativas en este contexto es la falta de convicción por parte de los ejecutivos y directivos sobre el impacto real de un buen liderazgo en la organización. Algunos directivos no dan prioridad a la inversión en liderazgo y se abstienen de participar en programas de formación porque creen que no lo necesitan. Esta falta de compromiso y entendimiento por parte de la alta dirección crea una brecha significativa entre la inversión financiera y los resultados reales en términos de liderazgo efectivo.
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El liderazgo auténtico implica adoptar la mentalidad de aprendiz, escuchar con la intención de aprender y estar dispuesto a cometer errores y aprender de ellos. Para que la formación en liderazgo sea verdaderamente efectiva y eficiente, cada líder debe comprometerse a ser un agente de cambio. Esto implica ser el primero en adoptar nuevas herramientas, modelos y realidades, lo que requiere un alto nivel de inteligencia emocional y la voluntad de salir de la zona de confort.
En el núcleo de la efectividad del liderazgo se encuentra la necesidad de conectar de manera integral y consciente la cultura y la estrategia organizacional. El liderazgo no puede ser considerado de manera aislada, sino que debe formar parte de un proceso de mejora continua que abarque el conocimiento, el ser y el hacer. Fomentar una cultura en la que los líderes reciban retroalimentación continua y brinden apoyo mediante el coaching es esencial para garantizar un retorno significativo sobre la inversión en la formación en liderazgo.
Este enfoque holístico no solo mejora la efectividad del liderazgo a nivel individual, sino que también contribuye de manera sustancial al desarrollo y éxito a largo plazo de la organización en su conjunto. La inversión en liderazgo debe ser vista como una estrategia a largo plazo que va más allá de los números y estadísticas, centrándose en el crecimiento y desarrollo continuo de los líderes como catalizadores del cambio y la innovación dentro de la empresa. En última instancia, la calidad del liderazgo se convierte en un factor determinante para la resiliencia y competitividad de la organización en el dinámico entorno empresarial actual.
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