El capital humano
En el artículo anterior mencionaba que sin una visión global que nos haga centrarnos internamente en las 4 áreas relevantes del negocio para realizarlas correctamente, arruinaríamos la posible ventaja competitiva que pudiera tener la empresa.
Bien, pues hoy quiero centrarme en el área de Administración Empresarial, y más concretamente en un factor tan importante dentro de esta área como es el capital humano. Se trata de un elemento muy específico y a la vez extenso y complejo, por eso, se hace cada vez más necesario llevar a cabo una gestión estratégica de las personas con las que cuenta la empresa, ya que contribuye muy positivamente en el buen desempeño de las actividades que desarrolla.
Y lo voy a hacer contándote mi propia experiencia personal, como siempre, pero esta vez desde el enfoque del deporte.
Hace ya unos cuantos años me apunté a un gimnasio sólo para ir a nadar. Me aseguré de elegir un gimnasio que tuviera una piscina de al menos 20m de largo para poder estar a gusto. Son varias las ventajas que obtengo nadando. Me ayuda a reflexionar. Me quita todos mis problemas. Nadar me relaja. Cuando era pequeña fui a un club de natación durante 4 años y gracias a eso descubrí que me encanta nadar.
Un día mientras nadaba en mi nuevo gimnasio, me di cuenta de que en la calle de al lado había un chico que me llamó la atención porque chapoteaba mucho y lanzaba gran cantidad de agua fuera. Le veía por debajo del agua haciendo grandes esfuerzos al nadar, parecía que incluso sufría. Al llegar al final de la calle paró. Yo seguí nadando y al cabo de un rato vi como el chico volvía a empezar un largo justo cuando yo empezaba el mío. Así que pensé que quizá estaba intentando competir conmigo. Y así fue. Me di cuenta porque volvió a hacer la misma jugada dos o tres veces más.
Empezábamos el largo juntos, pero él terminaba totalmente cansado tras recorrer los 20 metros muy por detrás de mí. Y para más inri, él paraba a descansar siempre, pero yo seguía nadando sin parar. Hacía un largo detrás de otro. Cada vez que el chico hacía el intento de ganarme, debía estar pensando: “No lo entiendo… Sé nadar y soy más fuerte que ella, pero por más que lo intento no lo consigo”. Llegó un momento en el que dejó de intentarlo y se marchó.
Bajo mi punto de vista hay 4 elementos clave que toda persona tiene que tener para hacer su trabajo y conseguir que la empresa gane a sus competidores: Formación, entrenamiento, fuerza y motivación.
El chico que intentaba ganarme nadando era más fuerte que yo evidentemente, y también estaba más motivado para ganarme porque ponía todo su empeño y yo, sin embargo, sólo estaba en modo entrenamiento, es decir, nadaba sin esforzarme mucho. ¿Cuál es el problema entonces? Claramente deduje que le faltaba formación. O, en otras palabras, sabía nadar, pero no sabía nadar bien.
La gente que me ha visto nadar dice de mí que nado casi sin salpicar agua y que nado con un estilo muy peculiar. Dicen que me impulso mucho y voy muy rápido, pero sin embargo parece que no hago casi esfuerzo porque cojo aire en el quinto impulso (nadando a estilo crol) y muevo los brazos muy lentamente. Al menos eso es lo que dicen de mí. El chico, por lo que vi cuando le miraba por debajo del agua, hacía todo lo contrario. Además, no respiraba bien. Llevar una buena respiración es fundamental para no cansarse. En definitiva, observé que le faltaban una serie de técnicas básicas y deduje que nadie le había enseñado a nadar bien.
Y también le faltaba entrenamiento. El chico no sabía que estaba intentando competir con una persona que, además de saber nadar bien, estaba medianamente entrenada. Si me hubiera pillado al principio cuando me apunté al gimnasio, igual habría conseguido ganarme. No lo sé. Pero desde luego en aquel momento, llevaba semanas nadando y era capaz de hacer unos 50 largos sin parar. Es lo bueno de entrenar, llega un momento en el que no te cansas por mucho que sigas nadando.
Formación y entrenamiento. Son dos aspectos fundamentales que las empresas deben aplicar en sus equipos. La teoría de cómo se hacen las cosas bien y, por supuesto, la práctica. Los dos elementos van de la mano. Sólo la teoría no vale para trabajar bien puesto que hay que practicar para dominar esa disciplina concreta. No me imagino yendo a una competición de natación sólo con haber escuchado a mis monitores sobre las mejores técnicas para nadar bien. Y sólo la práctica tampoco vale porque, al igual que el chico de mi gimnasio, puedes tener experiencia o haber practicado mucho una disciplina, pero sin una guía firme que te ayude a ir por el buen camino, tampoco ganarás a tus competidores.
Y con respecto a la formación voy un poco más allá. Porque no sólo vale la formación general que todos podemos aprender en la universidad o en las escuelas de negocio en un momento puntual de nuestras vidas. Es necesaria una formación continua dentro de la propia empresa.
Recuerdo algunas de mis competiciones como si hubieran ocurrido ayer. Llegó un momento en que mi club de natación se me quedó pequeño (siempre competía con compañeras del mismo club) y me abrieron las puertas para competir con otros clubes de otras localidades, incluyendo Madrid capital. Bien pues, recuerdo que, para una competición específica, uno de mis monitores me dijo que había una chica que partía como favorita y me dio unos cuantos consejos para ganarle. Mueve así los brazos, coge aire antes, o aprieta en el último largo… fueron algunas de sus pautas. Este monitor había estudiado a esta chica y había visto puntos débiles que yo debía aprovechar.
Esto mismo deben hacer las empresas. Existen gran cantidad de intermediarios que se dedican a la formación y consultoría trabajando con todo tipo de empresas, desde micro pymes a grandes multinacionales. Ofrecen todo tipo de programas “In Company” hechos a medida según las necesidades de cada empresa. Es decir, tenemos todas las facilidades que necesitamos al alcance de nuestra mano para poner en marcha la formación continua de nuestros equipos dentro de la empresa, hecho que es determinante para superar a nuestros oponentes.
Sin embargo, no es suficiente. Mi hermano, al igual que yo, también iba al mismo club de natación. Recibió las mismas instrucciones y entrenamiento, pero nunca llegó a competir. De hecho, ni siquiera consiguió clasificarse ni una sola vez. ¿Por qué? Porque le faltaba fuerza (en su caso, autoconfianza, es decir, creer que de verdad puedes conseguirlo) y motivación.
La fuerza creo que guarda una estrecha relación con la confianza interna que siente el trabajador hacia su empresa. En algunos casos, esta confianza se consigue gracias a los recursos económicos que pueda gestionar la empresa para invertir en planes de acción o proyectos. En otros casos, mi fuerza como trabajador aparecerá gracias a la confianza que me genera su posicionamiento estratégico, su marca de prestigio o su reputación. Y en otras ocasiones, mi fuerza vendrá por la seguridad de saber que estoy alineado con sus valores o su filosofía de trabajo. Cuando una empresa tiene estos recursos (tangibles o intangibles) para actuar, normalmente obtiene buenos resultados porque cuenta con los trabajadores más apasionados y puede atraer al mejor talento. Y, en definitiva, es más fuerte.
Cuando yo competía en natación, me sentía muy fuerte. Mi club tenía infraestructuras adecuadas, tenía buena reputación (aunque no era el mejor) y tenía buenos monitores que me habían enseñado y entrenado bien. Y quizá mi fuerza física y envergadura (superiores a la media) también ayudaban. Todo el conjunto me hacía estar muy segura de mí misma. Confiaba en mí y estaba convencida de que podía subir al podio.
El cuarto elemento clave para el trabajo efectivo es la motivación. El equipo debe tener unas metas claras que les indiquen continuamente que su trabajo tiene sentido (tienen la necesidad de sentirse realizados con aquello que hacen a diario). Además, deben estar en un ambiente de trabajo y condiciones óptimas donde además se reconozcan sus logros, deben estar contentos, con políticas internas enfocadas al desarrollo profesional, conciliación, jornada flexible, beneficios sociales, etc. La motivación meramente económica no es suficiente en muchos casos. Cada uno obtendrá su bienestar a su manera y si la empresa para la que trabajan no les genera este bienestar, lo buscarán en otra empresa que sí les motive en este sentido. Y la pérdida sutil y sigilosa de ese capital humano no puede o no debe asumirse como algo normal porque tiene un impacto muy negativo en la cuenta de resultados de la empresa.
Volviendo nuevamente a mi niñez, lo que a mí me motivaba y hacía que superase todas las barreras que había para ir a entrenar (pereza, lejanía del club desde mi casa…), era que me gustaba. Sí, la natación. Por encima de cualquier otro deporte que pudo aparecer cuando era pequeña como el tenis, el voleibol o el fútbol. Y al competir, lo que me motivaba era que mis padres se sintieran orgullosos y obtener un bonito recuerdo en forma de medalla como símbolo de mi esfuerzo. Tengo en total 6 medallas y dos trofeos y cuando los miro… se me dibuja una sonrisa. Ganar también me motivaba obviamente, pero esa satisfacción personal que sientes cuando ganas, estaba realmente en un segundo plano. Otras compañeras tenían otras motivaciones lógicamente, incluso alguna de mayor quería llegar a competir de manera profesional.
Invertir en estos cuatro pilares (formación, entrenamiento, fuerza y motivación) son, bajo mi punto de vista, la mejor inversión para ganar a tus competidores. Pilares que favorecerán de manera aplastante la ventaja competitiva de la empresa y, por tanto, deben ser considerados como elementos estratégicos.
Para concluir, me vas a permitir una última reflexión en torno a este tema. Y es que, a veces tengo la sensación de que los candidatos ya se tienen que incorporar a las empresas totalmente formados. No paro de ver ofertas de trabajo con un montón de requisitos obligatorios para la incorporación. Vale que en algunos casos tenga que ser así. Por ejemplo, si necesitamos incorporar un abogado para nuestro bufete, es lógico que pidamos que haya finalizado sus estudios de Derecho. Pero pedir un abogado, con un EMBA cursado en una escuela de negocios de prestigio, con alto nivel de Excel, inglés, italiano y francés, con visión global, altas dotes de liderazgo emocional y capacidad de organización... supongo que será un perfil mucho más difícil de encontrar. Y luego las empresas se quejan de que no pueden cubrir sus vacantes porque no encuentran el perfil que necesitan. ¿Y si fueran un poco más flexibles? Es decir, podrían fichar a un abogado con nivel medio de Excel y que sólo sepa hablar inglés y aprender el resto de las habilidades una vez esté trabajando. Te pongo un ejemplo personal. Yo trabajé durante un tiempo en una empresa gestionando cuentas de países de habla inglesa. Me contrataron sin dominar el inglés al 100% y, sin embargo, me comunicaba perfectamente con los clientes. Tenía compañeros que gestionaban cuentas en Australia y tenían un nivel medio de inglés cuando se les contrató, sin embargo, lo fueron aprendiendo sobre la marcha. Incluso, algunos de mis compañeros se habían ido a vivir fuera sin saber el idioma (ya lo aprendieron allí) para gestionar de manera más personalizada las cuentas más importantes. A veces creo que las empresas olvidan o pasan por alto la gran capacidad de aprendizaje de las personas. Eso, o que la formación interna no entra dentro de sus planes, a pesar de las ventajas descritas más arriba.
Y también tengo la sensación de que los candidatos se tienen que incorporar a las empresas completamente entrenados. Yo en natación, he estado largos periodos sin nadar y cuando empiezo de nuevo, siempre me cuesta. Al principio, sólo puedo hacer un máximo de 10 largos con esfuerzo y acabo cansada. Pero al cabo de aproximadamente una semana de entrenamiento, consigo recuperar progresivamente esa capacidad para hacer 50 largos seguidos sin cansarme. Con el inglés me pasa exactamente lo mismo. La primera semana me atasco un poco, pero la segunda semana después de estar hablándolo todos los días, recupero la fluidez. En el ejemplo personal que te comentaba más arriba, en mi empresa teníamos clases de inglés en la oficina para ayudarnos a mantener la fluidez, es decir, tenían claro que el entrenamiento también es importante.
¿Y qué pasa con la fuerza y la motivación? Me he cruzado con empresas que me generaban gran confianza y hacían que me sintiese fuerte o capaz de conseguir las metas, y otras que me han provocado diametralmente lo contrario. Y con la motivación me ha ocurrido exactamente lo mismo. Yo, por ejemplo, busco un buen ambiente de trabajo, el desarrollo profesional, reconocimiento de los logros y consecución de las metas, jornada flexible y beneficios sociales. Todo esto me motiva mucho más que una compensación económica mayor. No obstante, si la empresa cuenta con empleados/ colaboradores/ directivos que no saben trabajar bien (formación) y que no practican para ser mejores (entrenamiento, por ejemplo, para aprender de los errores y corregir el día a día del negocio hacia una mejora continua), entonces la fuerza y la motivación de los equipos irán desapareciendo. Creo firmemente que, sin formación y entrenamiento, no puede existir la fuerza ni la motivación. Funciona como una cadena en la que cada eslabón actúa como enganche para al siguiente.
¿Son la formación y el entrenamiento las asignaturas pendientes de las empresas? ¿Son lo suficientemente fuertes como para atraer al mejor talento? ¿Saben que la motivación de sus trabajadores es crucial para conseguir mayor productividad?
Si te apetece leer un poco más sobre este tema, te recomiendo esta lectura de Harvard Business Review (con un enfoque diferente) que encontré cuando escribía este artículo:
El rol vital de RR. HH. en cómo se gasta el tiempo, el talento y la energía:
https://hbr.es/gesti-n-de-empresas/451/el-rol-vital-de-rr-hh-en-c-mo-se-gasta-el-tiempo-el-talento-y-la-energ
✌️ La Óptica Marketera, Copywriter y Gestora de Proyectos. Ayudo en la visibilidad, digitalización y expansión 📈 del sector óptico. Estrategia con foco 🎯 en la organización, la mejora continua y las personas.
6 años¡Muchas gracias por vuestras recomendaciones!