El color de la muerte
Quienes se preguntan sobre la muerte viven en un estado equitativo porque la muerte no tiene ningún significado subjetivo. Siempre ha sido descrita desde la perspectiva de los vivos pero quienes la razonamos, lo hacemos desde un estado eterno de ignorancia. Jamás sabremos nada de ella. Sino hasta vivirla.
Soy Viviana M. Calderón de la Barca, entre muchas cosas, vivo, escribo, tengo un máster en escritura, y este post, es un argumento sobre el concepto de la muerte.
Primeramente, como nadie es experto en la vida, menos en la muerte. Nadie. Los gurús que presumen estudiar los procesos de la muerte tampoco saben nada de ella porque no hay nada que saber al respecto de algo indefinible. Por lo tanto, la muerte no tiene sazón, ni aroma, o un himno, como tampoco color.
Para quienes contamos con la vida, el concepto de muerte tiene un uso que lo hemos abusado desde todos los tiempos. Asimismo como para quienes tienen la muerte, no cuentan con nada para compartírnosla desde el más allá ni decirnos a qué sabe, a qué huele ni de que color se tiñe. Hay quienes definen a la muerte como una realidad con una simple terminación con sabor amargo, olor agrio y de retintines tristes y oscuros. Por el contrario hay asimismo quienes la describen como un portal luminoso hacia otra dimensión. Todo esto entra en un estado metafórico.
También hay para quienes la muerte se convierte en un alivio al sufrimiento, pero ¿cómo es que llegamos a la conclusión de que los muertos no sufren?
Simplemente no hay otra dirección qué tomar después de nacer que vivir para algún día morir. El espejo de la muerte se encarga de reflejar nuestros miedos más intensos como imágenes distorsionadas de quienes somos en nuestra propia vida. La conclusión inevitable es que cuando llega el final de la vida, nuestro cadáver pasa a manos del forense. Ya no habitamos en el cuerpo, nuestro corazón no siente, el amor en él ya no existe, ya no sufrimos.
Ese concepto de un corazón muerto es diferente a la mayoría de los otros conceptos que normalmente aprendemos. Sabemos qué es un corazón y el concepto de uno muerto es devastador si se trata del corazón de alguien a quien amamos. Sin embargo, el concepto de nuestra muerte no es un objeto y al meditarla no es más que el reflejo interminable de nuestra propia ignorancia.
El problema de este tema es el miedo instintivo que sentimos al hablar de la muerte hasta evitarla a toda costa. El nacimiento y la muerte son los eventos más importantes de nuestras vidas y quien no los celebra, no vive. Seguro que una persona mayor ve la vida de una manera muy diferente a una joven. Todo es gracias a apreciar este concepto. De mayores vemos a la muerte rondándonos más cerca, la sentimos sin ella estar y hasta la olemos sin ésta siquiera tener un olor. De jóvenes tiene otros tonos más intelectuales y menos mortales, tal como la han descrito los filósofos quienes se preocupa más por solo meditar sobre la misma. Para Spinoza, la muerte le resultaba el menor de los males.
Por lo tanto, obsesionarnos con la muerte puede alejarnos de vivir aunque ignorarla, nos dejaría con un falso sentido de permanencia, y tal vez, sea ésta misma la que nos lleva a perdernos en las minucias de la vida diaria, de la rutina insipida, maloliente, y gris.
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María Félix es la actriz en la imágen de la escena onírica de la película “La Generala” por Juan Ibáñez en 1970.
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