El conflicto Rusia-Ucrania (o el día de la marmota)

El conflicto Rusia-Ucrania (o el día de la marmota)

Los que me conocéis bien sabéis de mi afición por la historia, en particular por los temas relacionados con el Antiguo Egipto, la Antigua Roma y el frente europeo de la Segunda Guerra Mundial.

Y, en este sentido, los terrenos que se están disputando entre Rusia y Ucrania (Crimea y el Donbáss) fueron testigos de algunas de las más importantes batallas del frente Sur en la guerra entre la Alemania Nazi y la URSS entre finales de 1941 e inicios de 1944 (baste recordar las cuatro batallas de Járkov -con la famosa estrategia de la "defensa móvil" del mariscal Von Manstein, que después ha sido estudiada en todas las academias militares-, la batalla de Kursk -la mayor batalla de carros blindados de la historia- o la batalla de Korsun/Cherkassy -más conocida como "la evasión de las puertas del infierno", que convirtió al nazi belga León Degrelle prácticamente en un héroe-). Es decir, que ha "llovido mucho" en relación a la disputa del llamado "granero" ucraniano.

La relación de amor-odio entre Rusia y Ucrania (bueno, más de odio de Rusia hacia Ucrania) se pierde en la Alta Edad Media, cuando se podría considerar a la estructura política de la Rus de Kiev (siglos IX al XIII d.C.) como el origen de las actuales naciones rusa y ucraniana. Saltando los siglos del imperio zarista, la penúltima prueba de odio ruso fue el terrible "genocidio ucraniano", el Holodomor, una terrible hambruna que consintió Stalin en el marco de la colectivización agraria soviética entre 1932 y 1934, y que supuso la muerte por inanición de entre 3,5 y 5 millones de personas, una auténtica barbaridad.

Por ello, si Hitler hubiera planteado la guerra contra la URSS en 1941 como una guerra de liberación de las repúblicas satélites (como Ucrania, por ejemplo) contra la "bota comunista" rusa, habría podido contar con una revuelta de varias de estas repúblicas contra el Kremlin, lo que, además de la ayuda material, habría supuesto engrosar el ejército nazi con varios millones de hombres adicionales, y quizás haber cambiado el curso de la guerra (no obstante, algunos cientos de miles de ucranianos apoyaron a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, integrando las SS o hasta en la organización civil o la policía). Pero ni mucho menos lo que se podría esperar, y es que los nazis plantearon la ocupación de la URSS como una anexión para explotar el territorio y los recursos, infravalorando a los pueblos eslavos oriundos de la zona, por considerarlos simplemente inferiores, pretendiendo a largo plazo su expulsión y la colonización directa por alemanes del territorio hasta los Urales. Al final, los partisanos comunistas y el Ejército Rojo terminaron expulsando a la maquinaria de guerra nazi de la "Madre Patria Rusa", y no se detuvieron hasta aniquilar al nazismo en la batalla de Berlín en 1945.

Y así llegamos a la guerra fría, posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde las dos superpotencias (la URSS y USA) se "repartieron" el mundo según las correspondientes áreas o esferas de influencia, y cada vez que alguna de ellas se saltaba el "statu quo" imperante se organizaba un conflicto regional (Corea, Cuba, Berlín, Vietnam, etc.). Dos organizaciones militares, la OTAN y el Pacto de Varsovia, eran los garantes armados de una situación mundial de tensa paz durante casi 40 años en la segunda mitad del siglo XX.

Con el desmembramiento y desaparición de la URSS hace ahora 30 años, en 1991, lo que ha sucedido es que Occidente ha ido ganando espacio estratégico a Rusia (de hecho, más de 15 países de la antigua órbita soviética son miembros actualmente de la OTAN), pero cuando USA y la UE han intentado incorporar a su actual órbita a las ex repúblicas soviéticas (consideradas por el Kremlin, excepto las tres repúblicas bálticas, como si prácticamente fueran territorio nacional), ahí el Presidente Putin ha puesto "pie en pared". Y cuando en 2014 el presidente de Ucrania pro ruso Yanukóvic perdió el poder, Rusia pasó a la acción armada: anexionó Crimea mediante su ocupación militar y un referéndum ilegal, y mantiene controlado el Este de Ucrania (de mayoría étnica rusa) mediante milicias paramilitares armadas. Y, al final, esta política de "hechos consumados" tuvo éxito, ya que la reacción de USA y la UE se quedó en buenas palabras y sanciones estrictas a Rusia. Vamos, la "ley del pataleo". Y aunque en Occidente hemos perdido la perspectiva (o la sensación de conflicto) en los últimos años, distraídos en otros escenarios, la verdad es que en Ucrania el estado interno desde 2014 es de guerra, y se han "acostumbrado" a vivir así.

¿Qué ha sucedido últimamente para que Rusia se haya revuelto y amenace con pasar de la actual "guerra de guerrillas" a un conflicto abierto? Pues que Occidente amenaza seriamente con incorporar Georgia y Ucrania a la OTAN, y eso ya es demasiado para Putin. Por tanto, si USA y la UE no garantizan que estos países no entrarán nunca en la organización del Atlántico Norte, y que además no los ayudarán ni militar ni logísticamente, Rusia procederá a invadir inmediatamente Ucrania con sus fuerzas armadas. Como hemos dicho antes, Rusia considera las ex repúblicas soviéticas como su "patio trasero", con derecho indiscriminado a intervenir políticamente, como sucedió en el conflicto de Osetia, o hace pocos días en la crisis de Kazajistán.

Lo que pretende Rusia seguramente es llevar las fronteras hasta el río Dniéper, consolidando la anexión del Este de Ucrania, en un conflicto rápido de entre 5 y 10 días, que garantice la incorporación del importante tejido industrial de esa zona a Rusia, así como consolidar el paso (y, por tanto, la defensa) hacia Crimea. Hay tres circunstancias tácticas a tener en cuenta:

  • El invierno ucraniano no es el mejor momento para una intervención armada, por el hielo y las temperaturas gélidas, pero es mucho mejor que la primavera, con sus lluvias y barrizales, por lo que la operación armada será en febrero, o no será a corto plazo.
  • El día 1 de febrero hay luna nueva, lo que facilitaría un ataque nocturno de las unidades motorizadas rusas, que no deja de ser interesante, a pesar de que la actual guerra electrónica permite a los contendientes otro tipo de "ojos" tecnológicos a la hora de combatir. Por tanto, el próximo martes 1 podría ser el día D de la invasión.
  • Ya se ha iniciado la "guerra informática", con "hackeo" por parte rusa de los sistemas informáticos de las más importantes instituciones ucranianas. Y otro peligro sería que, además de la guerra electrónica, se pudieran utilizar sistemas de guerra NBQ, especialmente la guerra química, lo que sería terrible (de guerra "B" ya vamos servidos los dos últimos años con el Covid 19...).

Es cierto que existe algo a favor de pensar que la actual movilización de fuerzas rusas sea un "farol", y es que modernamente las guerras se inician sin más, no se declaran ni se anuncian. Las declaraciones formales de guerra, y mucho menos la necesidad de un "casus belli" justo, como decían los antiguos romanos, son conceptos que pasaron hace tiempo a la historia.

Pero hay algo muy sensible que juega a favor de la declaración del conflicto, y es la debilidad interna (tanto económica, como de gestión de la pandemia, como política) de los dos grandes líderes, Putin y Biden, por lo que cualquier cesión en la negociación se vería internamente como una muestra de debilidad imperdonable, y a ambos le puede interesar la tensión contra un enemigo exterior (y no digamos una rápida victoria militar) desde el punto de vista de su estrategia política interna en sus respectivos países. Por otra parte, el "papelón" que la UE está haciendo es terrible. Poco tiene que decir Europa en este tipo de crisis militares y geoestratégicas, en tanto en cuanto no tengamos una verdadera política exterior y de defensa común, así como no contemos con un ejército europeo de intervención rápida operativo. Todo ello con el "mar de fondo" del problema de suministro de gas a Europa desde Rusia en pleno invierno...Y de la pobre Ucrania ya ni hablamos: una marioneta en manos de los grandes poderes internacionales...

Esperemos que el sentido común permita alcanzar alguna solución de compromiso, aunque es difícil que eso suceda sin ceder por ambas partes, con las consecuencias internas que ello conllevaría desde el punto de vista del liderazgo de estos dos personajes. Pero, como dice el Salmo 34-15, "busca la paz y corre tras ella", así que ojalá que las armas no rujan, y que el mundo pueda vivir en paz en esa región. Desde luego, y por los motivos que he comentado más arriba, o hay guerra en los próximos 10-15 días, o no habrá guerra, en mi opinión. Ojalá que la lógica se imponga, un mal acuerdo sea mejor que una buena guerra, y los deseos de paz de la inmensa mayoría de las personas de buena voluntad se terminen cumpliendo.


Félix María Aguado Carrero

CFO GLOBAL GRUPO CECOP, INTERIM CFO, EXPERTO EN M&A, PROFESOR ASOCIADO FINANZAS VARIAS BUSINESS SCHOOLS

2 años

Gracias por vuestras recomendaciones! Un abrazo

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