TÚ ERES EL "MAGO DE OZ" DE TU ÉXITO
Desde pequeño fui un enamorado de una serie de dibujos animados, Mazinger Z (el robot justiciero que salvaba a la humanidad contra la perversión del Doctor Infierno y sus secuaces) y de una película: "El Mago de Oz".
El Mago de Oz era una adaptación cinematográfica de 1939 de un cuento infantil del mismo nombre escrito por Frank Baum en 1900. Dejando aparte las innumerables anécdotas del rodaje, la existencia de hasta tres directores (aunque el peso de la película fue de Víctor Fleming, el mismo director que lideró también ese mismo año "Lo que el viento se llevó") y la dificultad técnica magníficamente superada (rodaje en color o muy buenos efectos especiales para la época), yo quiero centrarme aquí en la moraleja que, como en cualquier cuento infantil, se aplica de la película.
Los protagonistas de la misma (una niña, Dorothy, interpretada por una inolvidable Judy Garland, un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león) buscan lo que les falta para estar completos y ser felices (un hogar, un cerebro, un corazón y el valor, respectivamente). Y lo buscan llegando hasta un mago en el país de Oz que les complete lo que les falta. Eso mismo hacemos nosotros en nuestra vida: confiamos en la suerte y/o en la "magia" para lograr nuestros objetivos personales y profesionales, en circunstancias favorables externas y ajenas a nosotros mismos.
La sorpresa se produce justamente cuando el Mago de Oz resulta que es un farsante, que no existe. Pero, eso sí, ayuda a nuestros protagonistas a recuperar lo que les falta por ellos mismos, mirando hacia su interior. Esa es la moraleja del cuento y de la película: somos nosotros los que tenemos que hacer "magia" en nuestra vida y, por tanto, los que con nuestro esfuerzo e ilusión conseguiremos lo que nos propongamos, el éxito personal y profesional.
Quizás nos pueda ayudar a ello dos máximas que dos amigos míos, importantes empresarios ya fallecidos, aplicaron en sus vidas:
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En conclusión, no es verdad que no exista la magia. Pero lo que sucede es que nosotros somos los magos, los que con nuestro trabajo e ilusión debemos cambiar nuestras vidas, conseguir nuestros objetivos y hacer mejores a los demás y al mundo en el que habitamos.
Es una bella moraleja para una maravillosa película. Y algo que tampoco debemos olvidar es disfrutar del viaje, no sólo fijarnos en el objetivo final. Siguiendo el camino amarillo Dorothy encontró a sus amigos de forma inesperada. El viaje también vale la pena.
Por último, aunque muchas veces tengamos que salir de la zona de confort, precisamente para crecer como personas y alcanzar nuestros objetivos, tampoco olvidemos regresar al hogar, como Dorothy: ese lugar, esas personas (familia y amigos) donde se nos acepta y se nos valora como somos, no por lo que tenemos y/o sabemos.
Una maravillosa película de hace 83 años que guarda interesantes secretos para hacernos mejores: tú eres el mago de tu vida (consigue tus objetivos), disfruta del camino y no olvides tus raíces (tu hogar). Que disfrutéis de la película, y espero que sus moralejas sean útiles para vuestras vidas.