El consumo como arma de transformación

El 2020, se planteó como el año de la visión perfecta. Y sí que fue un año revelador. Un año que nos mandó a mirar hacia, y desde adentro. De algún modo nos hizo más conscientes. Nos permitió reconocer que no necesitamos, ni queremos consumir tanto para ser felices. Nuestros consumos se volvieron un poco más íntimos, y de algún modo más planeados. Evidenciamos el valor de lo nuestro, reconocimos la importancia del campo. Desarrollamos nuestra empatía, sentido de pertenencia y capacidad de solidarizarnos. El trueque se ha empezado a instaurar como una dinámica, no sólo recurrente, sino lógica también. Reconocimos y apoyamos la valentía y el esfuerzo de quienes emprenden a diario. Descubrimos que la cocina es como un salón de juegos y nos vimos obligados a aventurarnos en ella. Entendimos el esfuerzo y riesgo que implican algunos productos que consumimos. Por todas estas y muchas más revelaciones que nos está regalando esta nueva manera de vivir, es hora de entender nuestro verdadero rol y capacidad de transformación, como consumidores. Dicen que con la cuarentena el planeta tuvo un respiro, mmm… pero la verdad, estar en casa no reduce realmente el impacto que nuestras decisiones de consumo generan en el planeta. Por eso ante tanta revelación se hace pertinente reflexionar, sobre el gran poder que tenemos como consumidores. Y es que, si esta devastación, desigualdad e injusticia es en gran medida causada por el excesivo consumismo, hagamos entonces de nuestros consumos, el arma perfecta para transformar esta aterradora y cada vez más preocupante realidad. Es vital reconocernos como cómplices y patrocinadores de la crisis que vivimos, pues si compramos un producto contaminante, o que impacta el bienestar de los territorios y sus comunidades, que genera desigualdad, violencia y destrucción; le estamos reiterando a las industrias y gobiernos, que no nos importa, que mientras a nosotros nos satisfaga, no nos interesa quién o qué salga perjudicado. Como consumidores tenemos el poder de abstenernos de comprar a los ”malos”, el poder de apoyar a los nuestros, de reducir el impacto que generan nuestras decisiones de compra, tenemos la responsabilidad de gestionar de manera correcta los residuos que nosotros mismos generamos, tenemos la capacidad y el control, para reducir el desperdicio de alimentos, la contaminación de nuestras fuentes hídricas. Tenemos que hacer la tarea, y entender lo que realmente está en juego cuando amenazas o matan a líderes sociales que se exponen luchando por derechos fundamentales, nuestros derechos.

Que entonces, el 2021 sea un año de poder transformador, de hacernos cargo y crear la realidad que todos como seres humanos que somos, por encima de las razas, estratos y banderas nos merecemos. Y sepamos que no cambiaremos todo, ni todos de un día para otro; pero si empezaremos a caminar juntos hacia un mundo mejor

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