El correo arcoíris
"Te respondo en azul." "En rojo mis comentarios." "Dejo mis observaciones en amarillo." "En verde mis opiniones." "Te digo lo que pienso en negrita." Y después de unos cuantos intercambios, terminamos con un correo arcoíris. Un documento usualmente incomprensible, que lejos de aportar a la coordinación de un proyecto, dificulta la comunicación.
Es curioso cómo solíamos quejarnos de reuniones que fácilmente pudieron haber sido un mail. Más curioso me resulta cómo trasladamos malas prácticas y vicios de reuniones hacia cadenas de correo.
Exigimos al correo electrónico funcionalidades propias de otras plataformas. Pensamos que en frente tenemos una multi-herramienta, cuando las mejores herramientas son buenas porque nos ayudan en una simple tarea para la que fueron diseñadas. Por eso el Kindle es mi artefacto tecnológico favorito, sirve para leer y nada más.
Muchas fallas en los procesos tienen que ver con problemas de comunicación. Estas suelen ser como bolas de nieve, que si no se detienen a tiempo, se convierten en un gran problema.
Además de revisar que nuestra redacción es comprensible y cumple con algunos elementos básicos de etiqueta, cuestionemos si ese mail que estamos a punto de enviar hará la bola más grande o realmente estamos aportando a detenerla.
También podríamos hacer una pausa. Una pausa para darle espacio al sentido común y reflexionar si necesitamos una herramienta de gestión de proyectos. O una llamada de dos minutos para acabar con tanto ruido, resolver el problema, documentar y avanzar.
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