El Costo De Hacer Política

"La vida es como un juego de dados; el problema no es que te toquen malos tiros, sino jugar bien con los que te han tocado" (Marco Aurelio)

Tenía tiempo sin poder unir letras en torno a la realidad que ha sido vivir en estos tiempos. Quizás por la estupefacción o la normalización de la aberración que se vive en estos últimos años. Quizás sea la madurez situacional de no querer caer en la demagogia, actuando y escribiendo contenido políticamente correcto, o es la autocensura a la cual ya en Venezuela nos hemos acostumbrado a vivir.

Sin embargo, así como la muerte de Fernando Albán me hizo pensar en la necesidad de escribir y reflexionar, hoy quiero reflexionar sobre Fernando Villavicencio. Pensé que el miedo al Estado se vivía únicamente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, por ser de las naciones que más se han imbuido en este nefasto sistema que se hace llamar revolución, y que no son más que tribus u hordas que lo único que han hecho es extinguir vidas y aniquilar sueños, sosteniendo a toda costa y a cualquier precio el poder.

La historia está llena de atentados, muertes y asesinatos que marcaron hitos para desmoralizar naciones y procesos de transformación o de confrontación de un país. John F. Kennedy y Martin Luther King Jr. en Estados Unidos, Alberto Nisman en Argentina, Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado en Colombia, entre muchos casos. Y en todos ha habido elementos comunes: cúpulas enquistadas, intereses económicos y políticos corruptos.

Porque la realidad es que la globalización hace que el asesinato de Fernando Villavicencio no sea solo un mensaje del parasistema ecuatoriano, es un mensaje integral para toda la región. El parasistema se defenderá a como dé lugar en las trincheras donde esté. Es un mensaje para todos los políticos renovadores en el poder, como Nayib Bukele, por si vacilan en sus políticas duras, ellos no van a vacilar en pasar factura. Para los que se quieren adentrar en los distintos espacios, ya sea en Argentina, Chile o México, como es el caso de Eduardo Verastegui, que la política es una profesión de alto riesgo, al mismo nivel que la de un alpinista o un piloto de avión.

Para casos como el de los venezolanos, que la historia está plagada de sabotaje y autosabotaje. tenemos que recordad que vivíamos en una democracia con Isaías Medina Angarita y la izquierda, con su mala costumbre, nos llevó a la catástrofe. Vino Marcos Pérez Jiménez para intentar redireccionar el error, pero con dictadura, hoy odiado y criticado por los que lo vivieron y amado por los que hoy leemos la historia. Merecíamos a Irene Sáez, pero nos hicieron comprar al Quijote de Sabaneta. Y es que quien nos vende espejos, se los compramos sin pensarlo.

Y si pienso en la solución que nos vendieron, comenzando por 2005 que se inventaron que abstenernos era el camino para salir de la farsa utopía revolucionaria. En 2015 ganamos las elecciones de la asamblea y dejamos que la ignorancia y la prepotencia nos condujera, asesinando la más grande victoria de los últimos 20 años. Podríamos haber sido poder y comenzar el desmontaje revolucionario. Pero, en 2020, decidimos nuevamente abstenernos y crear un gobierno paralelo, figura estratégica que en Cuba también se aplicó y no funcionó. Pero, así como éramos tercos diciendo que jamás Venezuela sería como Cuba, y ya vemos los resultados, intentamos lo mismo con los mismos resultados e incluso peor. Porque el resultado más notable fue la malversación de fondos de Monómeros y Citgo, aunado a aupar las políticas de sanciones internacionales que, lejos de ayudar, hicieron que hoy todos paguemos la gasolina a 0.50 céntimos de dólar, me hace pensar, los venezolanos somos indignos de buenos y grandes lideres, y recuerdo que existió un hombre llamado Renny Ottolina.

Pregunto: ¿Será necesario que mueran más políticos en el mundo para evaluar que hacer política no es una profesión para cobardes ni para los que ven en política una forma de hacer riqueza? Porque enfrentarse a los parasistemas y no caer en la tentación cuando se está en el poder, se necesitan agallas y valor para no salir corriendo, y dinero para no seducirse con el veneno que es el propio poder. Y eso es lo que tienen los mártires como Kennedy, Galán, Nisman y el propio Fernando Villavicencio. Como los líderes que hoy enarbolan la bandera de la irreverencia, como Giorgia Meloni en Italia, Nayib Bukele en El Salvador, los que quieren abrir caminos como: Javier Milei en Argentina, Santiago Abascal en España y ahora Eduardo Verastegui en México.

La gente siempre nos quiere juzgar a quienes hacemos política por los errores de quienes se empeñan en sostener este bucle de control. Que, desde las sombras, las élites con sus intereses, el crimen organizado y falsos políticos han mancillado la responsabilidad, el honor y el privilegio de ejercer la política. Porque cuando esta cuesta vidas, como las de los líderes mártires o la de la carne de cañón de cientos de nuestros estudiantes y manifestantes, no veo en esas vidas perdidas, un aprendizaje para diferenciar a unos de otros. Para aprender a valorar que esos idealistas sí existen y que están dispuestos a dar la vida por una nueva era, son realmente diferentes.

Y todavía sigo escuchando "todos los políticos son corruptos" y pienso: ¿valdrá la pena pagar juntos por pecadores, solo por la incapacidad de una sociedad para diferenciar a los buenos de los malos? Espero que la muerte de Villavicencio y haga pensar y recordar a todos los mártires de la historia, aprendan por fin a valorar más la imagen de los políticos, los de verdad, que con idealismo nos embarcamos en esta causa. Y que la gente se ilustre para ver más allá del maquillaje de los laboratorios comunicacionales, para poder honrar las vidas que cayeron y seguirán cayendo en la búsqueda de una sociedad diferente, y no terminen en el mismo saco en el que hoy nos tienen a todos.

Venezuela y toda Latinoamérica, necesita revisarse en que la sociedad que tenemos y la que queremos, solo depende que aprendamos a valorar la política y aprender a elegir, que no se dejen de engañar por el carisma de las caras bonitas y empiecen a aceptar que lo que se necesita y se merecen es al idealista, y ellos existen y al igual que Fernando Villavicencio, quieren dar sus vidas por la libertad.

Honor a quien honor merece. Fernando Villavicencio, Q.E.P.D. Hoy todos somos tu causa. Podrá haber muerto un mensajero, pero jamás dejaremos que muera el espíritu de irreverencia y de lucha. Fuerza Ecuador, fuerza Latinoamérica y fuerza a toda la renovación, no podemos desfallecer en el resurgir de toda la región. "La virtud reside en la acción" (Séneca)

Autor: Abg. Ernesto J. Pastor P.H.