El Costo Oculto de Eliminar Programas de Bienestar en Tiempos de Crisis
Como experta en bienestar laboral, estoy aquí para compartir una percepción crucial que puede pasar desapercibida en tiempos de incertidumbre y crisis, una frase que he afirmado muchas veces "el bienestar de los empleados no es un gasto; es una inversión en la salud a largo plazo de su organización". Entendemos que las empresas, especialmente en tiempos de crisis económica, están buscando formas de reducir costos. Sin embargo, eliminar los programas de bienestar laboral puede resultar en un "falso ahorro".
Uno de los últimos estudios de Deloitte "Los desapercibidos costos de la salud mental en la economía mundial", menciona en sus resultados que en el 2030, se espera que los costos de salud mental superen los USD6 billones al año.
Por su parte, entre 2011 y 2030, se prevé que la pérdida de producción económica acumulada asociada con estos problemas sea de USD16,3 billones en todo el mundo. La investigación de Deloitte también estima que las consecuencias secundarias impactan en los empleadores, costándoles USD2.000 anuales por colaborador debido al ausentismo, presentismo (empleados que asisten a trabajar cuando no deberían, especialmente cuando se enferman o trabajan demasiadas horas), abandono y rotación innecesaria.
Por lo tanto, si bien reducir o eliminar programas de bienestar puede parecer un ahorro en el corto plazo, las empresas pueden pagar un alto precio en términos de la salud mental y física de sus empleados, y la consiguiente disminución en la productividad y aumento en la rotación de personal.
Mencionaré otros datos que he recolectado y que nos pueden dar indicios de esta afirmación:
Según un informe de Gallup, los empleados comprometidos y satisfechos son un 21% más productivos que aquellos que no lo están.
3. Mejora en el compromiso y retención de empleados:
4. Ahorro de costos en atención médica:
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5. Mejora en la imagen y reputación de la empresa:
Por lo que creo que los programas de bienestar laboral pueden ser de vital importancia en tiempos de crisis, ya que proporcionan soporte emocional y físico a los empleados, ayudándoles a manejar el estrés y la ansiedad, mejorando su salud mental, y por ende, su productividad.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud demostró que por cada dólar invertido en el tratamiento de trastornos mentales comunes, hay un retorno de cuatro dólares en mejor salud y productividad.
Está claro que el bienestar laboral no es un gasto innecesario, sino una inversión estratégica. Las empresas que invierten en el bienestar de sus empleados no solo construyen una cultura de trabajo saludable y resiliente, sino que también mejoran su propia salud financiera a largo plazo. Nadie podría discutir que los programas de bienestar pueden potenciar la moral y retención del equipo. Según un estudio de la firma de consultoría de recursos humanos, Towers Watson, las empresas con programas de bienestar efectivos tienen tres veces más probabilidades de reportar que sus empleados están comprometidos con su trabajo.
Además, el Instituto Gallup ha encontrado que las organizaciones con una fuerte cultura de bienestar tienen un 81% menos de probabilidades de experimentar ausentismo no planificado. Al fomentar una cultura de bienestar, las empresas pueden mantener a sus equipos motivados, comprometidos y presentes.
La elección de eliminar o mantener los programas de bienestar laboral en tiempos de crisis puede ser un indicador del tipo de cultura empresarial que una organización desea promover.
Incluso en tiempos de crisis, o especialmente en ellos, el bienestar de los empleados debería ser una prioridad. Las inversiones en programas de bienestar laboral pueden proporcionar beneficios significativos y tangibles para las empresas, tanto en términos de productividad y compromiso del equipo, como de resultados financieros.