El día que le hice ganar un 10.000% de rentabilidad a un gran cliente que conocí en la barra de un bar - Historias pre-covid (2/7)
Vale, igual me ha quedado el título un pelín sensacionalista, pero es totalmente real, así que… ¡Tenía todo el derecho a ponerlo así y así queda! 🤣
Os cuento cómo empezó todo.
Lo primero, cómo capté al cliente. Esto me parece interesante, porque hoy en día, parece que todo va de LinkedIn, asistir a eventos de networking, etc. Y nos olvidamos de que hay muchísimo más mundo ahí fuera.
En este caso, yo estaba en la barra del bar de un restaurante, acompañado de mi mujer, en algún lugar de Madrid, el cual no concretaré, y pedimos para compartir, una botella de vino espumoso francés. Precio medio-alto, el cual tampoco concretaré. Era algo especial. 🥂😊
Aparece el dueño, como de casualidad, aunque seguro que también vendría, a cotillear. 🧐
Cosas que pasan, cuando pides vinos caros. 😅
Él no lo sabe, pero yo sí sé quién es él, sé cómo se llama, y cómo se llaman sus empresas. Él no me conoce. Pero yo sí sé, que él es mi cliente ideal, y yo su proveedor ideal.
Tan solo nos hace falta, conocernos. Y está a punto de pasar…
Yo sé que él estaba buscando una agencia de marketing digital, porque me lo chivó un camarero, hacía dos días, y que tenía varias empresas más, además de aquel restaurante.
Tampoco sabía mucho más, pero aquello ya me parecía información más que suficiente. 🤓
Un par de sonrisas, un poco de conversación, y más o menos, cuatro segundos después, como sin querer, pero queriendo, no falla la pregunta clave… ¿A qué os dedicáis?
¡Y ya está! 😎
A partir de aquí, la venta ya es tan fácil, que casi no merece ni la pena, aburrir con los detalles.
Recapitulemos. Ya estás en el mejor sitio, en el mejor momento, con toda la atención de tu potencial cliente, puesta sobre ti, y haciéndote justo la mejor pregunta de todas las posibles. Sinceramente, aquí lo difícil, habría sido no vender. 😅
Diez minutos después, de una conversación informal, agradable y natural, nos dejamos el contacto, por si las moscas.
Y al marchar, descubrimos que estamos invitados, a la botella que pedimos. Eso no es un contrato firmado, pero casi 😉
Al día siguiente, recibimos la llamada.
Y ahí ya, sí que flipamos un poco...
La llamada, sí, la esperábamos, eso sí. Pero lo que no nos imaginábamos en absoluto, era contenido en sí de la llamada en cuestión.
Nos confesó su problema.
Esta persona, para uno de sus negocios, tenía tan solo una única estrategia de captación: Google Adwords.
Recomendado por LinkedIn
Presupuesto, unos 100.000€ al año.
¿Y quién lo gestionaba? ¡Nadie! O lo que es lo mismo, él mismo, sin tener ni idea. 🤦🏻♂️
Y nos pidió ayuda, para ver si lo podríamos gestionar nosotros, porque él mismo, ya no tenía tiempo para eso. Típica explicación.
Le cobré, sobre 400€, a cambio de 4 horas de trabajo, de análisis y correcciones, sobre sus campañas en Google Adwords.
A priori, me pareció una tarifa justa, pero analizado en retrospectiva, la verdad es que acabó siendo prácticamente un regalo. Sigue leyendo y verás. 🤣
Al no haber agencia de por medio, y él mismo no tener ni idea, lógicamente había mil defectos, en la configuración de sus campañas.
Todo cosas fáciles de solucionar. Como por ejemplo, pujas fijas y manuales, sobre keywords que no tenían competencia, etc.
De hecho, esto fue una de las cosas que más me llamó la atención, hasta el punto incluso de pensar que Google era una empresa poco ética, por permitir tal gasto innecesario a un cliente incauto. Pero bueno, realmente, la culpa había sido del cliente, por no saber gestionarlo bien.
Para el que no sepa cómo va, lo explico un poco.
En Google Adwords, puedes comprar clics, por la keyword que quieras, por ejemplo, por “vinos del ártico”, y fijar un precio, el cuál estés dispuesto a pagar por ese clic, con esa búsqueda.
Lo normal aquí, es poner un precio ajustado automáticamente a la competencia, con algún límite de puja. Así, si otros están pagando 0,1€ por clic, y tú quieres aparecer por encima, pues puedes pujar por hasta 0,2€, por ejemplo. Cada clic.
Pero claro, también hay otras formas de hacerlo. Por ejemplo, no pujar, ni ajustar automáticamente, ni nada, sino poner un precio fijo, directamente, el cual quieras pagar por clic, de forma manual.
Por ejemplo, 1€, cada clic, siempre. 🙄
¿Y qué pasa si lo configuras todo así, en keywords que no tienen competencia, o que tienen poca?
Fácil. Pues que estás pagando 1€, exactamente por lo mismo que podrías pagar tan solo 0,1€, o 0,2€. 🙄
En otras palabras, estás literalmente tirando el dinero a la basura, o regalándoselo a Google, como prefieras verlo...
Y esto, multiplicado por todas las keywords mal configuradas, y con el presupuesto bestial para un año que tenía, sirvió para que con tan solo 4 horas de mi trabajo, de ajustes y correcciones sobre la cuenta, este cliente, pudiera dejar de tirar a la basura, unos 40.000€.
En definitiva, seguramente, los mejores 400€ invertidos de toda su vida, porque este ratio, supone un 10.000% de rentabilidad, teniendo en cuenta, todo lo que se ahorró, al dejar de hacer las cosas, tan extremadamente mal.
De esta historia siempre me acuerdo, porque lo pongo como un ejemplo el cual viví en primera persona, y donde pude demostrar cómo el número de horas de un trabajo, no siempre es una medida justa (casi nunca), del valor que verdaderamente representa ese trabajo. 😌
P.D.: Con todo lo que el cliente se ahorró aquí, luego pudimos hacer más cosas. No penséis que todo quedó ahí, claro. Al final, facturamos algo más que solo 400€, como imaginaréis. Pero bueno, eso ya son otras historias.